domingo, diciembre 24, 2006

EL DIOS ABSOLUTO






Lectura bíblica: Romanos 9:10-21
Propósitos de la charla: Comprender la doctrina acerca del carácter absoluto de Dios.


Hemos visto que Dios es una Persona y que es una persona de carácter espiritual. Como lo declarara Jesús en el pozo de Jacob a la mujer samaritana Dios es Espíritu. Si Él es el Creador y el que sostiene todo el kosmos, entonces tiene todo el derecho a hacer con Su creación como a Él le plazca, en otras palabras en Él reside toda la soberanía del universo. El Señor es el Kiryos, el Soberano absoluto. Y aquí entramos en otra característica de Dios.



PERFECCIÓN DE DIOS
Dios es perfecto en todo lo que nosotros podamos pensar de Él, tanto en lo denominado sus "atributos naturales" como en su naturaleza o carácter moral. Es el único Ser que puede estar en todas partes a la vez, es perfecto en esa capacidad, no así las criaturas que estamos limitadas por un cuerpo. Ese atributo natural se llama omnipresencia.



Es el único Ser que tiene poder absoluto sobre la naturaleza, los humanos no podemos ordenar a la tormenta que se calme, no podemos caminar sobre el agua, no podemos atravesar paredes ni multiplicar panes y peces, menos resucitar por nuestros propios medios. Dios posee todo ese dominio sobre lo creado y podría seguir creando mundos, si Él así lo decidiera, porque Él es Todopoderoso, Omnipotente. Algunos maliciosamente juegan con el verbo "poder" y dicen Dios no es todopoderoso porque no puede crear dos montañas sin un valle entre ellas, mas esto es ilógico y Dios es un Ser racional. O también alegan Dios no lo puede todo porque no puede mentir ni odiar. Otro argumento tonto, ya que Dios es un Ser moral que no hace lo malo. El hecho de que Él no haga lo malo no es que no sea capaz de hacer algo sino que Su misma naturaleza se lo impide.



Un tercer atributo natural de Este Ser magnífico es su omnisapiencia o sabiduría, es decir que todo lo sabe, no hay algo de lo cual Él no esté enterado, conoce los pensamientos, sentimientos y acciones de todas Sus criaturas, aún las que están en desobediencia; conoce el comportamiento de la naturaleza animal, vegetal y mineral; lo sabe todo. De allí derivan muchas de las dudas teológicas que los incrédulos y los débiles en la fe proponen: Si Dios lo sabe todo ¿por qué creó al hombre con la capacidad de desobedecer?; si Él sabía que Adán iba a desobedecer ¿por qué le puso la prueba de no comer del árbol de conocimiento?; si todo lo sabe ¿para qué escogió a Judas como discípulo? Todas estas preguntas tienen la única intención de exculpar al hombre de responsabilidad e inculpar a Dios como Creador. Pero no es así, Él ha creado personas libres con conciencia de sí mismas, determinación propia, inteligencia y conciencia moral, a imagen y semejanza de Él, por tanto el hombre es también responsable de sus actos.



EL ABSOLUTO Y LA NECESIDAD
La perfección de Dios en cuanto a Sus atributos naturales se resume en una sola palabra "absoluto". Dios es un Ser absoluto. Esto significa que Él no depende de nada fuera de sí mismo. Nosotros para vivir requerimos de alimentos, aire y otras condiciones que permiten nuestra vida, sin embargo Él se basta a sí mismo porque Él es la Vida. Los humanos y los animales requerimos de otro, hembra o macho, para reproducirnos; Él no necesita otro dios o diosa para multiplicarse, pues no necesita la reproducción de otro Dios o dioses, ya que es Dios y se basta a Sí mismo. Él tiene la comunión que necesita en la Trinidad. Esto no significa que sea indiferente, sino que no requiere de otros para existir. Sus relaciones con lo creado no son necesarias de su parte. Podemos entender esto si observamos a un artista, quien puede seguir existiendo a pesar del deterioro de su obra o desentenderse de ella después de venderla. Dios, el Gran Artista del universo, no tiene que depender del mundo pero sí el mundo depende de Él. Puede existir perfectamente sin el mundo pero éste no existe sin Dios.



Los humanos necesitamos relacionarnos con otros para preservar la especie, el hombre y la mujer buscan pareja para tener hijos. Hay un sentimiento de soledad y de estar incompleto hasta que encuentra esa "mitad" que le falta. Los humanos necesitamos agruparnos en familias, tribus, clanes, sociedades, para apoyarnos y defendernos. "El hombre no es una isla" decimos, es un ser sociable, que necesita de otros para vivir. En el caso de Dios no es así. Él no es hombre para que necesite de otros, Él es autosuficiente. Esta dependencia de los humanos se debe a su naturaleza limitada con que Dios les ha creado. En cambio cuando Dios establece relaciones con el hombre no lo hace impelido por una necesidad o debilidad, ni por una fuerza externa, sino que únicamente por un acto libre Suyo. Si Él nos ha creado es porque quiso hacerlo y no porque lo necesitara o fuese obligado a hacerlo. Si preserva Su creación es sólo porque Él la aprecia y así decide soberanamente hacerlo. Planificó la redención en Cristo, el Unigénito, no por temor, arrepentimiento u otra causa de humano razonamiento, sino porque Él decidió hacerlo.



TEISMO Y OTRAS DOCTRINAS DEL ABSOLUTO
Dios es Absoluto y sus relaciones con el kosmos son por propia determinación y no por necesidad. El teísmo cristiano, el modo cristiano de entender a Dios o doctrina de Dios, afirma lo absoluto de Dios en el sentido de una vida Personal, Independiente y Perfecta. Creemos que Dios es un Ser increado o no creado, una Persona, independiente del hombre, ser creado. Creemos que el Creador es independiente de Su creación, aún cuando se refleje en ella y la impregne con Su Espíritu. Los cristianos creemos que Dios es perfecto.



Esto se diferencia de la interpretación panteísta. El panteísmo es la doctrina que asigna divinidad a todo el universo, en él se funden y confunden la Divinidad con la creación, de modo que esta última pasa a ser también divina. de allí surgen prácticas idólatras y mágicas que confieren dones sobrenaturales a lo creado, como piedras, plantas, animales, objetos, etc. Para el panteísmo todo es sagrado porque Dios es todo. Entonces Dios necesita de lo creado, depende de ello para actuar. Asimismo el humano puede manipular a Dios a través de lo creado; este es el sustento de la magia, la forma más primitiva de religión. La interpretación que el panteísmo hace de lo Absoluto de Dios es distinta a la del teísmo cristiano: para el panteísmo Dios es Absoluto en el sentido que está en todo y para el cristianismo Dios es Absoluto porque no depende de nada.



También algunas modalidades de agnosticismo hablan de un absoluto detrás de los fenómenos del kosmos, el cual no puede conocerse debido a su calidad de absoluto. Para el agnóstico Dios es una interrogante, una pregunta que no tiene respuesta positiva ni negativa, una realidad inalcanzable para el ser humano. Por tanto deberá éste prescindir de esa realidad mientras viva. No así el cristianismo, que cree que Dios es Absoluto pero que por determinación propia se ha revelado a la humanidad y está cercano a ella.



Si comparamos las posiciones del panteísmo y el agnosticismo nos percataremos que el primero coloca a Dios tan cerca de los fenómenos del mundo que Dios se pierde en ese mundo, en tanto el segundo pone tan lejos al Absoluto que hace imposible aprender de Él a través de Su creación. Ambos métodos de pensamiento no permiten conocer a Dios pues desconocen a Éste como Persona Divina, Espiritual, Soberana y Absoluta.



DIOS ES LA VIDA
Los seres humanos, los animales, las plantas y los seres angélicos no tenemos vida propia, puesto que por nosotros mismos no podemos generar la vida. Si estamos vivos es porque hemos recibido la vida de una fuente de vida. Esta fuente generadora de vida cósmica es un Ser real. Se llama Yo Soy el que Soy, Jawé, Jehová. Sólo Dios puede generar la vida, aunque muchos piensen que puedan manipular la vida o fabricarla en un laboratorio. Tal vez puedan jugar con la vida y hacer las condiciones para que se de, pero jamás podrán producir vida, pues la vida viene de Dios.



Dios es real, Él es un Ser, Él es el que Es, tal como Él mismo lo expresa Yo soy El que Soy. Él está vivo. Mas, no sólo Él vive, sino que también Él es la fuente de la vida, de todo lo que vive. Dios es la vida y tiene existencia propia.



La Biblia habla de Dios como el Dios viviente, en contraposición a los dioses inertes del mundo pagano. Nuestro Dios es El que es y da la vida. ".../ para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y defensa de la verdad." (1 Timoteo 3:15)



El medio de la energía emanada de Dios, Cristo, es la fuente de la vida humana. El mismo mediante el cual se hizo todo, encarnó y vimos Su poder vivificador. "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre." (San Juan 1:14).



La vida de Dios alumbra a todo hombre que viene a este mundo. La vida es característica de lo humano, es como una luz que todo lo ilumina. Cuando alguien muere, se le observa sombrío, sin vida. La misma Vida vino a este mundo y nos iluminó. "La luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo." (San Juan 1:9)



Dios le ha dado a Cristo vida en sí mismo. El Padre y el Hijo son uno. Desde que existe el Padre, existe el Hijo, aunque ninguno tiene comienzo pues son eternos. El Hijo fue engendrado del Padre, es el Unigénito del Padre pero no menor ni después que Él. La misma vida del Padre la tiene el Hijo. El Cristo tiene vida zoé, vida sobrenatural, en Sí mismo. "Como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo" (San Juan 5:26)



Cristo es la resurrección y la vida. "Le dijo Jesús: -Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá." (San Juan 11:25)



Cristo levanta a los muertos espiritualmente. "De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán." (San Juan 5:25)
Un día Él llamará de las tumbas a todos los difuntos. "No os asombréis de esto, porque llegará la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; / y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación." (San Juan 5:28,29)



Porque Dios es Absoluto, entendemos que Él es la vida, no puede ser la inexistencia ni la muerte, Él es la resurrección y la vida, Él no es Dios de muertos sino de vivos. El carácter Absoluto del Creador lo hace aún más grande a nuestros ojos. Tú has seguido a Alguien más grande que un gran líder o maestro. Tú crees en Alguien mayor a cualquiera persona que conozcas. Tu Dios no depende de los tiempos ni de los hombres, tu Dios no depende de ti, pues es Absoluto y se basta a si mismo. Que esta enseñanza te ayude a aumentar tu fe y obediencia, pues ahora puedes entender que eres discípulo del Dios Absoluto.



BIBLIOGRAFÍA.
Walter Thomas Conner, "Doctrina Cristiana"; Casa Bautista de Publicaciones, USA, 1962.

viernes, diciembre 15, 2006

LA SOBERANIA DE DIOS






Lectura bíblica: San Mateo 20: 15



Propósitos de la charla: Comprender la doctrina acerca de la soberanía de Dios.


El Reino de Dios conlleva exigencias, las cuales fueron planteadas en el Sermón del Monte, exigencias como: pobreza, persecución, pequeñez, grandeza, disciplina, pasión por el reino, integridad, prioridad por el reino y coherencia (ver charla "Exigencias del Reino"). Sin embargo nuestra vida religiosa no se basa sobre la obediencia ciega a una ley que exija ciertas conductas, sino que es una relación espiritual con una Persona con conciencia propia, determinación propia, inteligencia y conciencia moral (ver "Eres Persona"). Esta comunicación es netamente espiritual, ya que Él es Espíritu, es invisible, racional y moral, comunicativo y se ha revelado y encarnado en Jesucristo, como figura palpable de Su Palabra y Persona (ver "Dios es Espíritu"). Como Persona y Espíritu, Él ejerce Su Reino sobre todo lo creado, sobre la Humanidad y Su Iglesia, en otras palabras ejerce Su soberanía. Podemos decir que Él es Dueño de todo.



La palabra "soberano, na" es un adjetivo que significa grande, excelente o difícil de superar. Por ejemplo alguien puede recibir una "soberana" paliza, un "soberano" premio o haber tenido una "soberana" experiencia. Una segunda acepción es la que dice relación con gobierno, se refiere al que ejerce o que posee autoridad suprema o independiente; en las democracias el pueblo es "soberano" y elige libremente a sus gobernantes. En este último sentido Dios es soberano ya que tiene toda autoridad sobre la creación.



