jueves, febrero 26, 2009

FORMA Y FONDO DEL TESTIMONIO.


LLAMANDO VIDAS AL REINO
II PARTE



Lectura Bíblica: Hechos 10:34-43

Propósitos de la Charla: a) Conocer los distintos tipos de testimonio cristiano; b) Profundizar el contenido del testimonio cristiano.


“34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. 36 Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos. 37 Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: 38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. 39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. 40 A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; 41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. 42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. 43 De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” (Hechos 10:34-43)

En la lección anterior vimos que todo cristiano ha sido llamado por Dios para ser testigo de Él. Para poder realizar esa misión necesitamos reunir algunas características: ser testigos confiables; unidos a una larga cadena de testigos históricos de Su presencia en la Historia; motivados a testificar al punto de no poder dejar de decir lo que hemos visto y oído acerca de Dios; y bien informados acerca del contenido de nuestro testimonio acerca del anuncio, nacimiento, muerte, resurrección, glorificación y predicación de Jesucristo.

¿CÓMO SOMOS TESTIGOS?
Un modo en que somos testigos de Jesucristo es observando y dando a conocer lo que Él efectivamente ha hecho en nuestras vidas. A algunos ha sanado de enfermedades gravísimas, a otros les ha sacado de la discapacidad, ha cambiado su situación económica o laboral, les ha salvado la vida, les ha dado hijos siendo estériles, y ha hecho todo tipo de milagros. A todos nos sacó de las tinieblas, las cuales concretamente pueden expresarse en incredulidad, ignorancia espiritual, superstición, culpabilidad, mala conciencia, legalismo, falta de perdón, egoísmo, carencia o escasez de amor al prójimo, desesperanza, materialismo. De todo ello podemos testificar al mundo y concluir cómo Dios se introdujo en nuestra existencia y resolvió aquello. Esto es dar testimonio.

Hay diversos tipos de testimonio. Si observamos el mensaje del testimonio, hay dos grandes tipos: 1) el testimonio bíblico, que habla exclusivamente de Jesucristo y Su obra; y 2) el testimonio personal, concentrado en la experiencia personal cristiana. El primero es propiamente el mensaje de la Palabra de Dios o predicación y evangelización. El segundo es el que acostumbramos a nominar “testimonio” propiamente tal.

Desde el punto de vista del receptor, hay dos clases de testimonio personal: 1) uno es el testimonio que se da al interior de la Iglesia, para edificación de los cristianos y 2) otro el testimonio fuera de la Iglesia, dirigido a incrédulos, y cuyo propósito es evangelizador. De acuerdo a su contenido, puede haber: 1) testimonio de conversión, cuando relata cómo Dios llamó a la persona al Reino de Dios; 2) testimonio de vida cristiana, que cuenta el transcurso de la vida en la fe y cómo Dios ha operado en la transformación del cristiano; y 3) testimonio de sanidades, milagros y acciones especiales del Señor, refiriéndose a algún hecho específico en que Dios actuó sobrenaturalmente en la persona.

Cuando se testifica en la Iglesia, es aconsejable que el testimonio:
· Sea breve, no más de dos minutos.
· Sea preciso y se refiera exclusivamente a los datos concretos.
· No contenga expresiones emocionales y abstractas que nada aportan a los oyentes.
· No duplique el mensaje de la Palabra.
· Incentive la fe en Dios y respalde el mensaje de la Palabra de Dios.
· Atestigüe que lo que el ministro del Señor ha dicho es verdad.

Cuando se testifica fuera de la Iglesia, es aconsejable que el testimonio:
· Tenga un sentido evangelizador.
· Puede rubricarse con algún texto bíblico, no exagerando.
· No contenga expresiones propias de cristianos e incomprensibles para no creyentes.
· Se predique a Jesucristo y no a usted ni a su Iglesia o Ministerio.
· Utilice palabras corrientes, sin caer en la vulgaridad.
· Cuente exclusivamente los hechos, para que la persona saque sus propias conclusiones.
· Permita que le guíe el Espíritu Santo.

¿DE QUÉ SOMOS TESTIGOS?
Más allá de la forma en que testificamos, está algo de mayor importancia: el tema de nuestro testimonio. ¿De qué somos testigos? En el párrafo de diez versos, contenido en el encuentro del apóstol Pedro en la casa Cornelio, con este centurión de la compañía llamada la Italiana y sus parientes y amigos más íntimos, en la ciudad de Cesarea, se nos da una respuesta acerca de esto. Allí encontramos la palabra “testimonio” y sus derivados en cuatro o cinco frases, de las que podemos inferir que somos:
· Testigos de la vida de Jesucristo.
· Testigos de la resurrección de Jesucristo.
· Testigos de Jesucristo como juez de la Humanidad.
· Testigos del testimonio de las Escrituras.
· Testigos del Evangelio.


