domingo, octubre 18, 2009

USTED TIENE VIDA ETERNA.


CONVERTIDOS A JESUCRISTO
III PARTE

Lectura bíblica: Romanos 8:38,39

Propósitos de la charla: a) Desarrollar la seguridad de la salvación y la vida eterna, basados en la Escritura; b) Comprender el concepto de “vida eterna”.


“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, / ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38, 39)

La conversión a Jesucristo es una experiencia integral, una elección de Dios, un descanso para siempre en Jesucristo y un traslado de reino. Ahora Jesucristo es el Señor de nuestra vida y somos ciudadanos del Reino de Dios. En el reino de tinieblas estábamos “muertos” espiritualmente porque no teníamos la vida de Dios. Al convertirnos recibimos “la vida” que viene de lo alto: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” (San Juan 1:4) Esta vida ilumina nuestra existencia dándonos fe, paz, amor y esperanza.

Tener “vida eterna” significa adquirir la vida de Dios, la vida de la eternidad. Entendamos que todos los seres humanos tienen vida eterna puesto que el alma no muere, pero esa eternidad se puede vivir en el cielo o en el infierno. Necesitamos comprender el significado de la “vida eterna” como se infiere de estos versículos del Evangelio:”Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, / donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. / Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, / donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.” (San Marcos 9:45-48)

Si usted se ha convertido verdaderamente a Jesucristo, ahora tiene la vida de Dios; usted tiene vida eterna, y por lo tanto, total seguridad de su salvación. Hay personas que viven dudando de su salvación, quizás porque dependen de una emoción en su relación con Dios, o porque se miran a sí mismos como pecadores y no a Jesucristo como el que pagó el precio por sus pecados. Amados hermanos: tengamos total seguridad de que la obra que nuestro Salvador hizo en la cruz en el monte Calvario, es una obra perfecta y definitiva, que conquistó la salvación para todo aquel que cree.

En Cristo Jesús tenemos seguridad absoluta y eterna. Todo ser humano busca la seguridad en el plano económico, en el plano de la salud, en el amor conyugal, en sus estudios, en el consumo de bienes, etc. ¡Cuánto más en el aspecto espiritual! Necesitamos creer en un Dios seguro y que nos ofrezca seguridad. Y así es el Dios que nos ha llamado, Uno que nos ha amado desde el principio, Uno que dio Su vida por nosotros, Uno que nos regala la salvación para siempre, para eternidad. El gran evangelista Billy Graham ha dicho “los cristianos no tenemos que vivir con incertidumbre acerca del futuro. El cristianismo es una fe de certidumbres, de convicciones garantizadas y de creencias concretas.”

En Jesucristo y el Reino de Dios, usted está seguro; usted puede estar seguro de lo siguiente:

· Seguro de haber sido rescatado.
· Seguro en el poder de Dios.
· Seguro e inseparable del gran amor de Dios.
· Seguro en la mano de Dios.
· Seguro de la vida eterna.
· Seguro de la fidelidad de Dios.

1. SEGURO DE HABER SIDO RESCATADO.
“En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia” (Efesios 1:7)

Jesucristo murió por nosotros. Merecíamos la muerte por desobedientes a Dios, ya que “el pago del pecado es muerte”, pero el Hijo de Dios tomó nuestro lugar y pagó por nosotros con Su muerte. Jesucristo nos redimió de nuestra condición de esclavos del diablo. El diccionario define la acción de redimir como: a) Rescatar o sacar de esclavitud al cautivo mediante precio; y b) Comprar de nuevo algo que se había vendido, poseído o tenido por alguna razón o título. El Señor nos compró a precio de sangre, a aquél que nos tenía en esclavitud.