TRASFONDO HISTÓRICO
En la Edad Media el príncipe era considerado el soberano ya que sus súbditos no podían apelar a una autoridad más alta. Es hasta el siglo XVI cuando se construye sistemáticamente el concepto de soberanía con base en la presencia del Estado moderno, centralizado y burocrático, en el cual tal fenómeno constituyó una característica esencial. El Estado nacional nació con un concepto antes no conocido, la idea de la soberanía. Esta es el fruto de las luchas sostenidas por el rey francés contra el imperio, la Iglesia y los señores feudales. Este nacimiento del "estado soberano" ocurrió a finales de la alta Edad Media. En efecto, la presencia del Estado moderno dio nacimiento a una concepción nueva de ese poder, la cual surge con Jean Bodin en Les Six Libres de la République, París, 1576, en el siglo XVI.



La Iglesia cristiana, que arranca desde la Antigüedad y se forma en la Edad Media, obviamente transfiere esa visión política del mundo a su concepción eclesial y teológica. Jesucristo como Rey es el soberano y la más alta autoridad. La Iglesia de la Edad Media es altamente jerárquica, en cambio la Iglesia que surge en el Renacimiento, tanto la de la Reforma como la de la Contra Reforma, es un organismo más pluralista y diversificado. Hoy se ejerce la fe cristiana de múltiples maneras y, aún cuando ello implica una pulverización de la autoridad en miles de "iglesias", la autoridad de Cristo sigue vigente en la presencia de Su Espíritu Santo y en la Palabra de Dios. El Soberano de la Iglesia contemporánea sigue siendo Dios, aunque muchas veces parezca que la autoridad en ella la ejercieran el dinero, los medios de comunicación masiva y el poder del liderazgo.



"Soberanía" es un sustantivo femenino e indica autoridad suprema. En una monarquía esa autoridad se centra en la nobleza, en una dictadura se concentra en un solo gobernante, en las democracias reside en la mayoría. También quiere decir excelencia no superada: Un poeta hablaba de la soberanía del Sol sobre los demás astros, queriendo destacar su supremacía. Cristo tiene toda soberanía sobre la creación y el ser humano, como lo expresa el Nuevo Testamento, porque posee la autoridad suprema y su excelencia en cuanto a virtudes divinas es insuperable (Filipenses 2:9-11)



En el ámbito político, la soberanía, según la clásica definición de Jean Bodin en su obra Los seis libros de la República, es el "poder absoluto y perpetuo de una República". También se conceptualiza como el derecho de una institución política de ejercer su poder. Tradicionalmente se ha considerado que la soberanía consta o necesita de tres elementos: territorio, pueblo y poder. Desde un punto de vista espiritual, la soberanía de nuestras vidas está en manos de Dios. Es por eso que los seres humanos no podemos disponer de nosotros y quitarnos la vida si nos place, ya que no tenemos la soberanía de ella. Se habla de "libre albedrío" pero éste no puede ir más allá de la soberanía de Dios. El Señor tiene un territorio, un pueblo y poder; su territorio es toda la creación incluida el alma y espíritu humanos; un pueblo, formado por Israel más todos los que han creído en Él y aceptado Su sacrificio redentor, Su Iglesia; y todo el poder de Su Espíritu Santo.



En derecho internacional, ciencia creada por cristianos, la soberanía es un concepto clave y se refiere al derecho de un estado para ejercer sus poderes, sin sufrir intromisión extranjera. Muchas veces se habla de defender la soberanía cuando un país protege su territorio, o cuando no permite que alguien sea juzgado en un país extranjero por crímenes cometidos en su propio país. Todo país es soberano y tiene derecho a ejercer su soberanía. Dios es dueño de nuestras vidas y tiene pleno derecho a ejercer con ellas como a Él le plazca.



LA SOBERANÍA DE DIOS
¿En qué consiste la soberanía de Dios? Dios es soberano porque no está sujeto a nadie, no depende ni es influido por nadie. Él obra siempre y únicamente como quiere (Isaías 46:9-10). En el Nuevo Testamento, los apóstoles empleaban una palabra aún mas fuerte para referirse a Dios como el que gobierna el mundo a su entera voluntad, le llamaban despotes, es decir "déspota", con todo respeto y amor (Hechos 4:24) Dios es el Soberano que nos rige a Su entera voluntad. Y puesto que es un Dios justo, sabio y compasivo, nada debemos temer. Sobre la soberanía de Dios, es preciso puntualizar cinco cosas:



1) Dios reina sobre el mundo
La soberanía de Dios implica que Él reina sobre el mundo, porque Dios es Rey de toda la tierra. Él reina sobre las naciones. Esto lo expresa la Biblia, afirmando que Dios está sentado en su santo trono (Salmo 47:7-8). Domina con Su poder eternamente y sus ojos velan sobre las naciones; que no se enaltezcan los rebeldes (Salmo 66:7)


2) Dios controla las naciones
Dios es el Señor de la Historia humana. Él puede cambiar el curso de los acontecimientos, los tiempos y las edades, quitar y poner gobernantes. Dios da sabiduría a los sabios, a los científicos e investigadores, a políticos y mandatarios. Él otorga conocimiento a los entendidos (Daniel 2:21). Todo está bajo Su control, de modo que nada debemos temer. Dios es soberano sobre los gobiernos del mundo, estableciendo la autoridad gubernamental (Romanos 13:1-2). Él cambia los gobiernos cuando quiere (Daniel 2: 21). Juzga los gobiernos con justicia, como lo hizo con los babilonios entregando su imperio a los Medos y Persas (Daniel 5)


3) Dios ejerce soberanía sobre Su Iglesia
Aunque Dios es soberano de todo el universo, tiene autoridad absoluta sobre en forma especial sobre la Iglesia. Él es soberano sobre el gobierno de la Iglesia. Los que la presiden y dirigen son puestos por Dios (Efesios 4:11). Por eso el mismo apóstol declara tan categóricamente "Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos)" (Gálatas 1: 1)


Ejerce esta autoridad: a) Por llamamiento directo (Hechos 13: 2); b) Por nombramiento ministerial (Tito 1:5); y c) Por elección congregacional (Hechos 6)


4) Dios es soberano sobre nuestras vidas
Su autoridad y soberanía son eternas, permanecerá generación tras generación. Los seres humanos somos nada comparados a Él; Dios es la causa de toda la creación, sin Él nada existe; en cambio nosotros somos apenas una circunstancia, la vida puede continuar sin nosotros. Él actúa conforme a Su divina voluntad y nadie tiene derecho a cuestionarlo. Nadie puede detenerlo y decirle: «¿Qué has hecho?» (Daniel 4:34b-35). El Apóstol explica: "Porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito" (Filipenses 2:13)



De la misma manera que un padre de familia dice: "¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?", El Dios del cielo y de la tierra nos hace la misma pregunta (Mateo 20: 15). Puesto que Él es Padre y nosotros Sus hijos, ya que formamos una sola familia espiritual, los que hemos sido redimidos por la sangre de Cristo, no hay atributo de Dios más consolador que esta doctrina de la Soberanía Divina. Es la más amada por los cristianos y la doctrina más odiada por los hombres del mundo, quienes permitirán que Él esté en cualquier lugar excepto en Su trono. El Dios en Su trono no es el Dios que ellos aman. Pero nosotros amamos predicar a Dios con el cetro en Su mano, Su corona sobre Su cabeza y sentado en Su trono, el Dios que tiene toda autoridad.



Entre muchas cosas, Dios tiene soberanía en la distribución de Sus dones; tiene el derecho de hacer lo que quiera con lo suyo, y así Él ejerce ese derecho. Partiendo de la idea que todas las bendiciones recibidas por nosotros son dones y que no tenemos derecho a ellos por nuestros méritos, que son regalos inmerecidos de Dios, entonces Él tiene un derecho. Dios ve esos dones como Su pertenencia, por tanto debe administrarlos de la mejor forma. No puede abandonarlos a nuestra ignorancia e irresponsabilidad; debe cautelar su administración hasta cuando aprendamos la mayordomía de ellos.



5) Los caminos de Dios van más allá de nuestro entendimiento
Los pasos del hombre son ordenados por el Señor, por tanto para los humanos es casi imposible entender su destino, salvo que Él se lo revele (Proverbios 20:24). Los pensamientos de Dios marchan en otra dirección, diferente de los humanos, la senda de Dios es elevada e inasible para la comprensión humana, los pensamientos de Dios son demasiado elevados y profundos para nosotros (Isaías 55:8-9). ¿Quién puede conocer la mente del Señor? (Romanos 11:33-36)



¿Está usted dispuesto, como discípulo de Jesucristo, a que Él ejerza absoluta soberanía sobre usted, su familia, su trabajo, servicio, bienes, etc.?



BIBLIOGRAFÍA
Alberto Prokopchuk; "La soberania de Dios".
Charles Haddon Spurgeon, "¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?", sermón predicado la mañana del domingo 4 de Mayo de 1856 en la Capilla de New Park Street, Southwark, Londres.
http://www.ublaonline.org/editorial/ap24.htm
http://www.adorador.com/temasdoctrinales/05_la_trinidad_de_dios.htm

domingo, diciembre 03, 2006

DIOS ES ESPÍRITU



Lectura bíblica: San Juan 4:24


Propósito de la charla: Comprender la doctrina acerca de la espiritualidad de Dios.



Los seres humanos vivimos en una realidad de dos y hasta tres dimensiones. En primer lugar somos seres materiales, de carne y hueso, que experimentamos la vida a través de los sentidos. Las experiencias más fuertes son las sensoriales. En segundo lugar somos seres psicológicos, tenemos una vida interior, reflexiva, imaginativa, etc., interpretamos la realidad, la recreamos y transformamos a partir de ello. He allí una importante diferencia con los animales. La tercera y más profunda dimensión es la espiritual, relacionada con la fe o capacidad de creer. Somos seres espirituales, trascendentes, capaces de relacionarnos con Dios.


UN DIOS INVISIBLE.
Esta triple realidad nuestra ha sido creada por un Dios invisible e imperceptible a través de los sentidos humanos. Fuimos hechos a semejanza de Él, pero Él no es a semejanza nuestra. Él no tiene una corporalidad. La Biblia en el libro de la Revelación se esfuerza por darnos a entender aquello (Apocalipsis 4:2,3). Si Dios tiene una psicología ésta no corresponde a una estructura cerebral ni a la presencia de un sistema nervioso central, como en el hombre, sino que es de absoluto carácter espiritual. La esencia del ser de Dios es espíritu, no hay elemento material en su ser. Dios no es materia, no depende de la materia ni tiene cuerpo.


UN DIOS RACIONAL Y MORAL
La única forma como nosotros podemos llegar a tener una idea acerca de la espiritualidad de Dios en forma concreta es pensando en nuestra propia vida o experiencia interior. Así como experimentamos un enorme vida interior, estamos llenos de recuerdos a los cuales damos un orden y una interpretación; así como somos capaces de soñar mundos y traerlos a la realidad; así como pensamos y razonamos, y para nosotros ello es tan real como la realidad concreta y material, Dios es similar. Dios piensa, habla y crea. Su pensamiento es voz, ya que no tiene boca. Y como nunca piensa mal jamás crea algo inadecuado. Si a los ángeles creó perfectos y algunos de éstos se rebelaron, eso Él ya lo sabía. Igual cosa con los humanos: nos creó libres y dispuso de antemano la redención para perfección de su criatura (Apocalipsis 13:8; 1 Pedro 1:19,20)


Necesitamos pensar en Dios como en una energía con vida mental y moral, más que en algo material. Dios es espíritu, declara Jesucristo: "Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos./ Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre./ Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad" (San Juan 4:22-24)


UN DIOS COMUNICATIVO
El espíritu forma la esencia del ser de Dios. La comunión con Dios, por ser una experiencia espiritual interior o subjetiva, nos lleva a creer que Dios es un ser espiritual. Desde el día de nuestra conversión comenzamos a tener una relación íntima y espiritual con el Señor. Esta experiencia es la que nos revela Su naturaleza espiritual. Si la relación con la Divinidad es por intermedio de iconos y sacramentales, aún estamos en camino de conocer la auténtica naturaleza del Padre. En el Antiguo Testamento Dios dispuso todo un sistema sacerdotal jerárquico, ritual y sensorial, por causa de la naturaleza humana. Aún hoy día muchos necesitan de elementos corpóreos y sensitivos para acercarse y "sentir" a Dios. Todos, en mayor o menor medida, estamos en esta situación.


