jueves, marzo 30, 2006

FE, UN DON DE DIOS PARA TODOS LOS HOMBRES



Pastor Iván Tapia

Lectura bíblica: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" Apocalipsis 14:12

Propósitos de la charla: Comprender la importancia y poder de la fe y aprender a transmitirla a otros.

El ser humano manifiesta diversas capacidades en su relación con el entorno, capacidades que no poseen en igual magnitud otros seres del planeta, como son los vegetales y animales. Podríamos hacer una lista de nueve disposiciones propias del hombre y la mujer, que son:
Creer
Sentir
Pensar
Hablar
Actuar o hacer
Juzgar
Aprender
Enseñar
Reproducirse o multiplicarse

Vamos a examinar cada una de estas funciones, a la luz de la Sagrada Escritura, y descubriremos que somos seres privilegiados los humanos, en especial los cristianos, ya que compartimos con el Creador muchas de sus características, naturalmente en menor grado. Estas capacidades son verdaderos regalos del Hacedor. En esta oportunidad analizaremos aquella capacidad que consideramos la más poderosa herramienta dada por Dios al ser humano.

I. EL CREER
Esta función, que consiste en confiar plenamente en algo o Alguien que es superior al hombre, es la más poderosa herramienta que Dios ha entregado al ser humano (Hebreos 11:1). Una creencia quizás movió a los egipcios a construir las pirámides y la gran esfinge; movilizó miles de personas a esforzarse por construir enormes catedrales en la Edad Media, a dejar los cristianos sus hogares e ir a las cruzadas para defender el Santo Sepulcro y por el otro lado los musulmanes a defender la tumba de Abraham que les pertenecía.

Una religión nos puede llevar muy lejos, positiva o negativamente, porque es una fuerza irracional (Hebreos 11:39). Muchos líderes han conocido el poder del creer y han cubierto su doctrina política de un tono espiritual, como lo hizo Hitler que convenció a multitudes con su teoría de la raza superior. En el hinduismo hay quienes se atraviesan clavos en el cuerpo, toman posiciones incómodas por años y se someten a ritos dolorosos, animados por la pura fuerza de su fe. Una persona de una tribu puede pasar toda la noche danzando a su dios y no cansarse, entrar en trance y tener visiones, por causa de su fe.

Hasta ahora los cristianos hemos mirado con desprecio a aquellos que profesan una creencia distinta a la nuestra. Aún más, somos tan rigurosos en el contenido de la doctrina, que anatemizamos a todo cristiano que no cree exactamente igual a nosotros. El cristianismo es una de las grandes religiones del Hombre y esta pulverizado en cientos si no miles de iglesias distintas. Mas todos tenemos una creencia fundamental: Jesucristo es el Hijo de Dios que vino a la tierra a morir por la humanidad para salvarla de la eterna condenación y quien crea en esto y acepta vivir bajo Su reino ya es salvo. Esto dicho con más o menos palabras es el resumen de la fe cristiana, la cual se expresa muy bien en el Credo Apostólico, el símbolo de nuestra religión.

II. FORMAS DE FE
Antes de introducirnos en lo que es nuestra propia creencia, y que casi con soberbia consideramos "la verdadera fe", examinemos brevemente los diversos tipos de creencias, aparte de la nuestra, que actualmente podemos encontrar en el mundo.

Brahamismo: Sistema religioso, moral y metafísico basado en la concepción panteísta de la divinidad, y cuya fuente son los libros sagrados de los indúes, escritos en el período de 1500 a 400 A.C.: los cuatro Vedas, los poemas Ramayana y Mahabarata, así como los tratados filosóficos de las distintas escuelas que constituyen un cuerpo de doctrina que ha perdurado a través de la historia para contar todavía con más de 280 millones de fieles.

Budismo: Es el nombre dado por los occidentales al sistema religioso fundado en la India alrededor del siglo V a.C., por Sidharta Gautama, llamado el Buda (del sanscrito buddha, "despertado, iluminado"). En el Oriente se lo denomina Buddha-marga (camino de Buda), Buddha-dharma (ley de Buda) o Sad-dharma (ley correcta o perfecta). Tiene por fin la realización plena de la naturaleza humana y la creación de una sociedad perfecta y pacifica.

Confusionismo: Principios morales que algunos consideran una religión, se basa en los escritos de Confucio (551–480 a.C.), pensador chino que recogió parte de las enseñanzas morales prevalecientes en la antigua China y predicó la necesidad de volver a practicar lo que denominó la «humanidad», es decir, la benevolencia. Práctica que debía incluir la «reciprocidad», es decir, no hacer a los demás lo que no deseamos que estos nos hagan. El estudio de la historia es necesario para comprender «los caminos del cielo». Confucio jamás pretendió establecer un sistema religioso ni defender un sistema de religiosidad en particular, a no ser las tradiciones religiosas prevalecientes en su época. La idea principal era el Camino o «Tao» del Cielo, el cual debía ser transitado por los humanos.

