lunes, marzo 30, 2009

UN TESTIMONIO EJEMPLAR.


LLAMANDO VIDAS AL REINO
IV PARTE



Lectura Bíblica: 1 Timoteo 1:11-14

Propósitos de la Charla: a) Aprender del testimonio paulino los principios que deben guiarlo; b) Aplicar estos principios en el testimonio personal.

“según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado. / Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, / habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. / Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.” (1 Timoteo 1:11-14)

Todo cristiano tiene un testimonio que proclamar, lo cual lo transforma en un testigo de Jesucristo. Para que ese testimonio sea adecuado, los discípulos necesitamos capacitarnos como: a) Testigos confiables; b) Testigos históricos; c) Testigos motivados; y d) Testigos informados.

Según su forma, hay dos grandes tipos de testimonio: 1) el testimonio bíblico; y 2) el testimonio personal. Desde el punto de vista del receptor, hay dos clases de testimonio personal: a) el testimonio que se da al interior de la Iglesia, para edificación de los cristianos; y b) el testimonio fuera de la Iglesia, dirigido a incrédulos, y cuyo propósito es evangelizador.

De acuerdo a su contenido, puede haber: a) testimonio de conversión, cuando relata cómo Dios llamó a la persona al Reino de Dios; b) testimonio de vida cristiana, que cuenta el transcurso de la vida en la fe y cómo Dios ha operado en la transformación del cristiano; y c) testimonio de sanidades, milagros y acciones especiales del Señor, refiriéndose a algún hecho específico en que Dios actuó sobrenaturalmente en la persona.

En cuanto al fondo del testimonio, somos: a) Testigos de la vida de Jesucristo; b) Testigos de la resurrección de Jesucristo; c) Testigos de Jesucristo como juez de la Humanidad; d) Testigos del testimonio de las Escrituras; y e) Testigos del Evangelio.

La Biblia nos muestra diferentes tipos de testigos: a) El testigo concreto; b) El testigo humano; y c) El testigo Divino.

Para finalizar con el tema, veremos un ejemplo clásico de testimonio cristiano, en el testimonio que San Pablo dio en Jerusalén.

Pablo andaba en su cuarto viaje misionero por Jerusalén. Este viaje (Hechos 21, 30-28, 31). Está fechado hacia el año 58 y las ciudades visitadas fueron: Cesarea, Sidón, Mira (Asia Menor), Creta, Fénica (Cauda), Malta, Siracusa (Sicilia), Regio, Putéoli, Foro de Apio, Tres Tabernas y Roma. Este viaje respondió al profundo deseo por parte de San Pablo de fundar una comunidad cristiana en Roma. En su recorrido escribe las cartas a los Colosenses, a los Efesios y a Filemón.

Los hermanos de Jerusalén “glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. / Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres.” (Hechos 21:20,21). Pablo iba a asistir a la fiesta en el templo “Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, / dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar.” (Hechos 21:27,28). Tal fue el alboroto que se formó que “Entonces, llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había hecho. / Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza.” (Hechos 21:33,34). Entonces Pablo le explicó a los soldados: “Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo. / Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:” (Hechos 21:39,40).

Esta es parte del discurso de Pablo ante los jerosolomitanos, el que encierra su testimonio de conversión. Este relato emblemático, representativo, lo encontramos relatado tres veces en el Nuevo Testamento y nos da una excelente pauta de cómo debe ser un testimonio de fe:

“1 Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros. 2 Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo: 3 Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. 4 Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; 5 como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados. 6 Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; 7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. 9 Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. 10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. 11 Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.” (Hechos 22:1-11)

La Palabra de Dios nos enseña como hacer un correcto testimonio.

Todo testimonio, sea de conversión, vida o milagros, debiera considerar los siguientes principios:
· El testigo hace una defensa de la fe.
· El testigo habla en la lengua del oyente.
· El testigo se acerca al oyente.
· El testigo narra quien era antes de conocer a Cristo.
· El testigo narra el hecho sobrenatural.


1. EL TESTIGO HACE UNA DEFENSA DE LA FE.
“Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.” (Hechos 22:1)
En este caso, San Pablo va a iniciar su defensa ante quienes le acusan.
El testimonio siempre es una “defensa” de nuestra fe.
El testigo de Jesucristo se defiende de:
· El ateísmo, que dice que Dios no existe.
· El agnosticismo, que plantea la imposibilidad de saber qué o quien es Dios.
· El materialismo, que estimula el consumismo y el hedonismo.
· Las otras religiones, que no reconocen a Jesucristo como Salvador y Señor.
· La ignorancia espiritual, que se opone a la fe cristiana.
· La inmoralidad y corrupción, que permite el pecado y lo niega.
· El humanismo, que se desentiende de Dios.