No podemos ver a Dios ni alcanzarlo por ninguna forma de percepción sensorial. Pero sí podemos tener comunión con Él por medio de la fe. Por medio de esta experiencia espiritual, conocemos a Dios como un poder invisible y espiritual que opera dentro de cada cristiano.


UN DIOS REVELADO
Cuando la Biblia habla de las manos, ojos y boca de Dios, en realidad está adaptando el lenguaje a nuestra comprensión humana (Deuteronomio 5:15; 7:19; 11:12; 1 Reyes 8:15; 1 Crónicas 4:10; 2 Crónicas 6:4; 2 Samuel 15:25). Dios no podía revelarse de otro modo que no fuera en términos humanos: una zarza ardiente, agua que brota de la peña, milagros, una voz del Sinaí, etc. Los humanos tenemos la gran dificultad de no poder concebir a Dios en otros términos que no sean humanos, es decir siempre con referencia a la materia y la forma.


Esta dificultad, consistente en la necesidad de parámetros de tiempo y espacio, se resuelve en Cristo. Jesús es introducido por Dios en la Historia como un Dios-Hombre, concreto, palpable. El apóstol Juan declara: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida" (1 Juan 1:1)


San Juan dice en su Evangelio "Ningún hombre ha visto jamás a Dios, el Unigénito Hijo que está en el seno del Padre, él le declaró" (San Juan 1:18). Es categórico, nadie ha visto a Dios, ni el gran líder hebreo Moshé, מֹשֶׁה (Éxodo 33:17-23). La explicación que se da a veces es que no podemos verle, pues si así fuera, no soportaríamos su gloria, brillo, poder o autoridad; pero más clara y convincente es la razón que da Jesucristo: "Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad"


UN DIOS ENCARNADO
Jesucristo hizo tangible a Dios y a la experiencia de los hombres. Cristo es la imagen del Dios invisible, como la luz es el resplandor o proyección de una ampolleta o foco (Colosenses 1:15, Hebreos 1:3). Con la Encarnación y aparición del Hijo en nuestras coordenadas tiempo-espacio queda satisfecha esta necesidad de un Dios perceptible. Ahora podemos imaginar, ver y hasta representar a Dios, sin caer en idolatría ni herejía. Nadie se molesta porque se represente visualmente a Jesús en periódicos, revistas y museos. Tampoco si está presente en templos, aunque ello sea sospecha de una falta de fe, carencia de una comunión más espiritual con Dios. Aquello podría revelar cierta incapacidad de relacionarse espiritualmente con Jesucristo, pero no seamos tan extremos e iconoclastas. También puede ser un modo distinto de amar a Dios, abrazarse a una representación de Él. Ya han pasado cinco siglos desde la Reforma protestante del XVI como para sostener aún posiciones tan radicales. La idolatría, la adoración de imágenes, la búsqueda de dioses perceptibles, muestra esta necesidad que tenemos de una revelación tangible del Dios invisible (Hechos 17:24-29)


La revelación de Dios en Cristo es útil para revelarlo como Espíritu puro y al mismo tiempo de hacerlo real a los hombres. ¿Por qué envió Dios a Jesús a la tierra? Para darnos la posibilidad de expiar nuestras culpas en un Sustituto; pero también para revelarse con toda su Personalidad en un Hombre tangible. Jesús es la Palabra de Dios viva. Por boca de Jesús sabemos que Dios es espíritu, pero también vemos a un hombre de carne y hueso capaz de vivir los principios morales divinos declarados en los diez mandamientos. Dios es un Ser con Personalidad y un Ser Espiritual, con autoridad sobre todo lo creado por Él mismo. ¿Se ha revelado a usted este Dios que es Espíritu?


BIBLIOGRAFÍA.
Walter Thomas Conner, "Doctrina Cristiana"; Casa Bautista de Publicaciones, USA, 1962.
http://es.wikipedia.org/wiki/Reforma_Protestante
http://enciclopedia.us.es/index.php/Mois%E9s
http://www.ujcl.org/comentario168.html

domingo, noviembre 26, 2006

ERES PERSONA






Lectura bíblica: San Juan 8:23,24


Propósitos de la charla: Comprender la doctrina acerca de la Personalidad de Dios.


Aquel memorable día de mi conversión en el sencillo templo de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera, en Santiago de Chile, cuando escuché de labios del entonces estudiante de Teología, hoy pastor Josué Muñoz, la palabra que dice "No sólo de pan vive el hombre sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios"; mi corazón, espíritu y mente fueron tocados con una revelación: Dios es una Persona interesada en mi salvación y en mi felicidad. Entonces, ante el altar exclamé "¡Eres Persona!".


Dios es algo más que un concepto, la causa eficaz que explica la creación y la existencia, Dios es algo más que la respuesta a nuestra necesidad de uno que llene la soledad metafísica del ser humano, más que la seguridad para nuestra humana debilidad. Dios es una Persona, la Persona que ha creado la vida, la sustenta y la dirige hacia un propósito muy claro. Dios es la respuesta a todas mis interrogantes y la solución a todas mis necesidades. Es la Persona más importante que hay en mi vida.


Lo curioso es que no necesitamos verle ni tocarle ni escucharle de modo audible para aceptar su Personalidad. Él es tan real como el más cercano de nuestros amigos.


CRISTO PIENSA A DIOS COMO UNA PERSONA
En el Evangelio, Jesús nos presenta a Dios como una maravillosa Persona, un Padre amoroso que cuida a sus hijos con ternura. El amor y la justicia son cualidades de este Dios que Cristo enfatiza. Él mismo vivencia esos atributos: paciencia (es sufrido, sabe soportar), bondad (es benigno, bondadoso), humildad (no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso), delicadeza (no es grosero, injurioso), altruismo (no es egoísta, no busca lo suyo), serenidad (no se enoja, no se irrita), jovialidad (no guarda rencor, no piensa el mal), compasión (no se alegra de la injusticia sino de la verdad) y magnanimidad (todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta). (1 Corintios 13:4-7).


Jesús es expresión de todos los atributos de Dios, como la luz de la vela es la manifestación de la energía de la llama. (Hebreos 1:3)


CONCIENCIA PROPIA.
Se dice que una persona tiene conciencia propia, es decir que posee un claro conocimiento de su existencia, separada de la existencia de otros y del medio en el cual vive. El bebé no discrimina entre sí mismo y su madre; aún no ha formado esa conciencia propia y por tanto no diferencia el yo del no-yo. Recién al año, cuando ha desarrollado mejor sus sentidos y distingue los rostros y voces de sus padres, se inicia este proceso de toma de conciencia. Aquí estamos hablando de la conciencia o consciencia, es decir del estar consciente, no de la conciencia moral que distingue lo bueno de lo malo. La conciencia propia permite que nos veamos a nosotros mismos como personas con cualidades especiales, distintas a los demás. La adolescencia es un período en que se produce un fuerte cuestionamiento del modo de pensar, sentir y actuar de nuestros padres, se confronta la tradición recibida y surge un modo de ser personal a la vida adulta. En esta etapa se establece nuestra personalidad. La conciencia propia es característica de nuestra personalidad. Todo ser humano tiene conciencia propia, salvo aquél que está en "estado vegetal".


De acuerdo a lo anterior ¿podemos decir que Dios tiene personalidad? ¿Es Él un Ser con conciencia propia? Dejemos que la misma Biblia nos lo responda:


"Moisés era pastor del rebaño de Jetró su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios. / El ángel de Yahveh se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía./ Dijo, pues, Moisés: "Voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la zarza."/ Cuando vio Yahveh que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!" Él respondió: "Heme aquí."/ Le dijo: "No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada."/ Y añadió: "Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob." Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios. / Dijo Yahveh: "Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos./ He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los perizitas, de los jivitas y de los jebuseos.Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los egipcios los oprimen./ Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto."/ Dijo Moisés a Dios: ¿Quién soy yo para ir a Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?"/ Respondió: "Yo estaré contigo y esta será para ti la señal de que yo te envío: Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto daréis culto a Dios en este monte."/ Contestó Moisés a Dios: "Si voy a los israelitas y les digo: "El Dios de los padres de ustedes me ha enviado a vosotros"; cuando me pregunten: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé?"/ Dijo Dios a Moisés: "Yo soy el que soy." Y añadió: "Así dirás a los israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros." (Éxodo 3:1-14)


Jehová es un Ser Divino con conciencia propia. Jesucristo, como Hijo y expresión de Dios Padre, también tiene esa conciencia. En ocasiones Jesús usó el "YO SOY", el nombre personal de Dios en el Antiguo Testamento. Lo máximo de todos los nombres para el Señor Jesucristo es el "YO SOY." Esta es la razón por la cual el apóstol Pablo escribió: "Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para Gloria de Dios Padre" (Filipenses 2:9-11). Jesús es el Señor. El nombre que está sobre todos los nombres es "Señor", y este es equivalente a "Jehová" o Yahweh, "YO SOY EL QUE SOY." Claramente dijo "antes que Abraham fuese, yo soy" (San Juan 8;58). Siete veces Jesús clama a ser el gran "YO SOY" (San Juan 4:26; 6:20; 8:24,28,58; 13:19; 18:5). En cada uno de estos contextos "YO SOY" mantiene reforzando la deidad de Jesús. Él está manteniendo su clamor para ser Dios.


Es posible decir "yo soy yo" sólo si tengo conciencia de mí mismo.


DETERMINACIÓN PROPIA.
Otro aspecto de la persona es la determinación propia. Trátase de aquella capacidad de decidir que tiene todo ser humano, aún desde niño. Todos tenemos la capacidad de decidir nuestro destino. La consideramos un derecho, es la libertad de conciencia y de acción inherente a nuestro ser. Se puede negar a alguien la libertad física pero no perderá jamás su determinación propia. Ésta no se encuentra limitada por circunstancias externas ya que forma parte de nuestra persona. San Pablo tenía la firme determinación de evangelizar su mundo, podía estar encarcelado mas decía "la palabra de Dios no está presa" (2 Timoteo 2:9).


Toda persona tiene una voluntad propia, la capacidad de tomar su propio camino. Asimismo Dios, Él por voluntad o determinación propia asumió el riesgo de crear unos seres que fuesen libres de tomar decisiones, si obedecerle a Él o desobedecerle. Creó entonces los espíritus celestes: querubines, serafines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles. Lucifer, el querubín, optó por rebelarse y oponerse a Su voluntad. Luego creó en la tierra las plantas y animales, quienes no tienen determinación propia, y al hombre y la mujer, que si la tienen.


INTELIGENCIA.
La inteligencia es otra característica de la personalidad. Es la capacidad de asimilar, guardar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas, cosa que también son capaces de hacer los animales e incluso los ordenadores. Pero el ser humano va más allá, desarrollando una capacidad de iniciar, dirigir y controlar nuestras operaciones mentales y todas las actividades que manejan información. Aprendemos, reconocemos, relacionamos, mantenemos el equilibrio y muchas cosas más sin saber cómo lo hacemos. Pero tenemos además la capacidad de integrar estas actividades mentales y de hacerlas voluntarias, en definitiva de controlarlas, como ocurre con nuestra atención o con el aprendizaje, que deja de ser automático como en los animales para focalizarlo hacia determinados objetivos deseados.


La Biblia habla de inteligencia:
"Hizo, pues, Bezaleel y Aholiab, y todo hombre sabio de corazón, á quien Jehová dio sabiduría e inteligencia para que supiesen hacer toda la obra del servicio del santuario, todas las cosas que había mandado Jehová." (Exodo 36:1). Aquí está referida a una habilidad artística y artesanal para confeccionar objetos sagrados.


"Guardadlos, pues, y ponedlos por obra: porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia en ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, gente grande es ésta" (Deuteronomio 4:6) La sabiduría y el entendimiento para gobernar la vida de un pueblo. Podríamos hablar de una inteligencia política o para autogobernarse.


"Y díjole Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, mas demandaste para ti inteligencia para oír juicio" (1 Reyes 3:11) La inteligencia es una capacidad para discriminar lo bueno de lo malo y juzgar.


"Hijo mío, está atento á mi sabiduría, Y á mi inteligencia inclina tu oído" (Proverbios 5:1) La inteligencia, como toda capacidad, viene de Dios.


"Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; Y adquirir inteligencia vale más que la plata" (Proverbios 16:16) La inteligencia es atributo de la persona humana pero se debe desarrollar.