Druidismo: Creencias primitivas. Los druidas o «muy sabios» eran sacerdotes de la antigua religión de los celtas en las Islas Británicas y las Calías. En las festividades de su religión, los druidas ofrecían sacrificios humanos. También se ocupaban de todas las ceremonias del culto, educaban a los jóvenes y fungían como jueces.

Hinduísmo: Religión de la India que contempla que por detrás del universo actual, en el que vivimos y que tiene sus propios ciclos sucesivos, hay otra existencia que es eterna y sin cambios, y penetrar hasta ella constituye el mayor de todos los logros. Se forma como la conocemos en la actualidad a partir del s. III a. de C., combinando doctrinas brahmánicas con creencias dravídicas y budistas. El hinduismo es la religión original de la India y tiene muchas variantes; por ejemplo, la religión de una parte de la India es distinta a la de otra parte. Es una religión basada en mitos, protagonizados por muchos dioses. A pesar de tener muchos dioses, en la variante conocida como brahmanismo se pueden considerar como partes del dios supremo Brahma, por lo que el hinduismo es una religión monoteísta. Para otros, tiene mucha importancia Krishna. Los hindúes suelen tener dioses favoritos entre las divinidades que forman parte de Brahma. Más de 1000 millones de personas practican la religión hindú. La doctrina del hinduismo está recogida en cuatro libros, los Vedas.

Islamismo: Del árabe, islam, que significa obediencia, sumisión, resignación. Religión universal. La prédica de Mahoma en el siglo VII dio lugar a este movimiento, una de las más grandes e influyentes religiones en la historia de la humanidad. Los «muslimes» (la palabra muslim quiere decir sumiso a Dios) o creyentes, es decir, los. musulmanes, la han extendido en numerosos países mediante actividades de proselitismo o por inmigración. Mahoma estuvo bajo la influencia de las antiguas religiones de Arabia, del Cristianismo (en la versión de iglesias orientales) y el Judaísmo. Su actividad en Medina y La Meca le convirtió en un personaje polémico y por algún tiempo tuvo que abandonar La Meca y radicarse en Medina (huida conocida como La Hégira).

Jainismo: Religión oriental. Una de las menos conocidas entre las orientales. Según varios eruditos, la religión jainista es la primera disidencia importante dentro del budismo. Mahavira, su fundador, era un contemporáneo de Buda, Confucio, Lao-Tsé y quizás de Zoroastro. Vivió de 599 a 527 a.C., y se crió en la opulencia. Bajo su influencia el jainismo se convirtió en una religión histórica. Al igual que el budismo fue un movimiento de reforma; pero mientras este se extendió fuera de la India, el jainismo quedó confinado a ella. Los jainistas son ateos y no aceptan la existencia de dioses, espíritus ni demonios, pero creen en seres sobrenaturales o «tir-thankaras», hombres justos que han alcanzado la perfección. Como dualistas, sostienen que el universo ha estado dividido en dos categorías: los seres vivos o «jiva» y las cosas inanimadas o «ajiva». Hacen referencia, pues, a las almas y a la materia, dos principios diferentes, pero igualmente increados e indestructibles.

Judaísmo: Padre de todas las siguientes religiones monoteístas, está basado en la fe de un solo Dios. A diferencia de otras religiones, éste no está centrado en un profeta o en un salvador, sino en la idea de un pueblo elegido. Un factor importante para entender el Hebraísmo es que éste se centra en un pueblo antes que en un individuo. Por más que Moisés, Abraham o Isaías sean importantes, no es imposible imaginar la fe hebrea aún sin ellos. Más bien, el Hebraísmo sería inconcebible sin el pueblo hebreo, así como sería inconcebible el cristianismo sin Jesús, el Budismo sin Buda o el Islamismo sin Mahoma.

Massai: Religión de los massai, quienes creen en un Dios que ellos llaman Ngai. Éste no es masculino ni femenino, pero parece tener varios aspectos diferentes. Hay el refrán por ejemplo, aiyai de Naamoni que significa "El Ella a quien yo oro." Hay dos manifestaciones principales de Ngai: Ngai Narok que es bueno y benévolo y es negro; y Ngai Na-nyokie que está enfadado y rojo como el británico.

Panteísmo: De las palabras griegas "pan" todo, y "Theos" Dios - todo es Dios - Significa un sistema en el cual identifican a Dios con el mundo, basándose en la reflexión oriental, en la que Dios se disuelve en lo divino, convirtiéndose en un absoluto impersonal, en una energía cósmica que atraviesa y penetra todas las cosas, como el aire, y se identifica con lo íntimo de todas las cosas, especialmente con la psique humana. Toda realidad, dicen, es expresión de lo divino, porque en la conciencia cósmica, Dios y el mundo, la materia y el espíritu, el cuerpo y el alma no son diferentes. La "Nueva Era" niega al Dios personal de la revelación cristiana. Es decir, niega a un Dios soberano y las leyes que suponen diferencias entre el bien y el mal. Este regreso al panteísmo naturalista, que resultó definitivamente superado por el evento de la revelación cristiana, encuentra apoyo en muchos nuevos movimientos religiosos de origen oriental y en un regreso a las religiones paganas.