2. EL TESTIGO HABLA EN LA LENGUA DEL OYENTE.
“Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio.” (Hechos 22:2)
Escuchar hablar a Pablo en su propio idioma, dio a los judíos más confianza. ¿Qué nos enseña esto? La importancia de acercarnos al lenguaje de la gente. Todo testimonio debe ser contado en el idioma propio de los oyentes. Si habla con personas cultas, su lenguaje debe ser culto; si habla con científicos, su lenguaje debe ser científico; si habla con jóvenes, su lenguaje deberá ser juvenil, etc. Cuando damos testimonio es necesario utilizar un lenguaje:
· Común a todos, evitando palabras que son propias del mundo eclesial, como aleluya, justificación, redención, etc.
· Sencillo, sin caer en la vulgaridad ni las groserías.
· Claro, refiriéndose exclusivamente a los hechos, sin complicar el relato con reflexiones personales.
· Comprensible por todos, no complicándose con textos bíblicos textuales, ya que éstos suelen contener palabras que no son de fácil comprensión. Si va a leer un texto bíblico, hágalo de una versión popular o parafraseada.

3. EL TESTIGO SE ACERCA AL OYENTE.
“… Y él les dijo: / Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.” (Hechos 22:3)
Quien da testimonio necesita acercarse lo más posible a su interlocutor. Pablo dio a conocer su procedencia geográfica, donde fue educado, quien le formó en la religión –el gran Gamaliel- y la principal característica de esa formación. En su caso fue “estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios…” ¿Por qué señaló esto? Le interesaba demostrarles que él era un judío como todos, que no era un pagano ni un gentil ignorante de la religión hebrea, que no era un aparecido, un predicador de última hora, sino alguien en quien podían confiar. Luego agrega lo más importante: “… como hoy lo sois todos vosotros.” Con ello se puso al mismo nivel y tocó sus personas.

La mejor forma de acercarnos a la experiencia de los oyentes es comunicar que:
· Somos seres humanos sujetos a las mismas pasiones que todos.
· No somos mejores ni peores que ellos.
· Tenemos algunas experiencias en común con ellos, por lo cual podemos comprenderlos y ellos pueden comprendernos a nosotros.
· Compartimos una familia, una ciudad, un país, una cultura, una religión o un planeta.
· No somos personas ignorantes en temas de fe, que leemos la Biblia y estamos siendo enseñados en nuestra Iglesia.
· Nadie nos ha convencido de esta fe ni estamos engañados, sino que por experiencia personal hemos comprobado que Jesucristo es la Verdad.

4. EL TESTIGO NARRA QUIEN ERA ANTES DE CONOCER A CRISTO.
“Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; / como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.” (Hechos 22:4,5)
Pablo cuenta que él antes perseguía a “los del Camino”, sin tener empacho hasta en darles muerte, los prendía y entregaba a las autoridades, para que les metieran en la cárcel; trataba como delincuentes a los cristianos. Recibía cartas de los ancianos judíos, para los hermanos y autorización para perseguirlos. Estos son los hechos reales, directos, escuetos y dramáticos, que dan cuenta de la condición en que el hombre Saulo se encontraba.

La primera parte de nuestro testimonio, siempre ha de ser una narración:
· De los hechos reales, sin quitarle ni agregarle.
· Directa, exenta de adornos.
· Escueta, sin detalles innecesarios.
· Realista, sin dramatismo, considerando que la vida de un pecador siempre es dramática.
· Sin interpretaciones personales ni bíblicas.

5. EL TESTIGO NARRA EL HECHO SOBRENATURAL.
“Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; / y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? / Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. / Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. / Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. / Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.” (Hechos 22:6-11)

Cuenta San Pablo que él iba camino a Damasco, como a mediodía, y de repente le rodeó una gran luz del cielo. Tal era su resplandor que cayó al suelo, al momento que escuchaba la voz del Señor Jesucristo que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él inmediatamente preguntó: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. Los testigos de ese acontecimiento sólo vieron la luz, pero no escucharon la voz. Luego Pablo preguntó a Jesús: ¿Qué haré, Señor? Y Él le respondió: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. Fue tal el resplandor y la potencia de ese encuentro, que Pablo quedó ciego y así fue conducido a la ciudad de Damasco.