"Y á estos cuatro muchachos dióles Dios conocimiento é inteligencia en todas letras y ciencia: mas Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños" (Daniel 1:17) Hay quienes desarrollan su inteligencia en planos más espirituales o sobrenaturales.


"Leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi inteligencia en el misterio de Cristo" (Efesios 3:4) La revelación o la capacidad de recibir un conocimiento superior de parte de Dios, es la máxima inteligencia.


Es evidente que Dios es un Ser inteligente. Uno de los siete dones de Dios es la inteligencia. "Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor" (Isaías 11:2) Por lo tanto tenemos otra evidencia que Él es una Persona.


CONCIENCIA MORAL.
La conciencia de que una acción es buena o mala, mejor o peor que otra, el sentimiento de culpa, el conocimiento y la aceptación de un código de comportamiento social para vivir en armonía con los demás y con la naturaleza, son parte de lo que llamamos conciencia moral.


La palabra moral traduce la expresión latina moralis, que derivaba de mos (en plural mores) y significaba costumbre. Con la palabra moralis, los romanos recogían el sentido griego de êthos, del cual deriva la palabra ética: las costumbres también se alcanzan a partir de una repetición de actos. La palabra moralis tendió a aplicarse a las normas concretas que han de regir las acciones.
La moral es un conjunto de juicios relativos al bien y al mal, destinados a dirigir la conducta de los humanos. Estos juicios se concretan en normas de comportamiento que, adquiridas por cada individuo, regulan sus actos, su práctica diaria. A menudo es un conjunto de preguntas y respuestas sobre qué debemos hacer si queremos vivir una vida humana, es a decir, una vida no con imposiciones sino con libertad y responsabilidad.


La ética, por otro lado, es una reflexión sobre la moral. La ética, como filosofía de la moral, se encuentra en un nivel diferente: se pregunta por qué consideramos válidos unos y no otros comportamientos; compara las pautas morales que tienen diferentes personas o sociedades buscando su fundamento y legitimación; investiga lo qué es específico del comportamiento moral; enuncia principios generales o universales inspiradores de toda conducta; crea teorías que establezcan y justifique aquello por el que merece la pena vivir.


La moral da pautas para la vida cotidiana, la ética es un estudio o reflexión sobre qué origina y justifica estas pautas. Pero las dos, si bien son distinguibles, son complementarias. Es por ello que un autor, reconociendo la vinculación entre teoría y práctica, llama a la ética moral pensada y a la moral, moral vivida.


LA PERSONALIDAD DE DIOS
Conciencia propia, determinación propia, inteligencia y conciencia moral son atributos imprescindibles para que exista una personalidad. Dios tiene todas estas características, por tanto tiene una personalidad. Es una personalidad perfecta. Es necesaria la personalidad de Dios para dar razón de la personalidad del hombre, como creación suya. Dios nos hizo conforme a Su imagen. Si Dios no fuese una persona, entonces las cualidades del ser humano no tendrían explicación.
Toda nuestra relación con Dios, lo que llamamos la vida cristiana, se basa en la firme creencia de que Él tiene personalidad, es una Persona. El pecado es falta contra una Persona; uno se arrepiente por haber ofendido a una Persona; la fe es confianza en una Persona. Si Dios no es Persona, la religión no es más que superstición y pura farsa.


La revelación cristiana se funda en la idea de la Personalidad de Dios. Él no es una idea abstracta sino un Ser, una Persona con autoridad sobre toda la creación y particularmente sobre nuestras vidas. La experiencia de comunión con Dios disipa toda duda acerca de Su Personalidad, la cual es tan cierta como la de cualquiera de nuestros seres queridos. ¡Hemos encontrado a la Persona más importante del universo!



BIBLIOGRAFÍA.
Walter Thomas Conner, "Doctrina Cristiana"; Casa Bautista de Publicaciones, USA, 1962.
http://www.psicoactiva.com/arti/articulo.asp?SiteIdNo=138
http://www.abideinchrist.org/selahes/mar19.html

lunes, octubre 09, 2006

LAS EXIGENCIAS DEL REINO



Lectura bíblica: San Mateo 5:48

Propósitos de la charla: Conocer, valorar y practicar las exigencias del Reino, planteadas en el Sermón del Monte.


La palabra "reino" aparece 9 veces en el sermón de la montaña predicado por Jesús y registrado por el primer Evangelio (San Mateo 5, 6, 7). En Numerología bíblica, el nueve es el número de la finalidad o del juicio. Marca lo completo, el fin y el resultado de todas las cosas en cuanto al hombre; el juicio del hombre y de todas sus obras. Es un factor de 666, que es 9 veces 74. El número 9 es 3², y 3 es el número de la perfección Divina, así como el número peculiar del Espíritu Santo (1 Corintios 12:8-10; Gálatas 5:19-21). Por ello, no es sorprendente descubrir que este número denota "finalidad" en cosas divinas.

Los cristianos convertidos leemos este sermón de Jesús a sus discípulos y quedamos perplejos y algunos hasta desorientados frente a unas palabras del Maestro aparentemente tan legalistas. En este discurso Él nos ordena guardar unas normas morales muy exigentes, al punto de decirnos "Sean perfectos como mi Padre que está en los cielos es perfecto". Nos quedamos abismados ante tamaña exigencia, después de habernos convertido a través del Evangelio de la gracia, que tan claramente proclama San Juan. El apóstol del amor nos muestra un Dios de perdón, al cual podemos acceder exclusivamente por medio de la fe, sin necesidad de hacer buenas obras o actuar de un modo moral (San Juan 1:12; San Juan 3:16; San Juan 5:24; San Juan 20:31).

No hay contradicción en toda la Biblia. Dios se ha valido de distintos hombres con particulares sensibilidades, experiencias, culturas, etc. para mostrarnos su multiforme gracia y las distintas perspectivas, alcances y etapas del Evangelio. La gracia de Dios expresada en el sacrificio de su Hijo no entra en contradicción con los mandamientos dejados por Él como Señor de la Iglesia. El Evangelio que proclama San Juan es el Evangelio de la Gracia de Dios, es decir la buena noticia de que Él ha elaborado y puesto por obra un plan de salvación para todos los que estábamos condenados. El Evangelio que nos muestra Leví, San Mateo, como buen judío es el Evangelio del Reino.

El evangelista y apóstol Mateo, opta por hablar de: "El Reino de los Cielos", cuando los otros tres evangelistas hablan de: "El Reino de Dios". Solamente en 4 ocasiones Mateo usa la frase "El Reino de Dios" (San Mateo 6:33; 12:21,28,31,43), en tanto que la frase "el Reino de los Cielos" aparece 32 veces en su evangelio. Generalmente se explica la preferencia de Mateo por esta última frase para denotar el carácter celestial del reino, vale decir, que proviene de arriba, como un don de Dios y no como una creación meramente humana y perecible.

Las nueve palabras "reino" en el sermón del monte, nos están indicando que esta enseñanza es una grave exigencia de Dios para quienes han sido traslados del reino de tinieblas "al reino de su amado Hijo" (Colosenses 1:13). Tales exigencias no son para los inconversos, no son un pre-requisito para la salvación, sino una condición para participar en el Reino de Jesucristo.

Aparte de que el Evangelio de Leví sea para judíos, según algunos, en el sermón del monte Dios se dirige a discípulos, es decir a personas que ya le conocen y están en una relación de obediencia con Él. No es un sermón evangelizador para la multitud sino una enseñanza para sus discípulos (San Mateo 5:1,2). El problema de nuestra lectura del Evangelio es que siempre pensamos en términos de ganar o perder la salvación; ser salvos o ser condenados; ir al cielo o al infierno, y no salimos de ese esquema mental que nos lleva continuamente a relacionarnos con Dios en términos de culpabilidad y liberación. ¡Ya es hora de que maduremos y comencemos a visualizar el proceso de crecimiento que implica nuestra relación con Dios!

Biológicamente no estamos pensando siempre acerca de nuestro nacimiento. Por cierto ese acontecimiento forma parte de nuestro pasado y quizás guardemos alguna fotografía de cuando éramos bebés; pero nadie duda de haber o vive pensando sólo en esa experiencia. Todo lo contrario, lo natural en el ser humano es vivir la etapa presente y proyectarse a etapas futuras. Siempre vamos tras un logro: estudiar para obtener un título, desarrollarnos profesionalmente, encontrar una pareja para casarnos y tener hijos, etc. ¿Por qué en la vida espiritual no asumimos esa conducta y seguimos comportándonos como si aún fuésemos bebés en Cristo, es decir unos aprendices?

Es maravilloso el mensaje de salvación anunciado por Dios en el Evangelio según San Juan, mas también es bellísimo y rico en promesas el Evangelio del Reino anunciado por Dios en el Evangelio según San Mateo. Comience usted a saborear, masticar, incorporar en su mente y corazón, y a practicar las enseñanzas del sermón del monte, y estará viviendo el reino de Dios en su vida. Necesitamos practicar las enseñanzas del Reino si queremos un días reinar con Él en el milenio. Ya no piense que es un asunto de salvación o condenación. Aquello fue resuelto en la cruz por el Hijo de Dios. ahora se trata de otro asunto. Usted ha nacido de nuevo y ha sido alimentado con la leche espiritual que todo hijo de Dios recibe en su infancia cristiana. Ahora necesita entrar a la escuela del Reino de Dios para obtener un día su graduación en el Tribunal de Cristo. ¿Desea usted pasar con honores esa prueba? ¿O es usted de aquellos que se conforman con estar en la multitud?

LOS PRINCIPIOS DEL REINO
El sermón mencionado nos da una "ley" en el sentido que establece normas o principios para la vida en el Reino de Dios. ¿Cómo se obtiene la salvación? Por la fe en Jesucristo. ¿Cómo se obtiene la entrada al Reino milenario? Por el cumplimiento de las normas del reino, es decir por obras. Cuando tomamos con liviandad el Evangelio y lo reducimos a un amor permisivo de Dios, nos hacemos mucho mal a nosotros y a nuestros hermanos. La fe en Jesucristo nos da la salvación de nuestra alma, pero esa fe debe desarrollarse y producir el fruto del Espíritu Santo. Por medio del ejercicio de los principios, actitudes y obras del Reino, alcanzaremos el galardón tras el cual San Pablo luchó hasta su fin (2 Timoteo 4:8), el cual viene con la segunda venida del Señor (Apocalipsis 22:12). A continuación se detallan estos principios expuestos por el Maestro de un modo bastante provocativo.

1. POBREZA
"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos." (San Mateo 5:3) En las bienaventuranzas Jesús anuncia que es requisito para pertenecer al Reino , la humildad, la absoluta sumisión a la voluntad de Dios. Él emplea la palabra «pobres» (anawim en hebreo, ptojoi en griego) en el sentido que le dieron los profetas del Antiguo Testamento, en particular los tardíos como Sofonías: los humillados y sumisos a la voluntad de Dios (Sofonías 2:3). Jesús, quién desde niño conocía muy bien las Escrituras, como todos sabemos, debe haber tenido en mente la frase de Isaías: «Miraré al que es pobre y humilde espíritu.» (Isaías 66:2). La unión de estos dos términos: «pobre» y «humilde», nos da el sentido en que Jesús emplea la palabra «pobre». «Pobre» es el que se humilla ante Dios, el que reconoce su pobreza y necesidad espiritual, su pobreza en el reino del espíritu, aunque sea rico materialmente. Pobre es el manso, el piadoso, el que está disponible ante Dios. Pobreza, desde el punto de vista evangélico, es humildad, sumisión al Señor.

2. PERSECUCIÓN
"Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos." (San Mateo 5:10) Quien obra la justicia de Dios será perseguido. Muchos que han proclamado la paz, la no violencia, la no discriminación, el respeto a la diversidad, etc. han sufrido persecución. En un mundo de injusticia, el que hace justicia y la tiene como norma de vida, es rechazado y perseguido, ya sea por la burla, el descrédito o la violencia. Es la lucha de las tinieblas contra la luz. Hay una bienaventuranza para los que sufren persecución: serán propietarios del Reino cuando venga Jesucristo. Persecución es en el fondo el resultado de hacer justicia.

3. PEQUEÑEZ
"De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos;" (San Mateo 5:19a) El Señor nos invita a ser detallistas y no menospreciar un mandato de Él, por sin importancia o pequeño que nos parezca. Toda lucha contra el aborto u otra acción contra la vida, por ejemplo, no es sin importancia sino un grave deber cristiano. Pequeñez nos indica que lo que para el hombre es pequeño, para Dios no lo es.