Rastafarismo: Es un movimiento religioso que surgió en Jamaica en los comienzos de los años '30 a partir de profecías bíblicas sobre la supuesta divinidad de Haile Selassie, de las aspiraciones sociales y políticas de la comunidad negra y de las enseñanzas del publicista y organizador nacido en Jamaica Marcus Mosiah Garvey. Aunque la visión política y cultural de Garvey inspiró a los fundadores del movimiento, que le consideraron como un profeta, él nunca se identificó a sí mismo con el movimiento. Había cerca de 1.000.000 de rastafaris en el mundo en el año 2000. De los jamaicanos, un 60 por ciento aproximadamente se identifican a sí mismos como rastafaris. El rastafarismo surgió entre la población negra de clase trabajadora en Jamaica, y permaneció durante un tiempo como un defensor de la supremacía negra. Hoy en día, sin embargo, se ha extendido a lo largo de gran parte del mundo a través de la inmigración.

Shintoísmo: Cerca de 67 millones de asiáticos - especialmente los japoneses - profesan esta creencia, que no es considerada exactamente como una religión, ya que cristianos y budistas aceptan la coexistencia en una misma persona del budismo o cristianismo con el shintoísmo. Su principio fundamental es el respeto y lealtad al Emperador de Japón y a los grandes antepasados imperiales y la reverencia a los espíritus o memoria de los grandes personajes del pasado histórico o familiar. Existe comunión con los muertos y deseo de agradarlos y complacerlos. Como mantiene muy unidos los vínculos del pasado con el presente, su símbolo es el "sakiki", árbol siempre verde, que nunca muere ni languidece. No utilizan imágenes ni sermones, carecen de congregaciones y rechazan el culto a la vida prenatal y a la eternidad después de la muerte. Aunque no hablan de pecado ni virtud, cultivan una exagerada limpieza corporal.

Sufismo: Es menos una doctrina o un sistema de creencias que una experiencia y una forma de vida. Es una tradición de iluminación que lleva adelante la verdad esencial a través del tiempo. Tradición que, sin embargo, debe ser concebida en un sentido vital y dinámico. Su expresión no debe permanecer limitada a las formas religiosas y culturales del pasado. La verdad del Sufismo requiere reformulación y expresión nueva en cada época.

Taoismo: Alrededor de 30 millones de hombres, la mayoría chinos, practican esta filosofía-religión formulada por un individuo cuya fisonomía está escrita en penumbras. Lao-Tsé nació tal vez el 604 a.C y se le atribuye la obra fundamental de esta confesión: el Tao Te Ching. El Taoísmo preconiza el sometimiento del hombre al Tao, vale decir, al curso eterno de los acontecimientos. Reprueba las luchas humanas y aconseja la humildad, la resignación a las cosas que están al alcance de la mano, la falta de ambición. Como preceptos exige no matar, no beber alcohol, no mentir, no robar y no cometer adulterio. Además recomienda como virtudes la piedad filial, lealtad, bondad hacia las criaturas, paciencia, sacrificio de sí mismo por los pobres, liberar a los esclavos, plantar árboles y hacer caminos, enseñar al ignorante y hacer las ofrendas a los dioses. En el siglo IV a.C el Taoísmo - Tao significa camino - se convirtió en culto popular cuando sus seguidores se desembarazaron de la metafísica y se entregaron a la práctica de la alquimia, la magia y la adivinación. Posteriormente, hacia el siglo II d.C., Chang Tao Ling la fundó como religión y se nombró su primer "pontífice". Pero en 1927 tal pontificado fue abolido por el gobierno chino. Sin embargo, el Taoísmo sigue siendo con el Confucionismo y el Budismo una de las religiones más difundidas de China. El Taoísmo promete la inmortalidad y admite la metempsicosis.

Vudú: Poco a poco, el pueblo de color, descendiente de los esclavos africanos llevados al nuevo continente, realizó una fusión entre los elementos de su religión ancestral (que debían practicar de manera oculta) con la de sus amos católicos, en el área de influencia de las coronas española y portuguesa. Se acaba así en un sincretismo que se diferencia de las versiones negras del cristianismo en el norte de América donde a los esclavos abrazaron el protestantismo. En la zona de Caribe y Brasil, la religión de los siervos conservó muchos más elementos de sus creencias africanas animistas, ocultas por las versiones populares de lareligión de sus amos o integradas con ellas. Las más extendidas de estas creencias son el Vudú, en Haití, el Camdomblé, en Brasil, y la Santería en Cuba.