El hecho sobrenatural o de intervención Divina, puede ser nuestra conversión, un sueño, una profecía recibida, un milagro o una sanidad. Cuando hay que contar necesariamente hechos sobrenaturales, necesitamos separar lo emocional de lo racional, tenemos que transmitir los hechos que concretamente vivimos. Estos hechos pueden aparecer como muy subjetivos, pero es preciso que seamos claros al relatarlos, sin agregar ni quitar nada. Debiéramos seguir el modelo de Pablo en este aspecto:
· Contar los hechos ordenadamente, es decir por orden cronológico.
· No agolparnos en las palabras.
· Describir exactamente lo que vimos y oímos.
· No temer a la incredulidad de los oyentes.
· No dar explicaciones del hecho.

PARA REFLEXIONAR:
1) Lea y compare los tres relatos de la conversión de San Pablo.
2) Escriba un párrafo sobre cada uno de estos principios del testimonio: 1. defensa, 2. lengua, 3. acercamiento, 4. pasado y 5. hecho.
3) Analice los siguientes textos: Gálatas 1:1, 11-17; 1 Corintios 9:1; 1 Corintios 15:8-11; 2 Corintios 4:6; 2 Corintios 11:32,33; Filipenses 3:5-8,12
4) Investigue qué dice el Catecismo Católico Romano acerca de este tema en sus artículos 2471 al 2474. Escriba un comentario sobre ello.

BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
2) “La Biblia on Line”, Dar Testimonio de la Verdad.
3) Pedro García Misionero Claretiano “En la temida Jerusalén. Lo que tenía que suceder…”
4) Santos Sabugal, “La conversión de San Pablo”; Editorial Herder; Barcelona, España, 1976.

domingo, marzo 08, 2009

TIPOS DE TESTIGOS.


LLAMANDO VIDAS AL REINO
III PARTE


Lectura Bíblica: Jeremías 32:12; San Mateo 18:15-17; 1 Timoteo 5:19

Propósitos de la Charla: a) Valorar la necesidad de testigos en los actos humanos; b) Conocer los tipos de testigos que nos muestra la Biblia; c) Motivarnos y decidirnos a ser testigos del Señor Jesucristo.


En muchos actos humanos, como un juicio, un matrimonio civil o religioso, un bautismo, una investigación policial, etc. el testigo es muy necesario. Los testigos dan confiabilidad a un acto. Encontramos en la Biblia un ejemplo de ello, en una transacción comercial: “Y di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito la carta de venta, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.” (Jeremías 32:12)

Cuando se disciplina en la Iglesia, de acuerdo a la enseñanza de Jesucristo, es conveniente tener testigos. Los seres humanos solemos tener actitudes de doble ánimo y orgullo, a veces para salvar circunstancias difíciles negamos hechos ciertos o culpamos a otros de nuestras propias acciones. De ahí la conveniencia de la presencia de testigos en actos de esta naturaleza: “15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.” (San Mateo 18:15-17)

Los ministros y presbíteros deben ser tenidos en alta consideración; por ello la Palabra de Dios aconseja “Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos” (1 Timoteo 5:19)

En definitiva, los testigos dan a un acto investigativo:
a) Seriedad
b) Justicia
c) Imparcialidad
d) Diferentes puntos de vista

Dios Padre envió un Testigo Suyo a esta tierra, a Jesucristo, el Testigo fiel. El Hijo de Dios envió a los Doce y con ellos a toda la Iglesia, como testigos de Él y el Evangelio. La Divinidad requiere de nosotros como buenos testigos de la vida de Jesucristo, Su resurrección, de Su regreso como Juez de la Humanidad, del testimonio de las Escrituras y del Evangelio. Dios necesita que seamos Sus testigos en esta tierra.

La Biblia nos muestra tres diferentes tipos de testigo:
· El testigo concreto.
· El testigo humano.
· El testigo Divino.


I. EL TESTIGO CONCRETO.
Los seres humanos acostumbramos utilizar objetos como testigos de nuestros éxitos, fracasos, momentos importantes, acuerdos, etc. En este aspecto están:
· El testigo inerte.
· El testigo mudo.

1. El testigo inerte (no se mueve).
En todas las culturas se acostumbra poner un objeto por testimonio. Hoy día lo hacemos con un monumento, obelisco, arco de triunfo, placa conmemorativa, etc. Cuenta la Escritura que en días de Jacob, éste dijo a sus hermanos que hicieran un montículo o majano. Un majano es un montón de cantos sueltos que se forma en las tierras de labor o en las encrucijadas y división de términos. “46 Y dijo Jacob a sus hermanos: Recoged piedras. Y tomaron piedras e hicieron un majano, y comieron allí sobre aquel majano. 47 Y lo llamó Labán, Jegar Sahaduta; y lo llamó Jacob, Galaad. 48 Porque Labán dijo: Este majano es testigo hoy entre nosotros dos; por eso fue llamado su nombre Galaad” (Génesis 31:46-48) Galaad significa “montón del testimonio”.