4. GRANDEZA
"...mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos." (San Mateo 5:19b) Hacer y enseñar son los requisitos básicos para tener autoridad en el reino de los cielos. Grandeza es autoridad moral.

5. DISCIPLINA
"Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos." (San Mateo 5:20) Consideramos a los escribas y fariseos, legalistas, exagerados y fanáticos; sin embargo el Señor nos exige esa justicia como standard mínimo. Seremos flexibles con el pecador, comprensivos con el prójimo, caritativos con el hermano, pero inflexibles e intransigentes con nosotros mismos. Necesitamos disciplina para llegar a ser auténticos ciudadanos del Reino.

6. PASIÓN POR EL REINO
"Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre./ Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra./ El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy./ Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores." (San Mateo 6:9-12) Deseamos que venga el reino de justicia de Dios a la tierra, pero ese reino no vendrá si primero no lo vivimos nosotros, los cristianos. El gran desafío del discípulo es vivir el reino de Dios en un mundo gobernado por las tinieblas; es como dicen los refranes "predicar en el desierto", "hacer el loco", "nadar contra la corriente". Vivamos los principios del reino en un mundo en decadencia.

7. INTEGRIDAD
"Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén." (San Mateo 6:13) El reino es del Señor eternamente. Él tiene poder para librarnos del mal y enfrentar la tentación con integridad. Ser personas íntegras es que somos discípulos coherentes y consecuentes con lo que creemos y predicamos.

8. PRIORIDAD POR EL REINO
"No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?/ Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas./ Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (San Mateo 6:31-33) Los seres humanos no pensamos ni sentimos como Dios. Damos mayor importancia a lo que es menos importante para Dios: la comida, la bebida, el vestido. ¿Qué es más importante para Él: que me esmere por tener una casa propia o que de alojamiento al pobre? ¿qué me afane en trabajar para ganar mucho dinero o que me esfuerce en servir a mi prójimo? "Buscad primero el reino de Dios y su justicia" La justicia del reino es que al necesitado se le devuelva lo robado, que cese toda discriminación, que sea anunciada Su Palabra y que los hombres se reconcilien con Él. Si buscamos primero esto, todo lo demás nos será añadido.

9. COHERENCIA
"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos./ Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?/ Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad." (San Mateo 7:21-23) Creemos que por el puro hecho de adorar a Dios y llamarnos cristianos podremos disfrutar del reino milenario, pero no es así. Sino el que hace la voluntad del Padre, la cual se expresa en este sermón y en todas las palabras de Jesús.

BIBLIOGRAFÍA.
"El Reino de Dios... ¿Qué es?", Mario A Olcese.
http://www.desarrollocristiano.com/
"Como entender los Números de la Biblia", Ramón Romero.

sábado, septiembre 23, 2006

REPRODUCCIÓN ESPIRITUAL




Pastor Iván Tapia

Lectura bíblica: Proverbios 11:30.

Propósitos de la charla: Comprender y desarrollar la "reproducción espiritual" como una función discipular por medio de la cual el Cuerpo de Cristo se expande.; conocer y aplicar en la evangelización el Libro sin Palabras; comprender las cinco verdades del Evangelio e internalizar el concepto de salvación por la sola gracia y la sola fe.

Hemos visto las diversas capacidades que poseemos los humanos, algunas de las cuales también los animales comparten en diverso grado, las capacidades de: creer, sentir, pensar, hablar, actuar o hacer, juzgar, aprender, enseñar. Ahora analizaremos aquella que todo ser vivo posee, la de reproducirse o multiplicarse. No veremos el aspecto biológico, que es conocido por todos, sino su manifestación espiritual.

I. REPRODUCCIÓN ESPIRITUAL.
La Biblia desde sus primeros capítulos nos muestra un Dios que bendice a plantas, animales y hombres con la capacidad de reproducirse y multiplicarse (Génesis 1:28). Luego, cuando escoge un pueblo, éste se multiplica y crece en número de personas, de modo que pueda tener una voz fuerte en medio de las naciones donde peregrina (Éxodo 1:7).

Cuando viene Jesucristo a la tierra, el énfasis de la multiplicación se traslada al plano espiritual. Él predica a las multitudes, hace discípulos en número de setenta y capacita a doce para el apostolado. Desde un comienzo el Evangelio enseña que el hombre de Dios debe dar fruto, lo cual se refiere a adquirir virtudes cristianas, hacer buenas obras y multiplicarse (San Mateo 7:17-20). En el cenáculo el Señor da una de sus más importantes lecciones: el árbol que no da frutos será cortado (San Juan 15:2). Dar fruto es una señal del verdadero discípulo y la mejor forma de honrar a Dios (San Juan 15:8).

Como en el plano biológico una persona se desarrolla a través de un largo proceso hasta llegar a ser reproductiva y formar una familia, así en el plano espiritual se da similar fenómeno. De aquí derivan los conceptos de multiplicación espiritual, hijos espirituales, niveles de desarrollo espiritual, formación de cenáculos o células y otras ideas afines. Si los cristianos no nos preocupamos de nuestro crecimiento y reproducción espiritual en nuevos discípulos, no estaremos cumpliendo el cometido dado por Jesús, nuestro Maestro y Señor. Nada hay más bello que tener hijos espirituales; en ello estamos gozando la misma alegría del Señor por un alma que se convierte. En la vida espiritual hay etapas, marcadas no solamente por la madurez y coherencia del discípulo, sino también por su crecimiento reproductivo: aprendices, fieles, responsables, obreros y ministros. Como Jesús formó a los doce en el cenáculo, nosotros le imitamos formando cenáculos para el desarrollo de discípulos maduros.

Cuando Jesús murió y resucitó se produjo un milagro reproductivo jamás visto. Lo normal en el plano biológico es que de una madre salga un nuevo ser o una camada de no más de doce; en los insectos y otros invertebrados se da una reproducción mayor. Pero el Hijo de Dios no se multiplicó sólo en los doce apóstoles sino en millones de millones de cristianos. El Hijo de Dios (San Juan 1:18) eterno llegó a ser el Primogénito de toda creación (Colosenses 1:15) y Espíritu vivificante (1 Corintios 15:45) de todo aquel que en Él crea. Jesucristo se reproduce desde que murió hasta su regreso a la tierra, cada día en millones de almas convertidas a Él.

El día de Pentecostés que relata San Lucas en su segundo libro, es una explosión reproductiva, la cual nos debe animar a imitar. Como Jesús es modelo individual para cada cristiano, la iglesia apostólica debe ser modelo para toda comunidad cristiana (Hechos 2:41; 4:4).

Es necesario que no olvidemos las últimas órdenes dadas por Jesús en el Evangelio con respecto a este asunto. Estudiemos, entonces algunos textos.

LA GRAN COMISIÓN DEL SEÑOR
"Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado./ Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban./ Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra./ Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; / enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (San Mateo 28:16-20)

Un buen discípulo hace lo que su maestro le indica. Pero también, muchas veces el discípulo termina por hacer lo que el maestro le ha vaticinado. Y no es que el maestro o tutor tenga alguna misteriosa capacidad de clarividencia, sino que su madurez, experiencia y desarrollo espiritual, como su conocimiento de las personas le permiten prever el camino que tomarán sus seguidores. Es lo que suele sucedernos a padres y madres con nuestros hijos; ellos actúan de cierta forma, toman caminos y decisiones cuyo desenlace podemos conocer con anticipación. Jesús sabía que los apóstoles le seguirían después de resucitado, que serían impactados por esa segunda parte de su ministerio, que es el que ejerció como Maestro resucitado. Ellos habían recibido su enseñanza compartiendo con él como un hombre de carne y hueso, ahora tendrían que aprender a creer en Él como un hombre con cuerpo glorificado, a quien podían ver sólo a veces, similar al modo en que hoy nosotros nos relacionamos con Jesús. Los once se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado, tal como nosotros nos reunimos con Él en la oración personal y comunitaria. Le buscamos con devoción y nos sentimos elevados a su presencia como en aquel monte.

Cuando los discípulos vieron a su Maestro, le adoraron. Sin embargo todavía algunos dudaban. Donde hay fe nunca faltará la duda, es propia del ser humano; la duda contrasta con la fe y la subraya. Podemos darnos cuenta que tenemos fe, cuando nos rodean los incrédulos; detectamos fe en una persona cuando la comparamos con las evidencias lógicas de la duda. La fe se apoya en lo invisible y está por sobre la razón humana. Era necesario que hubiera duda en algunos para que fuese resaltada la fe de los maduros.

El Maestro se acercó a ellos y ahora se presentó como el Señor, diciendo: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" Dios había constituido al Hijo como Primogénito de toda la creación, otorgándole toda autoridad sobre ella; le había puesto como Cabeza de la Iglesia que habría de nacer en Pentecostés. Ahora nosotros, sus discípulos, nos dirigimos al Maestro Jesús, como a nuestro Señor. Él es mi Rey, mi Amo, el Dueño de mi vida.

Con esa autoridad que él ha declarado, envía a los apóstoles: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado" Esta orden se hace extensiva a toda la Iglesia en todos los tiempos, toda vez que el afirma: "y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Lo suyo es una orden "id", "vayan"; no es una súplica o sólo un deseo expresado por el Maestro. Es más que una buena enseñanza, es un mandato que todo discípulo de Él debe poner en práctica. No es cosa voluntaria, no es una opción, sino un mandamiento basado en el gran amor que Dios tiene por los perdidos y en su voluntad de salvar al mundo.

Comisión es cometido, encargo, misión. Nuestra comisión como hijos de Dios es amar y honrar a nuestro Padre. Nuestra comisión como cristianos es ser como el Modelo, nuestro Maestro, pequeños Cristos, imitadores de Él. Nuestra comisión como discípulos es multiplicarnos en nuevos discípulos, bautizándoles en nombre de la Trinidad y enseñándoles todo lo que Jesús nos ha hecho comprender y hacer. Cumplamos, entonces, tal comisión.

EL LEGADO DE JESUCRISTO.
"Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado./ Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura./ El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado./ Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;/ tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" (San Marcos 16:14-18).

Solemos comentar con un dejo de crítica a los incrédulos discípulos que no tomaron en serio a María cuando ésta les contó que había presenciado al Maestro resucitado. Quizás nosotros también procederíamos así si un hermano nos dijera que ha visto con sus propios ojos al Señor. Pensaríamos que está medio loco, que se ha vuelto un fanático o se está riendo de nosotros. No es sencillo ni tan simple hablar de resurrección. La resurrección de Jesucristo es el acto más extraordinario acaecido en este mundo a través de toda la historia. Lázaro, su amigo, resucitó pero lo hizo a la misma forma de cuerpo que tenía antes de morir y a los años tiene que haber fallecido. Sin embargo nuestro Señor resucitó para eternidad y con un cuerpo glorificado, con un cuerpo con una biología especial, capaz de aparecer y desaparecer, capaz de atravesar paredes, ascender y descender desafiando a la fuerza de gravedad, y además con la capacidad de comer y hablar como nosotros. Otra capacidad extraordinaria de ese cuerpo fue la de soplar y así insuflar el Espíritu Santo a sus apóstoles.

Dice el texto que "Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado./ Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura." Las palabras que transcribe San Marcos no precisan el hacer discípulos sino que ir y predicar, es decir anunciar la buena nueva a todo el mundo. Toda misión en ultramar se basa en este mandato de Jesucristo. Es deber de toda comunidad cristiana proyectarse más allá de sus fronteras para llevar el mensaje de salvación. La evangelización comienza en la persona evangelizada que transmite ese mensaje a su familia, a sus vecinos, amigos y compañeros de trabajo y estudio; luego a la ciudad entera; después la comunidad local se proyecta a nivel nacional y finalmente internacional, traspasando las barreras de la cultura y el idioma. "Toda criatura" se refiere a los seres humanos, por cierto.

A continuación viene un pasaje que suele mal interpretado: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado." La clave hermeneútica nos la entrega la segunda parte del versículo, cuando dice "mas el que no creyere, será condenado". Si bien es cierto el bautismo es una orden del Señor, puesto que "es necesario que sea cumplida toda justicia", Él mismo se bautiza y es señal de nuestro cambio de estado cuando pasamos de tinieblas a luz, no es condición de salvación. Sólo la fe es requisito de salvación, de lo contrario sería por obras. El bautismo es muy importante y necesario en la vida cristiana normal, pero su ausencia no debe ser motivo de condenación.

"Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;/ tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" Cuando una vida es transformada por Cristo, huye todo demonio de ella. Todos hemos experimentado esto, como salió de nosotros y de nuestros hermanos toda envidia, mentira, lujuria, codicia y otros tantos males. Un nuevo idioma comenzó a pronunciar nuestra boca, ya no el de las maldiciones y murmuraciones, ya no aquella lengua soez y pesimista, sino el idioma del amor, del perdón y la gratitud. Ahora podemos estar con personas y grupos que son como serpientes y no dañarnos porque tenemos la armadura que nos brinda el Señor. Oramos por los enfermos del cuerpo, del alma y del espíritu y éstos sanan por el poder del Espíritu Santo que nos asiste. Son las señales espirituales y concretas que siguen a todo cristiano. ¿No es maravilloso el poder de Jesucristo y su legado?

EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS.
" Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos./ Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;/ y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;/ y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén./ Y vosotros sois testigos de estas cosas./ He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (San Lucas 24:44-49)

Jesús resucitado le recordó a sus discípulos cuanto Él les había hablado antes de morir en la cruz, durante su discipulado; que era necesario que se cumpliese todo lo que estaba escrito de Él en el Tanaj (los 24 libros de la Biblia hebrea): la Torah (los 5 libros de la ley de Moisés), los Nevi’im (los profetas) y los Ketuvim (los escritos o escrituras, que se inician con los salmos). Entonces les explicó las Escrituras con toda claridad, para que las comprendiesen. ¡Qué extraordinaria experiencia tuvieron los apóstoles cuando el mismo Jesucristo, en persona, les explicó estas cosas! Nada tenemos que envidiar de ellos, ya que a nosotros el mismo Dios en su Santo Espíritu nos da a conocer estas verdades. Él les descubrió los pasajes del Antiguo Testamento donde se anuncia que:

a) El Cristo padecerá:
"No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia" (Isaías 42:2-3).
"Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" (Isaías 53:7).
"Dí mi cuerpo á los heridores, y mis mejillas á los que me mesaban el cabello: no escondí mi rostro de las injurias y esputos" (Isaías 50:6).
"Mas él herido fué por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5).
"Por tanto yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fué contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores" (Isaías 53:12).
"Todos los que me ven, escarnecen de mí; Estiran los labios, menean la cabeza, diciendo: Remítese á Jehová, líbrelo; Sálvele, puesto que en él se complacía" (Salmos 22:7-8)

b) El Cristo resucitará de los muertos al tercer día:
"Porque no dejarás mi alma en el sepulcro; Ni permitirás que tu santo vea corrupción" (Salmos 16:10).
"Oh Jehová, hiciste subir mi alma del sepulcro; Dísteme vida, para que no descendiese á la sepultura" (Salmos 30:3).
"Empero Dios redimirá mi vida del poder de la sepultura, Cuando me tomará (Selah.)" (Salmos 49:15).
"No moriré, sino que viviré, Y contaré las obras de JAH". (Salmos 118:17)

c) Se predicará en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén:
"Y acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón á los pueblos, será buscada de las gentes; y su holganza será gloria" (Isaías 11:10).
"Fui buscado de los que no preguntaban por mí; fuí hallado de los que no me buscaban. Dije á gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí" (Isaías 65:1).

Les dijo el Señor: "ustedes son testigos de esto". Como ellos fueron testigos de la vida, muerte y resurrección de Jesús, nosotros somos testigos de la maravillosa obra de salvación, sanidad, renovación y transformación que Él hace en las vidas. Ser testigos no sólo implica ver y experimentar un hecho, sino dar cuenta, "testificar" públicamente de ello. Eso es dar testimonio. Los primeros mártires cristianos fueron llamados "testigos". Mártir es una palabra derivada del griego martys, que significa "testigo" y es, en general, la persona muerta en la defensa de alguna causa, con lo que da "testimonio" de su fe en ella.

Después se refiere a la promesa del Padre, declarada por los profetas Isaías y Joel:
"Porque yo derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida: mi espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos" (Isaías 44:3).
"Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros mancebos verán visiones" (Joel 2:28).

Les ordena quedarse en la ciudad de Jerusalén, hasta que sean investidos del poder del Espíritu Santo. Los cristianos hoy por hoy disfrutamos de esta bendición, ya que hace más de veinte siglos, en Jerusalén, la Iglesia fue investida del poder sobrenatural de Dios el día de Pentecostés. Desde esa fecha, cada cristiano al convertirse recibe el Espíritu Santo que lo capacita para vivir una vida renovada.

JESÚS SE APARECE A LOS DISCÍPULOS
"Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros./ Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor./ Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío./ Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo./ A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos" (San Juan 20:19-23).

"y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo" dice acerca del Creador, el libro de Génesis. Continúa: "Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó" Fiel a este texto, el pueblo hebreo dedica el sábado al Señor Jehová. Por tanto el primer día de la semana es el domingo. Dice el fragmento que hoy nos ocupa que, llegada la noche del primer día de la semana, estaban las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos se reunían por miedo de los judíos. Entonces apareció el Maestro en medio de la sala y les dijo: Shalom, "Paz a vosotros."

Shalom significa en hebreo: paz, integridad, calma, tranquilidad, un saludo, bienestar. Si buscamos en las fuentes de la tradición judía, sabremos que es uno de los apodos secundarios para Dios, ya que el principio de toda paz está en Él.

Al pronunciar estas palabras, Jesús estaba transmitiendo algo más que un saludo frecuente en su pueblo. Él estaba anunciando a los apóstoles su paz, esa que viene de parte de Dios. Ya consumado el sacrificio expiatorio de Jesucristo en la cruz, ellos -y nosotros por extensión- podían sentirse perdonados, en paz y reconciliados con el Padre. No hay mayor peso en la conciencia que la culpa por el pecado. Muchos dolores del alma, cargas psicológicas, problemas emocionales y hasta síntomas físicos, son producto de una conciencia no perdonada. El Médico Divino sabe de nuestra necesidad de perdón; por eso sus primeras palabras al encontrarse con sus discípulos, después de resucitado, fueron "Paz a vosotros".

Seguidamente el Maestro procedió a mostrarle a sus amigos la evidencia de su sacrificio, las manos y el costado. No dice el evangelista si fueron los apóstoles quienes, por curiosidad, duda o compasión, pidieron ver sus cicatrices. Probablemente fue Jesús mismo quien decidió hacerlo, conociendo la naturaleza humana. ¿No actuaríamos nosotros de este modo si alguien regresara de la muerte? La curiosidad humana nos impulsaría a solicitar de inmediato: Muéstranos las heridas, si ya sanaste. Nuestra paz se basa en esas heridas, en ese cuerpo y esa voluntad del Hijo de Dios que fue humillado, lacerado, clavado en cruz y atravesado por nuestras culpas. Nuestra paz se basa en esas cicatrices que lleva el cuerpo glorificado que salió de la tumba al tercer día, pues desafió al diablo y venció a la muerte.

Otra razón que pudo mover al Señor Jesucristo a mostrar sus llagas pudo ser la identificación, como decir Soy yo, el mismo, vuestro Maestro. Esto se infiere de la reacción de ellos "Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor" Tanto así que Jesús les saluda nuevamente: "Paz a vosotros". ¿Significa esto que el aspecto físico de nuestro Señor cambió luego de resucitado? Es lo más probable; un cuerpo físico como el nuestro dista mucho de ser igual al de uno glorificado. El cuerpo de Jesús resucitado no es comparable al de Lázaro, que volvió a la vida natural. El cuerpo de carne y hueso, resucitado y glorificado, corresponde a la dimensión sobrenatural. San Pablo dice: "Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal y hay cuerpo espiritual" (1 Corintios 15:44). Este nuevo cuerpo está libre de contaminación, enfermedad y deterioro. "Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredará la incorrupción" (1 Corintios 15:50). Por lo tanto su apariencia era distinta, no identificable a simple vista. Usted y yo también seremos un día "transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos", gracias a la obra que hizo Jesucristo en la cruz.

Una tarea Él nos ha dejado. Tal como le envió el Padre, ahora Él nos envía para que muchas vidas sean liberadas de la culpa de sus pecados. Para ello nos capacita día a día por medio de su Palabra y el discipulado, y nos da el poder, la fuerza, la energía de Él, soplando en nosotros: "Recibid el Espíritu Santo". "Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante" (1 Corintios 15:45). Jesucristo en nosotros es el espíritu que nos vivifica e impulsa a anunciar el Evangelio del Shalom.

El trabajo que el Señor nos ha encomendado es algo muy serio. Lamentablemente aún hay hermanos en la fe que toman ésta como algo entretenido o de convivencia social, no dándole el nivel que tiene nuestra "profesión de fe". Por vuestra oración y trabajo evangelizador, a quienes se arrepintieren de sus pecados, les serán perdonados, mas a quienes no consintieren en ello, serán aún retenidos en su incredulidad y tinieblas. ¡Qué el Dios de Paz les guarde y bendiga, amados hermanos! ¡Qué Él os multiplique en virtudes, buenas obras e hijos espirituales!
"No hay paz (shalom) , dijo mi Dios (Elokim), para los impíos!'' (Isaías 57:21)

II. EL LIBRO SIN PALABRAS.
Existe una forma muy sencilla de presentar el mensaje de salvación, apto para niños, para personas de poca educación o de mucha, para artistas y personas imaginativas. Me refiero al método de evangelización llamado "el libro sin palabras". Consiste en un librito muy fácil de confeccionar, cuyas páginas son de un color diferente cada una y que no contiene palabra alguna. El orden de los colores es el siguiente: verde, blanco, rojo, negro y amarillo.

Página amarilla.
Mostramos a la persona que queremos evangelizar la última página del libro y le preguntamos ¿qué ves en esta página? Es probable que ésta responda "el color amarillo" o bien haga alcances sobre lo que significa para él o ella ese color. Como sea escúchele, no le contradiga y luego manifiéstele: "El amarillo representa un lugar, la luz, donde habita Dios: el cielo, la Ciudad Santa. Allí las calles son de oro y jamás hay oscuridad. Es un lugar que Él tiene preparado para todos los que le aman. ¿Sabe usted quien es Dios?"

Esta pregunta es clave para producir una comunicación con el evangelizado. Podrá responderle "No lo sé" o bien decir sus propios conceptos acerca de Dios. Una vez más no lo contradiga y acepte su respuesta. Mas, usted debe agregar: "Él es el Creador de todas las cosas. Hizo el cielo, la tierra, el mar, los árboles. También le hizo a usted y me hizo a mí. Él le ama y desea llevarle a vivir a ese lugar" En este punto recítele de memoria el texto de San Juan 3:16.

Ya le ha aclarado que Dios es Creador y que ama al ser humano. Ahora necesita agregar que Dios es Santo. Dígale al evangelizado "Él también es Santo. ¿Sabe usted lo que significa ser Santo?". Éste es un aspecto que trae mucha confusión a las personas, de modo que será bueno aclararlo así: "Santo significa que no comete pecados. En ese lugar, la Ciudad Santa, hay una sola cosa que no podrá entrar: el pecado"
Página negra.
"Este color representa el pecado. ¿Sabe usted qué es el pecado?" Es posible que la persona evangelizada responda que es todo lo malo, o bien diga que esto es relativo. Su respuesta, después de escucharle, ha de ser enérgica: "Pecado es todo lo que desagrada a Dios. En los diez mandamientos está explicado todo lo que Él espera de nosotros." Pregunte entonces: "¿Podría decirme usted algunos ejemplos de pecado?" Cuando la persona le nombre esas acciones, usted debe responder: "Sí, esas son cosas que a Dios no le agrada que las personas hagan. La Biblia nos dice en Romanos 3:23 que ‘todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios’ o sea que no podemos disfrutar de Su gloria, del cielo y la Ciudad Santa.

En este momento de decepción para el pecador, es cuando le recordamos "¿Se acuerda que antes le dije que Dios le ama? Pues bien, por el gran amor que el Creador tiene por su creación, ha hecho un plan maravilloso para solucionar este problema y salvarnos"

Página roja.
"Este color representa a Jesucristo, el Hijo perfecto de Dios, quien murió por nosotros en una cruz y resucitó al tercer día". Léale la Biblia a su evangelizado en 1 Corintios 15:3,4. Explíquele por qué se ha escogido el color rojo como símbolo de Jesús, "porque es el color de su sangre, la cual Él derramó por nuestros pecados. Esa sangre tiene poder para limpiarnos de todo lo malo que hemos hecho. Jesús tomó nuestro lugar, recibió el castigo que nosotros merecíamos y murió en la cruz. Pero al tercer día resucitó, volvió a vivir..."