1. TESTIGOS DE LA VIDA DE JESUCRISTO.
Los apóstoles fueron testigos de la vida de Jesucristo: “nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero.” (v.39) Los apóstoles acompañaron a Jesús durante tres años y presenciaron muchos milagros y sanidades hechos por Él, como también escucharon sus enseñanzas. Ese testimonio fue escrito por los discípulos Mateo, el publicano llamado Leví, y Juan, el discípulo amado. También lo registraron Lucas, uno de los setenta y parte de los dos que iban camino de Emaús; y Marcos, el joven que llevaba el cántaro de agua y que huyó desnudo la noche que arrestaron al Señor.

Los cristianos, por medio de la lectura del Evangelio y la fe que nos brinda el Espíritu Santo, somos testigos de estos hechos, pero también somos testigos de los milagros, sanidades y actuaciones del Espíritu de Jesucristo en nuestros días, de lo cual podemos hacer declaración fidedigna (1 Juan 1:1-4)

2. TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO.
Los apóstoles y otros, fueron testigos de la resurrección de Jesucristo y de su ministerio como Maestro resucitado: “a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos.” (v.41) Durante 40 días, después de su resurrección, estuvo con los discípulos, enseñándoles y reiterándoles lo todo lo tocante al Reino de Dios. Así como les había adiestrado en la Palabra de Dios con forma visible, ahora los acostumbraba a Su presencia invisible. Que sean 40 días es muy significativo, ya que este número simboliza prueba, examen, comprobación, educación. Era muy necesario que el Maestro capacitara a los apóstoles a vivir su relación con Él en fe (Hechos 1:3)

Los cristianos, aunque hayamos visto la resurrección del Señor sólo en pinturas o en películas, somos testigos del Cristo Resucitado porque diariamente vivimos una relación de intimidad, fe, confianza y amor con Él. Jesucristo también ha soplado Su vida en nosotros y habita dentro de nosotros, tema que debe ser parte de nuestro testimonio: “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (San Juan 20:22; Gálatas 2:20)

3. TESTIGOS DE JESUCRISTO COMO JUEZ DE LA HUMANIDAD.
Los apóstoles tuvieron la misión encomendada por Jesucristo, de predicar y testificar que Él es el Juez que juzgará a vivos y muertos: “nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.” (v.42)

Jesús vino, según Mateo como un Rey, para anunciar Su Reino sobre las almas y espíritus de los seres humanos ahora, luego en Su Reino milenial y finalmente en la eternidad, en su Reino eterno. Según Marcos, vino como Siervo, como Esclavo de la Humanidad, dándonos un grande ejemplo de servicio. Según Lucas, Jesucristo vino como el Hombre perfecto, el Hijo del Hombre. Para Juan, Él se presentó como el Hijo de Dios. En este último Evangelio, Jesús se presenta con los siete Yo Soy. Todas estas características de Jesús son las del Dios Encarnado, el Dios hecho hombre, el Salvador del mundo en la tierra. Pero el Cristo Resucitado y Glorificado tiene otras connotaciones: en primer lugar “a este Jesús… Dios le ha hecho Señor y Cristo.” (Hechos 2:36) y luego, en su segunda venida y final de los tiempos, ejercerá como Juez de:

· Las naciones: “31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (San Mateo 25:31-34)
· El pueblo de Israel: “2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, 3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. 4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.” (Apocalipsis 8:3-5)
· Los cristianos: “10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” (2 Corintios 5:10) ; “10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.” (Romanos 14:10)
· Los no creyentes en el juicio ante el gran trono blanco: “11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:11-15)

Hay una enseñanza que nos deja San Pablo al respecto: “5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.” (1 Corintios 4:5)

Necesitamos testificar acerca de este juicio de Jesucristo para con todos, de modo que todos se hagan responsables de ello ante Dios y así nosotros salvamos nuestra responsabilidad como testigos.