La gracia de Dios se ha expresado en el acto que Jesucristo ejecutó en la cruz por nosotros. Gracia es el don o favor que se hace sin merecimiento particular; es una concesión gratuita. La salvación en Cristo es un don, un regalo, un favor en gratuidad. Hemos sido rescatados para siempre, no existe posibilidad de perder esa calidad de “rescatado” porque ahora somos de propiedad del Señor de señores. El sello que da cuenta de ese rescate es el Espíritu Santo, como lo expresa este texto: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, sella para siempre como hijos de Dios” (Efesios 1:13)

2. SEGURO EN EL PODER DE DIOS.
“A quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos” (1 Pedro 1:5)

Desde que usted ha entregado su vida a Jesucristo, el poder del Espíritu Santo lo protege. Esto fue prometido por el Salvador y le llamó “la promesa del Padre”: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” (Lucas 24:49)

La fe en Jesucristo le guardará hasta que el Señor regrese a buscarle o cuando usted se vaya con Él. Como el niño se siente seguro en los brazos de sus padres, los cristianos estamos seguros confiando en nuestro Dios, Señor y Salvador. El Espíritu Santo nos ha sido dado como una potencia, para revestirnos de poder: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8)

Al final de los tiempos, Jesucristo volverá a buscar a su pueblo. Resucitarán los muertos en Cristo y los que estén vivos serán arrebatados o abducidos. En ese momento serán transformados y allí se manifestará lo que son: hijos de Dios. Todos los cristianos serán juzgados en el tribunal de Cristo por sus obras para recibir el galardón que les corresponda. Este juicio no es para condenación ni para salvación. (Romanos 14:10; 2 Corintios 5:10).

La palabra que se ha traducido por tribunal de Cristo es bimá, una tribuna, similar a la que servía para los juegos olímpicos de Atenas, donde se entregaban los premios a los que ocupaban los primeros lugares, pero donde no se infligía ningún castigo a los que no calificaban como ganadores. El tribunal o bimá de Cristo es aquel lugar donde todo creyente comparecerá para mostrar su obra, sea buena o mala, y recibir del Señor el premio o galardón por lo que ha presentado.

3. SEGURO E INSEPARABLE DEL GRAN AMOR DE DIOS.
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, / ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38, 39)

Se ha llamado a este pasaje “la Carta de Seguridad del Cristiano”. Cada vez que desmayemos en la fe seamos tentados por el diablo a dejarla, deberíamos leer este hermoso pasaje y apropiárnoslo.

Nada nos puede apartar del amor de Dios, nada en la vida, tampoco la muerte, ningún ángel ni demonio, lo que hoy vivo ni lo que sucederá en el futuro, ningún poder humano o de otro plano, nada de lo creado por Dios puede apartarnos de Su amor, porque, como expresa poéticamente el Cantar de los Cantares:

“Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
“Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían.” (Cantares 8:6,7)

“De tal manera amó Dios al mundo…” dice el Evangelio (San Juan 3:16) que jamás abandonará a aquellos por los que Él ha dado tanto: Su Hijo Jesucristo.

4. SEGURO EN LA MANO DE DIOS.
“Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar” (San Juan 10:27-29)

¿Qué mayor seguridad que ésta?

a) “Yo les doy vida eterna (a mis ovejas), y nunca perecerán” Cristo nos ha dado la vida eterna de Dios y Él mismo promete que nunca pereceremos, pues Él mismo nos cuidará como nuestro Buen Pastor.

b) “ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar” No hay enemigo alguno que pueda quitarnos de Su mano, pues además hemos sido escogidos por el Padre. Estar tomados de la mano del Hijo es estarlo de la mano del Padre.

5. SEGURO DE LA VIDA ETERNA.
“Les escribo estas cosas a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.” (1 Juan 5:13)

La “vida eterna” es más que la bienaventuranza futura, es la vida que podemos gozar desde el momento que nos convertimos, porque es la vida de Dios mismo que se nos ha manifestado en Jesucristo como nuestro Salvador. El apóstol Juan nos advierte que si queremos continuar compartiendo la vida eterna de Dios mediante Cristo, necesitamos continuar en la fe.