Aquí viene la frase unión con el próximo color: "...y por ese sacrificio que Jesús hizo podemos ser limpios de nuestros pecados".

Página blanca.
"Esta página representa un corazón limpio de pecados. Toda persona que pida a Jesús que limpie sus pecados y que le perdone, Él lo hace. Leamos Apocalipsis 3:20."

Este es el momento más importante de la evangelización, cuándo se pregunta al evangelizado: "¿Le gustaría decirle al Señor que perdone sus pecados?" La respuesta de la persona puede ser de duda, negativa o positiva. Si es de duda anímelo usted diciéndole que Dios está dispuesto a perdonarle y recibirle. Si es una respuesta negativa, pregúntele "¿Por qué no desea hacerlo?" Tal vez haya razones distintas a una actitud propiamente de rebeldía o incredulidad, y que usted podrá resolver con su conocimiento de Dios y de la Palabra. Si la respuesta es positiva, invítelo así: "Digámoslo a Él. ¿Sabe orar?"

Usted puede ayudarlo diciéndole: "Cierre sus ojos y repita conmigo: Señor Jesús, te pido que perdones mis pecados, que entres en mi corazón y me hagas tu hijo" Luego que la persona ha repetido esta sencilla oración u otra similar, confírmele que Dios le ha escuchado y le ha perdonado en cuanto él lo pidió en oración. Muéstrele el texto de San Juan 1:12.

"Ahora que usted es hijo de Dios, Él quiere que le conozca mejor y crezca espiritualmente"

Página verde.
"Representa las cosas que crecen, como son los árboles, el pasto, las plantas. ¿Por qué cree usted que crecen? ...Porque tienen vida. El que recibe a Jesús como Salvador recibe vida espiritual sobrenatural de Dios, su Espíritu Santo y así como los árboles crecen por la alimentación que reciben de la tierra, el cristiano necesita nutrirse y crecer. Leamos 2 Pedro 3:18."

"Para que usted pueda crecer en la gracia y el conocimiento de Dios debe hacer cinco cosas: 1) Orar, hablar con Dios diariamente; 2) Leer la Biblia, en su casa todos los días, estudiarla, memorizarla, practicarla; c) Testificar, hablarle a sus familiares, compañeros y vecinos, acerca de Jesús; d) Congregarse, asistir a una comunidad cristiana; y e) Discipularse, tener como tutor un hermano cristiano maduro que le guíe en su vida cristiana"

"Si usted hace estas cinco cosas crecerá y llegará a ser un buen discípulo de Jesucristo. Y si alguna vez volviera a cometer una falta, lo que debe hacer es confesarle a Dios aquello malo que hizo y Él le perdonará (1 Juan 1:9; 2:1).

"Ahora yo oraré por usted y usted sólo escuchará" Haga una oración pidiendo al Señor que bendiga y guarde a este nuevo convertido. Al término de la oración usted debe recibirlo como a un hermano en Cristo y abrazarle en el nombre del Señor. Finalmente invítelo a participar en su comunidad y preséntelo como un nuevo cristiano y que sea acogido con amor.

III. LAS CINCO VERDADES DEL EVANGELIO.
Hay cinco verdades bíblicas que todo evangelizador debe conocer, comprender, valorar y hasta memorizar. Los versículos bíblicos que respaldan estas verdades son numerosos, pero en esta oportunidad citaremos sólo uno para cada una, de tal modo que usted pueda conocer el más explícito y darse a la tarea de indagar en su Biblia los demás afines. Vamos, entonces, a conocer las cinco verdades del evangelizador.

DIOS NOS AMA.
(San Juan 3:16)
Dios creó al hombre a imagen y semejanza de Dios. Esto significa que los seres humanos tenemos varios atributos de Dios: no actuamos en forma automática o por una simple programación biogenética, sino que nos mueven las motivaciones (corazón); juzgamos nuestras propias actuaciones y las del prójimo de acuerdo a unas leyes universales de amor (conciencia); somos capaces de pensar, aprender, indagar, etc. sobre la realidad en que actuamos y nos mueve a ello una permanente curiosidad (mente); tomamos decisiones personales y somos capaces de cumplirlas (voluntad) y somos seres trascendentes en que no sólo tenemos un cuerpo y una psiquis, sino también una parte que se conecta con lo Absoluto más allá de la vida terrestre (espíritu). Pero todos estos atributos son limitados, por ello no se dice que somos iguales a Dios sino semejantes o parecidos.

Dios bendijo al hombre y le ordenó fructificar y multiplicarse. Sobre el ser humano está la bendición del Señor. La raza humana se sigue extendiendo y ha cubierto el planeta, con su inventiva, tecnología, modos de vida y arquitectura, arte y ciencia. Ninguna otra especie es tan creativa como la humana. Esto es así porque Dios la bendijo.

Dios entregó el dominio al hombre sobre los peces, aves y bestias. Tenemos autoridad sobre los animales; podemos amaestrarlos, domesticarlos, criarlos, alimentarnos de ellos, hacer uso de sus capacidades, etc. pero todo eso dentro de un equilibrio y respeto por la creación de Dios. ¿Cómo se ha portado el ser humano al respecto?

Dios le procuró alimento al hombre. A nuestros primeros padres, Adán y Eva, Dios les dio como alimento todo tipo de plantas que dan semilla y todo árbol que de fruto con semilla; sin embargo, después del diluvio, admitió a Noé y su descendencia alimentarse de animales sin su sangre. Siempre Dios ha estado preocupado de la alimentación y supervivencia de la especie humana.

SOMOS PECADORES.
(Romanos 3:23)
El hombre fue creado en santidad y pureza, como una obra perfecta de Dios. El Creador no hace las cosas imperfectas, puesto que Él es perfecto. La obra siempre manifiesta la huella de su creador. De tal modo que Adán era un ser en desarrollo, perfectible y capaz de llegar a ser sabio, inteligente, prudente, fuerte, con conocimiento de Dios, temeroso de Él y justo; mas Dios le hizo libre e inocente. Su libertad le permitía tomar el camino que él quisiera; la intención de Dios fue crear un ser que le sirviera libremente. Adán era tan inocente como un niño y allí estaba su debilidad; el Señor quiso crear un ser capaz de tener fortaleza, convicción y una firme voluntad de servirle y amarle.

Satanás tentó a Adán a codiciar el árbol y comer del fruto prohibido, desobedeciendo el mandato de Dios. Siempre que se nos prohibe algo, cuestionamos ese mandato. Hay un espíritu libertario en cada ser humano y la capacidad de pensar y cuestionar, que el mismo Señor nos ha dado. Satanás conoce este aspecto de nosotros y siempre nos tienta a cuestionar y desobedecer los mandamientos de Dios. El Señor no prohibe indagar acerca de la naturaleza y las razones de sus mandamientos, puesto que nos ha dado intelecto para descubrirlas; pero sí nos advierte de las consecuencias que tiene el desobedecer esas leyes universales. Esa desobediencia e incredulidad se llama "pecado".

Entró el pecado al corazón del hombre y se produjo una separación entre éste y Dios. El pecado se puede definir de varias formas: incumplimiento de la Ley de Dios; hacer lo que el "yo" quiere; separación de Dios. La incredulidad de Adán hacia el mandamiento de Dios más el orgullo de pensar que podría igualarse a su Creador, produjeron la desobediencia, la culpa y la separación espiritual del hombre con Dios.

Adán y Eva fueron arrojados del huerto y de la presencia de Dios. El pecado nos separa y aleja de la santidad del Señor. La santidad es la manera de ser de Dios, es la ausencia de pecado. En el Edén teníamos comunión con el Creador, estábamos en santidad y vivíamos bajo su gobierno, es decir en el Reino de Dios. Al producirse la rebelión, la humanidad perdió su comunión con Él, entró el pecado en el mundo y pasó a estar bajo el reino de las tinieblas, cuyo amo es Satanás.

JESÚS MURIÓ Y RESUCITÓ POR NOSOTROS.
(1 Corintios 15:3,4)
Dios prometió un Salvador que derrotaría a Satanás. En el llamado Protoevangelio, Dios promete un Salvador, dice que la simiente de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente. Posteriormente una y otra vez el Antiguo Testamento se estará refiriendo a un Mesías o Salvador que rescatará a la humanidad de las tinieblas. Satanás, el demonio, es un ángel caído que se opone a la autoridad de Dios y ha arrastrado a la humanidad en esa rebelión, pero su derrota ya fue predicha en el libro de Génesis.

Jesucristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Abel, el segundo hijo de Adán y Eva, intuyó el sacrificio de Cristo al ofrecer a Dios el mejor de los primogénitos de sus ovejas. Los patriarcas y posteriormente Moisés, reyes y profetas, pusieron en práctica la ley ritual que exigía el sacrificio de animales para limpiar los pecados del pueblo de Dios. Cuando Jesús se acercó a Juan el Bautista para que éste le bautizara en el Jordán, San Juan exclamó: "¡He aquí es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!"

Somos limpiados de todos nuestros pecados por la sangre de Jesús. Se dice así porque el sacrificio de Cristo en la cruz fue el de un Cordero perfecto, ya que Él es Dios mismo hecho hombre. Ofreció su vida por nosotros. A tal punto llega su amor por la Humanidad. No es la satisfacción de un dios sanguinario, entiéndase bien; sino la satisfacción de un Dios justo. Él dijo "el que pecare morirá", no puede desdecirse así es que hace un juicio al hombre en su Hijo Jesucristo y condena nuestros pecados en Él. Jesucristo conquistó la salvación para nosotros. ¿No es algo maravilloso? No hay acto tan valiente, tan decidido y de tan profunda entrega a Dios y amor al hombre, como el sacrificio de Cristo en la cruz. ¿No está usted agradecido de Él por tan suprema oblación?

Jesús venció a la muerte y resucitó al tercer día. Todo hombre y mujer muere, desde el día que Adán y Eva pecaron; por eso se dice que "la muerte entró por Adán". Quien venciera el pecado y al que lo produjo, debería vencer la muerte. Así sucedió con Jesucristo, la confirmación lógica de que Él fue victorioso sobre el pecado, el mundo y el demonio, fue su resurrección.

TÚ PUEDES RECIBIRLE.
(Hechos 16:31)
La única condición para recibir a Jesús es creer de todo corazón. El Señor Jesucristo ha conquistado para nosotros la salvación, la cual regala a todo aquel que la acepta con fe. La salvación es un regalo de Dios, es por gracia. Usted no necesita hacer nada ni merecer para recibir este regalo o don, sólo creer que Jesús es el Hijo de Dios y que murió y resucito por usted. Cuando usted recibe un regalo de un amigo que le ama, no requiere hacer nada para ello, ningún sacrificio, tan sólo estirar su mano y responder con corazón agradecido. Si desea recibir a Jesús en su vida, acepte el sacrificio que hizo para limpiar sus pecados y dígale con confianza a Él: "Gracias Señor por haber muerto por mí; ahora quiero recibirte en mi corazón, para lo cual abro mi vida a Ti". Él vendrá a usted y le dará la vida porque cuando Él resucitó fue transformado en espíritu vivificante.

¡YA ERES SALVO!
(San Juan 1:12)
¡Regocíjate, ya eres salvo! No hay mayor alegría que la de aquel que es perdonado por Dios, más aún cuando recibe en su alma la presencia de su Espíritu Santo. Ahora que usted es salvo debe agradecer cada día del resto de su vida el maravilloso regalo que Dios le ha dado. Es un don de Dios, por lo tanto no le será quitado. Dios no retira su bendición, Él es siempre fiel. Ahora su relación con Él ha de ser la de un hijo o hija que se acerca a su Padre para adorarle, dar acciones de gracias y pedirle en oración por su desarrollo espiritual. Para crecer es necesario que diariamente ore, alabe a Dios, lea y estudie la Palabra de Dios, como también no deje de congregarse en una comunidad cristiana y sea discipulado por un tutor o mentor espiritual. Recuerde que fue salvo por gracia, pero que Dios espera de usted obras, es decir que la fe que hoy tiene se exprese en acciones de amor. Todo discípulo debe dar frutos: desarrollar virtudes, hacer obras de misericordia y reproducirse en nuevos discípulos. Conforme a ese fruto seremos evaluados en el tribunal de Cristo, para recibir el galardón.