El testigo inerte, un objeto que puede ser un montículo, un montón de piedras, no se mueve, no piensa, no habla, pero para los seres humanos que fueron testigos del acuerdo, de la batalla, del pacto, del hecho histórico, pasa a ser un permanente recordatorio. Los monumentos en nuestras plazas nos recuerdan las victorias pasadas de nuestra nación y a quienes nos antecedieron e hicieron posible que hoy seamos un país libre y soberano. Como objeto inerte, la cruz nos habla a todos los cristianos acerca del sacrificio que nuestro Señor Jesucristo hizo para darnos la libertad del pecado y la salvación. Una cruz en sí misma es tan sólo un objeto, dos maderos cruzados, sin embargo nos “habla”.

El testigo inerte en verdad nunca fue testigo, pues no tiene vida, pero sí fueron testigos quienes lo tomaron y pusieron como testigo de sus acciones. Quienes han contraído matrimonio llevan siempre en su dedo anular un “testigo inerte” de su compromiso. En la vida humana son muy importantes estos testigos.

2. El testigo mudo (no habla).
Otras veces se suele poner a toda la creación o a un elemento de la creación por testigo. En el caso de Josué, puso una gran piedra como testigo: “25 Entonces Josué hizo pacto con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. 26 Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová. 27 Y dijo Josué a todo el pueblo: He aquí esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios.” (Josué 24:27)

En la exhortación que hace Moisés a Israel, para que la ponga en práctica cuando entre a tomar posesión de la tierra de promisión, les dice: “25 Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de Jehová vuestro Dios, para enojarlo; 26 yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos.” (Deuteronomio 4:26)

Los árboles, las piedras, las nubes, el sol y la luna, pueden ser testigos de nuestro actuar, pero jamás hablarán por sí mismos, salvo que usted o yo les atribuyamos esa capacidad de testificarnos o recordarnos nuestros actos buenos o malos. Coloquialmente solemos decir cuando estamos en un lugar en que nos han acontecido circunstancias difíciles o vergonzosas: “si este lugar hablara…” En ese momento nos congratulamos que eso no sea posible y preferimos guardar el secreto. Pero hay Alguien que sí nos vio, nos escuchó y sabe perfectamente qué ocurrió allí. De Él no podemos escondernos. Por eso, poner por testigos al cielo y a la tierra, como lo hizo Moisés, es algo muy sabio, es poner a Dios por Testigo.

II. EL TESTIGO HUMANO.
Encontramos descritos como “testigos”, tres tipos de testigos humanos en la escritura, a saber:
· El testigo falso
· El testigo malvado
· El testigo de Dios

1. El testigo falso.
A Dios no le agrada el falso testigo ni el falso testimonio. Es pecado. Se puede actuar como testigo falso en un tribunal civil, en una investigación policial, en un sumario en un lugar de trabajo, ante una junta en una escuela u organización, en alguna acusación de amistades o familia. Esta es costumbre de impíos y no de santos. Por eso la Biblia nos ordena: “No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso.” (Éxodo 23:1) El testigo falso es un mentiroso y como tal está siguiendo al diablo que es “padre de mentira”. “El testigo verdadero no mentirá; Mas el testigo falso hablará mentiras.” (Proverbios 14:5)

2. El testigo malvado.
Personas malintencionadas atacaron a David. Cuenta él en un salmo que les procuró el bien, cuando ellos estuvieron en problemas les ayudó, se vistió de silicio y oró por sus dificultades, mas éstos le atacaron, se alegraron en su adversidad, y se juntaron contra él y lo despedazaban sin descanso, como lisonjeros, escarnecedores y truhanes, crujieron contra él sus dientes. Escribe, entonces: “Se levantan testigos malvados; De lo que no sé me preguntan” (Salmo 35:11)

Como hay testigos malvados, también los hay consentidores de lo malo. Una vez que cierto fariseo invitó a Jesús a cenar a su casa, extrañado el anfitrión de que el Invitado no se lavara antes de comer, el Señor inicia una reprensión, que luego se extiende a los maestros de la Ley: “¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?” A los maestros de la Ley los acusó de ser tan culpables como sus padres, de haber dado muerte a los antiguos profetas de Dios, porque fueron testigos consentidores: “47 ¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! 48 De modo que sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros.” (San Lucas 11:47,48)