Zoroastrismo: Numéricamente, esta confesión no tiene importancia, pero sus seguidores, reunidos bajo el nombre de Parsis, ejercen gran influencia en el pueblo indio. Uno de sus representantes más famosos fue Feroze Gandhi, el fallecido esposo de Indira Gandhi, a quien rechazaba Nehru, padre de la Primera Ministro, debido a sus creencias religiosas. Los Parsis adoran al fuego y el sol como símbolo de pureza, su dios es Ormuz y Zoroastro o Zaratustra el profeta. Los Zoroastristas o Parsis no tienen hoy interés proselitista, aunque a través del matrimonio se han incorporado nuevos adeptos. Descienden de una antigua secta que gobernó Persia durante siglos, hasta ser expulsados sus adeptor por los musulmanes, que dominaron el país en el siglo VII. Se radicaron en la India y prosperaron como armadores de barcos, comerciantes y banqueros. La fidelidad a su fe está llevándolos a la extinción. Se calcula que en todo el mundo existen unos 130 mil parsis, de ellos 100 mil están en la India. Y de éstos, 70 mil concentrados en la región de Bombay.

Agnosticismo: Es la posición que limita el conocimiento a la experiencia sensorial o empírica verificable. Rechaza la posibilidad de conocimiento sobrenatural y por lo tanto la posibilidad de saber si Dios existe. El filósofo Kant (1724-1804) preparó el camino a la popularización de esta posición pero la palabra "agnosticismo" es de T.H.. Huxley (1869) para quien significó el rechazo de la metafísica. Agnosticismo no es lo mismo que ateísmo (negación de la existencia de Dios). Su posición es que no se puede saber si existe o no. Por eso rechaza cualquier pronunciamiento a favor o en contra de la existencia de Dios.

Ateísmo: Del adjetivo griego αθεος (azeós), que significaba "sin dios", siendo a la partícula negativa ‘no’ o ‘sin’ y zeós ‘dios’ (literalmente Zeus) Antiguamente esta palabra designaba a quienes no creían en un determinado dios, si bien podían creer en otros. Así, los romanos llamaban ateos a los primeros cristianos porque negaban la existencia de dioses distintos de Yahvé.. Hoy en día, sin embargo, el término se refiere a aquellos que carecen de fe en la existencia de algún tipo de divinidad o de otras ideas tradicionalmente asociadas con las religiones (como la reencarnación, la vida espiritual más allá del cuerpo físico y los poderes sobrenaturales), si bien existen muchos y muy diferentes matices.

Los cristianos tenemos una fe, una creencia que nos caracteriza y diferencia de otros. Como nosotros pensamos que nuestra fe es verdadera, las demás religiones piensan lo mismo. No podemos despreciarlos, rechazarlos ni matarlos; nuestro deber, de acuerdo al Evangelio de Jesús, es amarlos. Si nuestro convencimiento es que tenemos la verdadera fe, entonces necesitamos aprender a evangelizar, primeramente orando a Dios para que les revele Su Verdad. Como señalábamos al principio, en cierto modo la fe es algo irracional; tengamos cuidado con eso. Muchos fundamentalismos hoy día están produciendo estragos.

III. NATURALEZA DE NUESTRA FE
La fe se da en el corazón del ser humano, porque en el corazón se cree para justicia, y es un don de Dios adquirido por el escuchar la Palabra de Cristo (Romanos 10:8-10; 17).

La fe es la primera virtud en la cadena de virtudes cristianas, es una cualidad fundamental (2 Pedro 1:5). La fe cristiana tiene un Autor que la inventó y ejecutó, Jesucristo (Hebreos 12:2). Los cristianos pensamos que alguien es nacido de Dios cuando cree que Jesús es el Cristo (1 Juan 5:1). Debemos imitarla de los líderes (Hebreos 13:7).La finalidad de esta fe es producir buenas obras y la salvación eterna de la persona (Santiago 2:17; 1 Pedro 1:9).

Somos guardados por el poder de Dios y resistimos al príncipe de las tinieblas si nos mantenemos en la fe de Jesucristo (1 Pedro 1:5; 1 Pedro 5:9). Si usted conserva la fe, Dios lo guardará con Su poder física, mental y espiritualmente. Para ello debemos retenerla y luchar por ella (2 Timoteo 1:13; 1 Timoteo 6:11) pues ésta puede ser trastornada (2 Timoteo 2:18) y ser reprobados (2 Timoteo 3:8). Una prueba de que alguien tiene a Cristo dentro de si mismo, es su perseverancia en la fe (2 Juan 9). Esta fe requiere ser alimentada, desarrollada y edificada (Judas 20). En la oración requerimos pedir con fe (Santiago 5:6).