IV. EL EVANGELIO QUE PREDICAMOS.
Es muy importante comprender que predicamos una Buena Nueva que se recibe por la fe y no de otra manera o mezclada con otros elementos. En muchos cristianos existe gran confusión en cuanto a la manera en que recibimos la salvación de parte de Dios. Todos creemos entender que la salvación es por gracia, esto es un regalo de Dios para nosotros, y que se recibe exclusivamente por medio de la fe; pero cuando leemos versículos que nos hablan de otros conceptos, tales como arrepentimiento, bautismo, buenas obras, frutos, oración, etc., nos desorientamos y tendemos a agregar a la fe esos otros elementos. Es necesario entender que la condición única para la salvación es la fe. De lo contrario ya no sería por gracia sino por obras humanas (Romanos 1:17).

El hombre es corrupto y sus pensamientos perversos.
Esta porfía nuestra en no aceptar la salvación por la sola fe, el grito de guerra de Martín Lutero: "Sola fides, sola Scriptura, sola gratia", la salvación sólo por la fe, por la Escritura y por la gracia; viene de la corrupción del pensamiento y corazón humanos. Desde la caída de Adán el hombre es corrupto y sus pensamientos perversos. La mente humana es carnal, orgullosa y soberbia, no puede aceptar un regalo de Dios sino que se inclina a pensar que todo debe ganarlo por su propio esfuerzo y brillo (Romanos 3:21-26).

La carne del hombre pertenece a la Ley.
El hombre es vanidoso y su carne pertenece a la ley. La Ley de Dios lo condena y está atrapado en esa Ley que le exige y que, por otra parte, él quiere cumplir y cree cumplir cuando la enseña. ¿Qué hace un "hombre bueno" sino ufanarse de su bondad y de cuán bien cumple la Ley de Dios? El ser humano utiliza la Ley de Dios no para lo que corresponde sino para su propio envanecimiento. Educamos a nuestros hijos para que conozcan la Ley y la cumplan, mas esto es imposible, pues el verdadero propósito de la Ley es mostrarnos que somos pecadores, incapaces de cumplir la Ley de Dios ¡Qué drama humano! (Romanos 5:13,20; Gálatas 3:19).

El verbo "creer" en el Nuevo Testamento.
Un verbo es una palabra que expresa acción. Creer es un verbo, por lo tanto alguien podría asegurar que somos salvos por una acción nuestra, la acción de creer. Sin embargo creer es una acción sumamente pasiva. Creer no requiere de una gran determinación o movimiento corporal. No necesito arrodillarme, saltar, gritar o hacer algo notorio para creer. El resultado de esta acción interna o subjetiva, es la salvación. El verbo creer aparece 115 veces en el Nuevo Testamento. Usted cree en Dios y su sacrificio redentor y Él le salva de la condenación eterna. Cuando el hombre cree es salvo, tiene vida eterna y es justificado. "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa" (Hechos 16:31) y "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (San Juan 3:36; Romanos 4:5).

El sustantivo "fe" en el Nuevo Testamento.
Una palabra que sirve para designar a una persona, animal, cosa o idea, es un sustantivo. Por tanto podemos decir que la palabra "fe" no es un verbo sino un sustantivo. Una persona, animal o cosa tiene sustancia, cuerpo, está hecha de materia; pero una idea es invisible e inmaterial, se hace sustancia cuando produce un efecto. Pero a pesar de ello no podemos decir que no sea real. La belleza, el amor, el número, etc. son ideas y son tan reales como un árbol. La fe también, es una idea que está dentro del ser humano y que con el tiempo se expresa en una forma de actuar y vivir. El sustantivo fe aparece 35 veces en el Nuevo Testamento. Se dice que el hombre es justificado por la fe o que llega a ser justo por medio de la fe, es decir que Dios nos considera justos desde el momento en que tenemos fe o comenzamos a creer en Jesucristo (Romanos 10:17; Efesios 6:16).

La salvación no es asunto de prestigio, obras o capacidad.
La salvación no se obtiene por propio esfuerzo. Dios nos acepta no por nosotros mismos sino en Cristo. El común de la gente está inclinada a pensar que Dios es tan amoroso que acepta a los seres humanos tal como son y actúan. Él no acepta al hombre y todo su pecado. He aquí un gran problema para Dios: Él ama al hombre porque es su creación pero no puede amar nuestro pecado; Él no puede aceptar así como así al ser humano y toda su corrupción. Dios es santo, el hombre está corrompido. Él no puede aceptarnos porque es Justo. ¿Qué hace entonces? Crea un plan para hacernos justos, es decir para justificarnos. Él no pasa por alto nuestro pecado sino que lo castiga en Cristo. Él no encubre el pecado del hombre sino que castiga el pecado del ser humano en la cruz del monte Calvario. En Cristo todos morimos y resucitamos a una nueva vida. Desde otro punto de vista, Él mata al hombre y lo hace nacer de nuevo, hace morir el viejo hombre y la vieja mujer para crear un hombre nuevo. Para nuestra salvación no importa quién es uno o qué hace uno o qué puede hacer uno, no se trata de capacidad personal. Ésta queda totalmente excluida (1 Corintios 1:20-25).

Propósito del Evangelio de San Juan.
El apóstol Juan, el más joven de los apóstoles de Jesús, el "discípulo amado" del Maestro, decidió escribir, guiado por el Espíritu Santo, otra biografía o Evangelio del Cristo. Un biógrafo era insuficiente. Ya nos había sido mostrada la imagen del Hijo de Dios a semejanza de rey en el Evangelio de San Mateo; el Señor a semejanza de siervo en el Evangelio de San Marcos y el Hijo a semejanza de hombre en el Evangelio de San Lucas. Ahora era necesario revelar la imagen de Su Hijo en forma de Dios. Esa es la tarea que inspiró a San Juan. Juan, por último, habría dirigido su atención a la Iglesia. En los tiempos en que Juan escribió su evangelio habían comenzado a infiltrarse herejías, atacando la divinidad de Jesús. Y es eso precisamente lo que Juan se propone en su evangelio, reivindicar la deidad de Jesús, y sus profundas enseñanzas como Hijo de Dios. ¿Cómo puede el hombre recibir la vida y ser salvo y cómo puede ser librado de la condenación? Esta es la gran pregunta del Evangelio según San Juan. El ser humano puede recibir la vida si cree en Jesús como Salvador; puede ser salvo por fe y ser librado de condenación por gracia. San Juan escribió su evangelio con el único propósito de decirnos cómo puede el hombre recibir la vida y ser salvo y cómo puede ser librado de la condenación (San Juan 20:30,31; Filipenses 2:5-11). El Evangelio de San Juan menciona 86 veces que sólo por fe se recibe la salvación. El creer en Jesús, la fe de Jesús, es el motivo principal de este evangelio. Dice: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12)

La salvación y la redención son llevadas a cabo por Dios.
La salvación y la redención no es obra humana. No podemos salvarnos a nosotros mismos, como el ahogado no puede salir con vida en medio del mar si no viene alguien a rescatarlo o le lanza un salvavidas. Salvación y rescate, o redención, son llevadas a cabo por el mismo Dios. A veces cuando decimos Jesús y que Jesucristo es nuestro Salvador, pensamos que éste está separado de Dios, mas no es así. "El Padre y yo somos uno" dice Jesús. Fue Jesús, Dios mismo, quien nos salvó, no un hombre sino el Hijo de Dios o Hijo del Hombre (San Juan 5:24)

Gracia de Dios y fe del hombre
Podemos definir la gracia como el acto miseridordioso y gratuito de Dios por el cual ofrece salvación y vida eterna a todos los pecadores que ponen su fe en Cristo para ser salvos (San Juan 3:16; Efesios 2:8-9). Cuando leemos los versos anteriores, podemos entender que la gracia es el despliegue de amor, misericordia y de perdón de Dios hacia una humanidad que no se lo merecía, pues Dios ofreció su perdón aún "cuando estabamos muertos en delitos y pecados" (Efesios 2:1,5). En la salvación del pecador interviene por parte de Dios la gracia y por parte del hombre la fe. El método o la manera de recibir la salvación es igual al de darla. Dios la entrega como un regalo –por gracia- y el ser humano la recibe como un regalo –por fe-. Gracia es lo que Dios nos ha dado por medio de Jesucristo; fe es el medio para recibirla. "Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús" (1 Corintios 1:4) y "Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo" (San Juan 1:17)

El más grande regalo.
Dios nos ha dado el más grande regalo que alguien pueda recibir. Usted cree que si le regalan un automóvil, le están regalando lo más caro del mundo. Usted piensa que si su padre le regalan una casa, ese es el mejor y más grande regalo que pueda recibir. Alguien piensa que un pasaje de ida y regreso por avión al lugar más exótico y soñado por usted es el mejor regalo de su vida. Pues está equivocado, amigo, pues el mayor regalo que alguien puede recibir es la salvación eterna; caminar, habitar y disfrutar para siempre del perdón, el amor y la presencia del Ser más maravilloso del universo: Dios Su Creador. Como "dar" concuerda con gracia; "recibir" concuerda con fe. La gracia consiste en que Dios nos da algo muy especial, la fe consiste en que nosotros recibimos algo de Dios. Sólo por medio de la fe el hombre puede recibir la gracia de Dios. Todas las gracias de Dios se reciben por la fe. Nada hay en la gracia de Dios que podamos recibir por nuestro esfuerzo, por obras o por ley. Aquellas cosas que recibimos de Dios en premio a nuestra conducta, esfuerzo y trabajo, ya no son gracia sino galardón. En el caso de la salvación eterna, está escrito que sólo se recibe por fe y por gracia (San Juan 6:40; San Mateo 25:34-40)

Añadiduras a la fe.
El problema de hoy es que el hombre agrega algo más a la fe. Añade el cumplimiento de los diez mandamientos o la ley; el buen comportamiento o las obras; el arrepentimiento y el bautismo; la confesión de los pecados y hasta la oración. Pero nada de eso es requisito imprescindible: el ladrón no fue bautizado y estuvo de inmediato con Cristo en el Paraíso, no todos los que se convertían confesaban pecados, la oración es el resultado o consecuencia de la salvación y no requisito para ésta ya que la obra ya fue hecha en la cruz (Gálatas 2:16,17; Hechos 11:18; San Lucas 23:39-43; Hechos 19:18,19; Romanos 10:9,10 )

CONCLUSIÓN.
La "reproducción espiritual" es una función que se da en todo discípulo de Jesucristo y por medio de la cual el Cuerpo de Cristo se expande. Podríamos decir que es un proceso "natural" en el sentido que se realiza espontáneamente en todo cristiano sujeto cuando cumple una etapa de madurez espiritual. El Libro sin Palabras es un buen ejercicio de evangelización para cristianos de todas las edades espirituales; nos ayuda a comprender e internalizar las cinco verdades del Evangelio. Por último, es preciso anotar que este Evangelio que predicamos, se recibe exclusivamente por medio de la fe. La salvación es una gracia de Dios dada al hombre y la mujer que crean en Jesús.

PARA REFLEXIONAR
1) Compare en dos columnas paralelas las condiciones de "pecado" y "santidad".
2) Busque en su Biblia a lo menos tres textos que aludan a cada una de las "cinco verdades del Evangelio".
3) ¿Qué base bíblica tiene la alimentación Vegetariana y qué piensa usted de ello?
4) Averigüe en el Diccionario el significado del término "oblación" y explique por qué el autor usa este término al referirse al sacrificio de Jesucristo.
5) Analice en Romanos 5:17-19 los términos transgresión, muerte, condenación, desobediencia y sus antónimos, y la relación que existe entre ellos.
6) ¿Qué importancia tiene 1 Corintios 15:45 para el nuevo nacimiento?
7) ¿En qué se diferencia el don de Jesucristo y su galardón?

BIBLIOGRAFÍA.
Larry Stockstill, "La Iglesia Celular", Editorial Caribe, USA., 2000.
"El Manantial", Living Stream Ministry, 1997.
"Manual de Instrucción Docente", Iglesia Evangélica Pentecostal, Comité Editorial Clases Bíblicas Visualizadas, Santiago, Chile, 2006.
Watchman Nee, "El Evangelio de Dios", Tomo I, Living Stream Ministry, Anaheim, California, 1994.
http://www.vidaeterna.org/esp/estudios/creciendo_en_gracia.htm