Hay numerosas maneras por las cuales podemos saber que tenemos vida eterna como una bendición presente:

a) Por la oración. Tenemos confianza en Cristo, que Él escucha nuestras oraciones y que las responde: “14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1 Juan 5:14,15) Tenemos confianza en Cristo que si pedimos por el perdón de nuestros pecados o del hermano, Dios le dará vida, o sea le perdonará y vivificará: “16 Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. 17 Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.” (1 Juan 5:16,17) El pecado de muerte es no creer que Jesucristo sea Dios.

b) Por la disminución del pecado. Así como en el Evangelio de San Juan la palabra clave es “creer”; en la 1ª Epístola de San Juan es “saber”. Saber habla de certeza, seguridad, convicción. El uso constante que hace Juan de esta palabra es un juego con la palabra griega gnosis, que significa “saber”. El Apóstol está combatiendo a los gnósticos, secta que afirmaba tener un conocimiento especial. Ellos consideraban mala la materia, por lo tanto interpretaban de un modo muy diferente a los cristianos, la encarnación del Hijo de Dios. Unos decían que el verdadero Cristo simplemente controló al Jesús hombre y abandonó a Este antes de la crucifixión. Otros creían que el Cristo tenía un cuerpo que era una ilusión y que simplemente parecía sufrir. Por eso San Juan se empeña en afirmar que Cristo vino en carne (1 Juan 4:2-3).

Sabemos, dice el Apóstol, que el que ha nacido de nuevo no tiene como práctica habitual el pecado. Esto es porque Jesucristo le protege y Satanás no puede tocarle. “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.” (1 Juan 5:18).

c) Por la conciencia del mundo y del maligno. Tenemos la seguridad de que somos de Dios y que el mundo camina sin Dios bajo la autoridad del “príncipe de este mundo”: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.” (1 Juan 5:19).

d) Por el entendimiento acerca de Jesucristo. Nuestra convicción es que el Señor Jesucristo nos ha abierto nuestra comprensión para entender que Él es Dios, el Salvador que nos da la vida eterna: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Juan 5:20).

6. SEGURO DE LA FIDELIDAD DE DIOS.
“Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6)

Dios nos ha salvado de las tinieblas, nos ha rescatado mediante Jesucristo y trasladado de reino. Ahora habitamos bajo el gobierno de Dios. Él ya nos salvó y podemos estar seguros que jamás iremos a juicio por nuestros pecados. Hay tres textos que son concluyentes al respecto.

a) “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (San Juan 5:24) Oír y creer en Jesucristo, nos da la vida eterna y libra de la condenación; no requerirá juicio porque ya ha pasado de muerte a vida.

b) “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:1) Los viven en Cristo lo hacen guiados por el Espíritu Santo y no por su carne; para ellos no habrá condenación. En el caso de un cristiano carnal tampoco hay juicio, pero si tendrá que atenerse a las consecuencias del Tribunal de Cristo.

c) “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.” (1 Juan 4:17) Si realmente amamos a Dios y confiamos en Él, debemos tener la seguridad de que no iremos a juicio.

El Señor es fiel y lo será también en cuanto a estas palabras escritas en Su Libro.

CONCLUSIÓN.
Gracias a Dios y a Su Hijo Jesucristo, que podemos desde ahora estar seguros de haber sido rescatados de las tinieblas y habitar bajo Su manto de misericordia y gracia; descansar seguros en el poder de Dios; que jamás seremos separados de Su gran amor. Desde que nos convertimos y para la eternidad podremos caminar seguros, tomados de la mano de Dios. Nadie podrá movernos de esta convicción: tenemos la vida eterna y estamos seguros de Su fidelidad.

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
El discípulo Responsable del Cenáculo deberá guiar las respuestas de las siguientes preguntas y aclarar los conceptos no entendidos de la lección.
1) ¿Está usted absolutamente seguro de que es salvo y estará para siempre con Jesucristo?
2) ¿Qué texto bíblico le da a usted confianza de que sí ha sido salvado por el Señor Jesucristo?
3) ¿Qué significa para usted “vida eterna”?

BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
2) “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España”, en línea, Internet.
3) Billy Graham, “La seguridad de la salvación”, Lección Nº 2, Proyecto Evangelización Mateo.
4) Luis Palau, “Disciplinas Libertadoras”.
5) “La Certeza de la Vida Eterna” http://henrycis.net/RESEnA%20DEL%20N-T/PDF/22-%201%20Jn%20la%20certeza%20de%20la%20vida%20eter.pdf6) http://destino.blogcindario.com/2008/06/00037-el-tribunal-de-cristo.html