Una característica particular de la fe cristiana es su espíritu evangelizador, su anhelo comunicativo expresado por su Fundador en la Gran Comisión. El cristiano no está tranquilo si no comunica su fe en hechos y palabras. Para transmitir adecuadamente nuestra fe, necesitamos aprender a evangelizar con un sentido ecuménico:
1) Sin atacar la fe del otro (Judas 19)
2) Buscando los puntos de contacto o encuentro con el otro (Hechos 17:22-31)
3) Haciendo nuestra forma de vivir la fe, algo atractivo para los demás (1 Pedro 2:12)
4) Dando mayor importancia al contenido que a las formas, ritos y costumbres (Romanos 14:1-9)
5) Demostrando el amor a través de la tolerancia, aceptación y comprensión del que piensa diferente (Santiago 2:1)
6) Orando y sirviendo a la sociedad junto a otros (Filipenses 4:5,6)

CONCLUSIÓN:
No hay poder mayor dado al ser humano que la fe. Jesús dice "Si tuvieras fe como un grano de mostaza serías capaz de trasladar los montes" Tal es el poder de la fe. La fe está presente en todo ser humano, como una capacidad espiritual dada por Dios. Algunos la ejercen a través de su religión, otros depositando su confianza en un pensamiento o sencillamente en sí mismos. Sin embargo, la fe de Jesucristo transmitida por medio de Su Espíritu Santo, es un poder que nos edifica, desarrolla y produce fruto en nuestras vidas. Para poder transmitir esta fe debemos comprender las necesidades de las personas y ser muy respetuosos con la diversidad de formas que adopta la espiritualidad en el ser humano. ¿Está usted dispuesto a aceptar la multiforme gracia de Dios y a evangelizar con prudencia, respeto y profundo amor hacia el otro?

domingo, marzo 26, 2006

SAN JUAN, APÓSTOL DEL AMOR


Pastor Iván Tapia

Lectura bíblica: San Marcos 1:14-20
Propósito de la charla: Llamar a los oyentes a imitar a San Juan como discípulos de Jesucristo.

Las Escrituras nos ofrecen muchos datos acerca de San Juan, "el discípulo amado", autor del Cuarto Evangelio, tres Cartas, y el Apocalipsis. Pescador de Betsaida, hijo de Zebedeo, hermano de Santiago, discípulo del Bautista y apodado "hijo del trueno", participó con Pedro y Santiago de los episodios más significativos de la vida de Jesús, y en la Última Cena recostó su cabeza en el pecho del Señor (por ello es llamado en griego "Epistehios": el que está sobre el pecho). Estuvo con María "junto a la cruz" (San Juan 19: 25-27), y fue testigo junto a Pedro del sepulcro vacío: "vio y creyó" (San Juan 20: 8). Los Hechos lo nombran nuevamente junto a Pedro, y San Pablo lo menciona entre las "columnas de la Iglesia" (Gálatas 2: 9). Es llamado "el Teólogo" por la profundidad de su Evangelio, que difiere en no pocos aspectos de los sinópticos.

El apóstol y evangelista San Juan fue hijo de Zebedeo y Salomé, era natural de Betsaida en Galilea. Su padre y hermanos eran pescadores y parece que estaban en buena situación.

En el carácter de Juan se mezclaban admirablemente la dulzura y la energía. El retrato que la Biblia hace de él tiene un encanto especial, por resaltar en él tanta paz, humildad, caridad y amor fraternal. Su carácter afectuoso, meditabundo y espiritual, tenía también los elementos de vigor y decisión. Aunque amable, era firme y valeroso. Él y Pedro siguieron a Cristo cuando fue aprehendido por los judíos, en tanto que los otros discípulos huyeron, y presenció la escena de la crucifixión del Salvador, que él describe como testigo ocular.

Fue uno de los primeros que acudieron al sepulcro de Jesús y después de la ascensión de su Señor proclamó osadamente el Evangelio en Jerusalén, aunque fue apresado, azotado y amenazado con la muerte. Se distinguió por su adhesión al Maestro y esto fue quizás, tanto como su ambición o la falsa idea que tenía del Reino de Cristo, lo que lo indujo a solicitar un lugar a su mano derecha. Se supone que era el más joven de los apóstoles.

Había sido discípulo de Juan el Bautista; pero al ser dirigido a Jesucristo, se le adhirió de inmediato. Por algún tiempo volvió a su oficio a orillas del mar de Galilea, pero en breve fue llamado a dejarlo todo y a acompañar al Salvador.

Cristo tenía particular simpatía por este cariñoso y celoso discípulo. En la última cena estuvo reclinado cerca de su Maestro. Cuando Jesús estaba próximo a morir encomendó su madre a su cuidado.

En unión de Pedro y de Santiago, presenció la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración y la agonía en el jardín. En otros acontecimientos también estuvo asociado con Pedro. Con Pedro y Santiago dieron la bienvenida a la iglesia y le encargaron una comisión. Juan tomó parte en el primer concilio de Jerusalén y por muchos años siguió residiendo en esa ciudad, donde fue reconocido como una de las principales columnas de la iglesia.