3. El testigo de Dios.
Los hay de tres tipos:
· El testigo de ayer.
· El testigo de hoy.
· El testigo ejemplar.

a) El testigo de ayer
Los cristianos de ayer son testigos históricos del Señor. Nuestros antecesores son testigos (mártires) de Dios. La palabra mártir deriva del griego 'martys', que significa "testigo" y se refiere, en general, a la persona muerta en la defensa de alguna causa, con lo que da "testimonio" de su fe en ella. En el mundo occidental de tradición cristiana, la palabra tiene connotaciones religiosas, pues se ha considerado que un mártir es una persona que muere por su fe, y en muchos casos es torturada hasta la muerte. Los mártires cristianos de los tres primeros siglos después de Cristo eran matados por sus convicciones religiosas (a veces eran crucificados como Jesucristo) de la misma manera que los prisioneros políticos romanos, o arrojados a los leones en el circo. Sin embargo, algunos historiadores de la Iglesia afirman que ha habido más mártires cristianos en el siglo XX que en el conjunto de los diecinueve siglos anteriores. En conclusión podemos decir que todos los mártires cristianos son testigos de la fe en Jesucristo, pero no todos los testigos son mártires. La epístola a los Hebreos se refiere a los testigos de Dios en el pueblo hebreo, con estas palabras: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1) Los testigos nombrados en el capítulo 11 de Hebreos son “héroes de la fe”, espectadores o testigos de nuestro caminar en Cristo, amigos invisibles que nos animan con su ejemplo.

b) El testigo de hoy.
Los cristianos de hoy debemos ser testigos de Jesucristo.
· “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.” (Isaías 43:10)
· “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8)
· “Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan” (1 Corintios 15:15)
· “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada” (1 Pedro5:1)

c) El testigo ejemplar.
Entre los dos anteriores tipos de testigos encontramos testigos ejemplares. Es aquél que es un modelo para nuestra fe: un héroe cristiano, un ministro del Señor, un líder, un hermano mayor. El discipulador debe ser un testigo ejemplar. Da testimonio ante el discípulo, como dice el Apóstol: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” (2 Timoteo 2:2) Estos modelos tienen testigos a su alrededor, son ellos mismos testigos de Jesucristo y nosotros, sus seguidores, somos testigos de su actuar. Necesitamos constituirnos en testigos ejemplares para muchos hermanos.

III. EL TESTIGO DIVINO.
Dios es Testigo incuestionable del ser humano y su actuar. “Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.” (Malaquías 3:5)

Podemos invocar al Señor como testigo de nuestra conducta, como en los siguientes textos de Pablo y Job: “Mas yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a Corinto” (2 Corintios 1:23) ; “18 ¡Oh tierra! no cubras mi sangre, Y no haya lugar para mi clamor. 19 Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, Y mi testimonio en las alturas.” (Job 16:18,19)

Nuestro Señor es el Testigo por excelencia, Testigo del Padre, del Espíritu Santo y del hombre: “y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1:5)


CONCLUSIÓN.
Hemos hecho una clasificación de los diversos tipos de testigos que la Biblia nos muestra. Conocimos en primer lugar “testigos concretos”, objetos que el pueblo de Israel utilizó para señalar un hecho digno de no olvidar. Hoy día necesitamos este tipo de referentes, puesto que hemos olvidado la Palabra y Voluntad de Dios; cosas que nos recuerden que Él está allí y vendrá próximamente como Juez. ¿Qué cosa podemos poner en nuestro hogar, barrio y trabajo que sirva como testigo del Señor?

En segundo lugar vimos testigos humanos, negativos y positivos: testigos falsos, testigos malvados, testigos del pasado, testigos del presente y testigos ejemplares. Necesitamos cuidarnos dentro y fuera de la Iglesia de los testigos no veraces y malintencionados; animarnos con la inmensa nube de testigos que nos contempla desde el pasado y ser, en definitiva, testigos de Jesucristo, con las condiciones que ya nombramos en lecciones anteriores. ¿Estamos ejerciendo adecuadamente como testigos del Señor en nuestra época?

Y en tercer lugar hay un Testigo Divino, nuestro Señor Jesucristo, Cabeza de la Iglesia. Invoquémosle y sometámonos a Él, haciendo Su voluntad, cual es que seamos “testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8) ¿Estamos viviendo como teniendo por Testigo al Señor Jesucristo, o nuestra vida es indiferente a Él?

PARA REFLEXIONAR:
1) Responder a las tres preguntas de la Conclusión.

BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.