Parece que no se encontraba en Éfeso cuando Pablo hizo su última visita, el año 60 DC. Y ninguna de las epístolas hace mención de él en Éfeso, en donde pasó la mayor parte del último período de su vida. Después de la muerte de San Pablo, sin embargo, estuvo en Éfeso dirigiendo la difusión del Evangelio en el Asia Menor, en donde por muchos años ejerció su gran influencia personal y apostólica. Por el año 95 D.C. fue desterrado, probablemente por Domiciano, a la isla de Patmos, donde tuvo las visiones descritas en el libro de Apocalipsis.

Después regresó a Éfeso, en donde vivió hasta edad avanzada, tanto que ya no podía asistir a la asamblea cristiana sin ser llevado por sus discípulos. No pudiendo ya pronunciar largos discursos, tomó por costumbre decir en todas las reuniones "Hijitos, amaos los unos a los otros" y cuando se admiraban de su frecuente repetición de esta concisa exhortación, su respuesta era: "Esto es lo que el Señor os manda; y esto, si lo hacéis, es suficiente". Crisóstomo (1) , Clemente (2) y Eusebio (3) refieren que habiendo visto el anciano apóstol que un joven que prometía mucho, a quien él había encomendado al cargo de pastor de un lugar cercano, se había descarriado, y había organizado una cuadrilla de ladrones, le buscó en las guaridas que tenía en las montañas, y bendiciendo a Dios por su intrepidez y la fidelidad de su amor, libró su alma de la muerte.

San Juan murió en Éfeso en el tercer año del reinado de Trajano, el año 100 D.C., teniendo entonces, según Epifanio (4) , 94 años de edad. Fue sepultado cerca de aquella ciudad y varios de los padres de la Iglesia mencionan el hecho de que allí estaba su sepulcro.

Además del valiosísimo Evangelio y del Apocalipsis que llevan su nombre, tenemos tres cartas de su autoría. La primera es una carta universal, escrita, según parece, para ir con su Evangelio, y refutar ciertos errores de los gnósticos en cuanto a la persona de Jesucristo; pero también y principalmente para edificar la Iglesia en la verdad, en la gracia y especialmente en el amor. La segunda epístola se dirige a la "Señora elegida" o "la excelente Kuria", que era probablemente alguna mujer cristiana eminente por su piedad y servicios. La tercera se dirige a Gaio, el Caio latino, a quien Juan alaba por su fidelidad y hospitalidad, y lo exhorta a perseverar en todas las buenas obras.

Fuentes muy antiguas -algunas legendarias- señalan que vivió primero en Antioquía y luego en Éfeso. San Ireneo, hacia 175, escribe: "Juan, el discípulo del Señor, el mismo que descansó sobre su pecho, publicó también el evangelio cuando se encontraba en Éfeso". Luego viajó a Roma, donde por orden del emperador Domiciano, fue echado (ya cerca de los noventa años de edad) al aceite hirviendo cerca de la Puerta Latina, martirio del cual salió indemne y fue deportado a la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis, y murió a finales del siglo I.

Se cree generalmente que Juan escribió su Apocalipsis y sus epístolas en Éfeso, por el año 96 o 98 D.C. Dichas piezas son los últimos libros del canon del Nuevo Testamento, a cuyo establecimiento el apóstol contribuyó grandemente.

En la iconografía casi siempre se lo representa como un joven sin barba y de pelo largo; sin embargo, sobre todo en Oriente, aparece a veces como un anciano de larga barba blanca, a causa de haber sido el apóstol que alcanzó una edad más avanzada.

Muchas veces lleva una pluma o un rollo en que se lee, generalmente, el comienzo de su Evangelio ("In princípio erat Verbum", "En el principio era el Verbo"), y está acompañado por un águila, que es su atributo en tanto que evangelista, por el alto vuelo de su pensamiento y porque su Evangelio comienza justamente ´arriba´, ´en el cielo´, "junto a Dios" (San Juan 1:2). El atributo del águila es muy antiguo, y el más común de los que identifican a Juan.

Juan suele ser representado en los numerosos episodios y circunstancias que lo tienen como protagonista en los Evangelios y en los Hechos, muchas veces junto a Pedro. De modo particular, son muy populares sus representaciones en la Última Cena apoyándose en el pecho de Jesús (San Juan 21: 20) y junto a María al pie de la cruz de Jesús (San Juan 19:25 ss).

CONCLUSIÓN:
La vida de San Juan es un ejemplo de compromiso absoluto con el Maestro. Él supo amarle y entregar toda la vida a su causa, como Jesús entregó Su propia vida por él y por toda la humanidad. Una vida tiene sentido cuando es capaz de trascender a los intereses personales y temporales y proyectarse hacia el desarrollo de toda la sociedad y dejar un mensaje a las generaciones futuras. Es lo que este gran apóstol hizo. Aún hoy su enseñanza y palabra están vivas y tienen poder para convertirnos a Jesús. Rinda hoy su vida a Jesucristo y, como Juan, recuéstese en el pecho del Maestro, poniendo toda su confianza en Él.

Textos adicionales:
San Lucas 5:10; San Juan 1:44; San Marcos 1:20; San Marcos 15:40; San Lucas 8:3; San Lucas 24:1; San Juan 18:15; San Lucas 9:54; San Juan 19:35; Hechos 4:13; San Mateo 20:20-24; San Juan 1:35-39; San Lucas 5:5-10; San Juan 13:23; San Juan 20:2; San Juan 21:7; San Juan 21:7; Hechos 3:1; Hechos 4:13; Hechos 8:14; Hechos 9:27-51.

(1) San Juan Crisóstomo, arzobispo de Bizancio, el orador más elocuente de todos los Padres de la Iglesia, nació en el año 344 y murió en el 407.
(2) Flavio Clemente nació en el año 216 D.C. y aun cuando se le suele llamar Alejandrino, no se sabe con certeza si nació en Alejandría pero si es efectivo que residió en ella la mayor parte de su vida.
(3) Eusebio, obispo de Cesarea, del siglo III de la Era cristiana, es el más antiguo de los «Santos Padres Griegos» que existieron en los períodos grecorromanos y en la época bizantina.
(4) San Epifanio, obispo de Salamina y padre de la Iglesia, nació en 310 o 315, de familia pobre, en Judea.

BIBLIOGRAFÍA
"Diccionario de la Santa Biblia", W.W. Rand, Editorial Caribe.
Valparaíso, domingo, 26 de marzo de 2006.

domingo, marzo 12, 2006

EL NÚMERO DOCE EN LA TRADICIÓN HEBREO CRISTIANA



Pastor Iván Tapia

El número Doce se encuentra como múltiplo en todo lo que tiene que ver con gobierno. El sol que «señorea» el día, y la luna y las estrellas que «señorean» la noche lo hacen por su paso a través de los doce signos del Zodíaco que cierran el gran círculo del cielo compuesto de 360 grados o divisiones, señoreando así el día. 360 es el resultado de 12 por 30. Por lo tanto es un número perfecto, significa perfección de gobierno o perfección gubernamental.

Doce es el producto de 3 (el número perfectamente divino y celestial) y 4 (el terrenal, el número de lo que es material y orgánico).

Este número es usado 187 veces en la Biblia, 22 de ellas en el libro de Apocalipsis. Doce indica la perfección de gobierno. El servicio, la potestad y la protección: unas características de un sistema perfecto de gobierno.

Mientras que siete es un compuesto de 3 añadido a 4, doce es 3 multiplicado por 4, y denota, por ende, aquello que puede apenas ser explicado con palabras, pero que la percepción espiritual puede apreciar en el acto, esto es, la organización, en la que los productos denotan producción y multiplicación y aumento de todo lo que está contenido en los dos números por separado. El 4 es generalmente prominente en el doce.

EL 12 EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.
Hubo doce patriarcas desde Sem hasta Jacob.

Los doce hijos de Israel Aunque vinieron a formar trece tribus por la adopción por parte de Israel de los dos hijos de José, nunca se mencionan más de doce en ninguna lista. Hay unas 18 enumeraciones en total, pero en cada lista se omite a uno u otro. Generalmente es Leví, pero no siempre. En Apocalipsis 7 se omiten tanto Dan como Efraín, pero la enumeración sigue siendo doce, introduciéndose a José y a Leví para este especial sellado del remanente que pasará inmune a través de la gran tribulación.

Luego hubo doce Jueces o Salvadores. Es significativo el hecho de que sólo doce de los jueces que juzgaron a Israel hayan sido registrados en el libro de los Jueces.

Doce tribus formaban la nación de Israel. Había doce piedras en el pectoral del sumo sacerdote, representando a Israel (Exodo 28:17-21). Doce panes de la proposición debían ser colocados en el Lugar Santo. (Exodo 25:23-30). Doce piedras fueron tomadas del río Jordán (Josué. 4:8). Doce espías fueron enviados por Moisés a la tierra de Canaán (Números 13:1-33). Los hijos de Israel encontraron doce fuentes de agua en Elim. (Exodo 15:27). Elías construyó un altar con doce piedras y cayó fuego del cielo sobre el altar y consumió la ofrenda que estaba sobre él (1 Reyes 17:30-40).

El templo de Salomón tiene el número doce como factor predominante, en contraste con el Tabernáculo, que tenía el cinco. Esto concuerda con la gracia que resplandece en el Tabernáculo, y con la gloria del reino que se exhibe en el Templo.

Doce personas fueron ungidas para gobierno de diferentes tipos. Naturalmente, todos los reyes, sacerdotes, profetas y leprosos sanados eran ungidos; pero se registran de manera específica las circunstancias de la unción de doce individuos. De estos registrados, cinco son de sacerdotes (Aarón y sus cuatro hijos, Exodo 6:23) y siete fueron reyes:

l. Aarón
2. Nadab
3. Abiú
4. Eleazar
5. ltamar
6. Saúl
7. David
8. Absalón
9. Salomón
10. Jehu
11. Joás
12. Joacaz
Total individuos ungidos que se registran: Sacerdotes (5) y Reyes (7) = 12.

Se observará por la lista anterior que Saúl, el hombre de la elección humana, queda así marcado con el número 6. David, el hombre de la elección divina, queda marcado con el número siete. Porque Saúl y David son, respectivamente, el sexto y el séptimo en orden. Las palabras "varón según el corazón de Dios» significan simplemente un hombre escogido por Dios, no que Dios aprobara todos los pecados en que cayó David.
Doce son los profetas menores.

EL 12 EN EL NUEVO TESTAMENTO
Cuando llegamos al Nuevo Testamento encontramos el mismo gran principio impregnando el gobierno apostólico que vemos en el Patriarcal y Nacional, porque tenemos:

Los doce apóstoles.
Los doce cimientos de la Jerusalén celestial.
Las doce puertas.
Las doce perlas.
Los doce ángeles.

Doce años tenía Jesús cuando apareció en público por primera vez (Lucas 2:42) y pronunció las primeras palabras que han quedado registradas.

Doce legiones de ángeles marcan la perfección de los poderes angélicos (Mateo 26:53). Jesús escogió doce discípulos para seguirlo. Jesús dice que, a su pedido, el Padre enviaría doce legiones de ángeles. Cristo escogió doce apóstoles –dirigentes y gobernantes de la Iglesia primitiva. Y prometió que se sentarían en 12 tronos, y juzgarían a las 12 tribus de Israel. Jesús dice a sus discípulos: «cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel» (Mateo 19:28).

Sobraron doce cestas llenas en el milagro de la alimentación de los cinco mil.

Los sellos de los «12» están sobre toda la ciudad eterna de Dios; siendo él allí manifiestamente supremo. Esto es la perfección en su análisis más profundo; y por esta razón se menciona el número doce como siendo la perfección gubernamental.

El número de los sellados en Apocalipsis 7:4 será de 144000 (12.000 multiplicado por 12), y todo lo que tiene que ver con las doce tribus está necesariamente impregnado por este número, como las piedras en el pectoral del sumo sacerdote, las piedras sacadas del lecho del Jordán, el número de los espías, etc. etc.

Un hecho que aparece extraño es que durante el período de los cielos nuevos y la tierra nueva, el número «siete», excepto el séptimo, no se encuentra más. En la Nueva Jerusalén existen 12 puertas, 12 fundamentos, el nombre de los 12 apóstoles, 12 piedras preciosas, y 12 perlas: el muro de la ciudad tiene 144 codos que son 12 multiplicado por 12. Todo eso existirá eternamente, por lo tanto, el número 12 representa la perfección eterna. El último número que aparece en la Biblia es el «12», doce frutos en el árbol de la vida (Apocalipsis 22:2).

El último número cardinal registrado en la Biblia es el «duodécimo», la duodécima piedra preciosa. Todo eso está ligado a la escena final del universo.

Las medidas de la nueva Jerusalén serán de 12.000 estadios de arista, en tanto que su muro será de 144 (12x 12) codos (Apocalipsis 21:16,17).

La mitad de doce, 6, denota en ocasiones interrupción o defecto en el gobierno humano, mientras que la cantidad de veces que aparecen las palabras concuerda con su significación. Las siguientes palabras se hallan 12 veces: oikodespotes, mayordomo o administrador de los asuntos de una casa; y aule, corte o palacio de gobierno.

CONCLUSIÓN.
La Biblia contiene una numerología perfecta. Es el Libro Sagrado por excelencia; es la Palabra Escrita de Dios. ¿Qué vamos a hacer frente a tanta sabiduría y perfección? Sencillamente entregarnos a Su Autor, Dios, Quien se ha expresado en la figura de Jesucristo, el Arquetipo y Modelo de Hombre.

Una vez hubo 12 que se entregaron a Él. Eran simples pescadores, algún cobrador de impuestos y un revolucionario. Nosotros, con una cultura mayor que ellos, no podemos hacer otra cosa que también obedecer al llamado de Dios y entregarnos a Jesús. Si alguno de los presentes quiere entregar su vida al gran Maestro que es Jesucristo, hágalo ahora, valientemente, manifiéstelo públicamente aquí, ante la concurrencia, tal como Jesús, quien murió clavado en la cruz del Calvario públicamente ante toda la multitud.

BIBLIOGRAFÍA
«La Biblia de las Américas», ", The Lockman Foundation, USA, 1997.
«Os números na Bíblia», Christian Chen
«Manual de Interpretación Bíblica», E. Hartill

Valparaíso, domingo, 12 de marzo de 2006.