4. TESTIGOS DEL TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS.
Los profetas del Antiguo Testamento anunciaron la venida del Mesías con numerosos detalles: “De éste dan testimonio todos los profetas” (v.43) Son muchos los textos que profetizan en el Antiguo Pacto, acerca de Jesús. Es bueno que estudiemos esto en nuestras Biblias, para tener argumentos contundentes acerca de la Persona del Mesías. Primero está el llamado Protoevangelio (Génesis 3:15); la profecía acerca de Belén como tierra natal del Mesías (Miqueas 5:2); una virgen concebirá (Isaías 7:14); y sería nuestro Sustituto (Isaías 53:4,5)

5. TESTIGOS DEL EVANGELIO.
El mensaje es que “todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” (v.43) El Evangelio de San Juan es el que más textos y en forma muy clara y directa nos aporta con este contenido: como llegar a ser hijos de Dios (San Juan 1:12); Jesucristo es el Cordero de Dios que se sacrifica por nosotros (San Juan 1:29); para entrar al Reino de Dios hay que nacer de nuevo espiritualmente (San Juan 3:3)

Pero el más conocido de todos es: “16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” (San Juan 3:16-21)


PARA REFLEXIONAR:
1) Objetivar el testimonio de conversión, por escrito, entregando sólo datos objetivos.
2) Escoger sólo un texto bíblico que confirme su testimonio de conversión.

BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
2) Witness Lee, “El Manantial”, Nº10, Living Stream Ministry, U.S.A.
3) Dr. Juan Carlos Ortiz, “Como dar un Testimonio; Catedral de Cristal, Garden Grove, California, USA., 2001.

jueves, febrero 19, 2009

VOSOTROS SOIS MIS TESTIGOS.


LLAMANDO VIDAS AL REINO
I PARTE

Lectura Bíblica: Isaías 43:8-13

Propósitos de la Charla: a) Aprender a dar testimonio de la obra de Jesucristo en la historia y en nuestras vidas; b) Compartir el mensaje del Evangelio del Reino.

“8 Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. 9 Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es. 10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. 11 Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. 12 Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. 13 Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?” (Isaías 43:8-13)

El mensaje del Evangelio del Reino es capital en estos últimos tiempos. Los discípulos de este siglo hemos sido llamados especialmente a manifestar que Dios desea establecer Su gobierno sobre las vidas de los hombres y las naciones, que Jesucristo ha entregado Su vida por ello y ha sido entronizado como Señor. Es necesario que toda persona en el mundo comprenda la misión del Salvador y qué significa que Jesús sea el Señor. Sin embargo, el Señorío de Cristo, no es sólo una teoría teológica sino una teología práctica, algo que debe vivir cada cristiano que le ha recibido como Salvador y Señor. La praxis del Evangelio del Reino es hoy por hoy imperativa; de lo contrario estaremos cayendo en espiritualismo e hipocresía. El Evangelio no es sólo para memorizarlo, sino sobre todo para vivirlo. De ese modo, por el testimonio vivo de Cristo en nuestras vidas, muchos inconversos se volverán a Jesucristo. Existe en la Iglesia una imperiosa necesidad de capacitación y motivación para llamar vidas al Reino de Dios. Uno de los aspectos interesantes de este trabajo de Evangelismo es aprender acerca del testimonio, cosa que abordaremos en esta y otras lecciones.

La palabra testimonio se usa con frecuencia en el mundo cristiano. Acostumbramos decir en las iglesias “esa hermana tiene muy buen testimonio” o “aquél que está diciendo groserías está dando un mal testimonio”. En ambas aseveraciones nos referimos a la conducta de la persona, que no se condice con la fe cristiana. Pero muchas veces el llamado “testimonio” abarca solamente aspectos externos y muchos que sólo corresponden a costumbres. Así, la palabra “testimonio” ha venido a ser, en algunos lugares, una muletilla para calificar la actuación y el mayor o menor cristianismo de alguien.

También usamos la palabra “testimonio” cuando narramos la forma en que el Señor nos llamó a convertirnos, o cuando contamos las maravillas y milagros que Él hace en nuestras vidas. En determinadas reuniones cristianas se solicita: “dénos su testimonio hermano” o “si alguien tiene un testimonio del Señor, puede hacerlo ahora”. Suele distorsionarse este concepto de “testimonio” con la comunicación de una gran cantidad de sentimientos y subjetividades que, si bien son respetables como humanas, no aportan mucho a la conversión o edificación espiritual de otros.

El testimonio en la Biblia está ligado al testigo. No puede haber testimonio sin testigo y todo testigo tiene un testimonio que entregar. Cuál es el propósito, el contenido y el contexto del testimonio es algo que trataremos de dilucidar en estas lecciones.

Es preciso aclarar que todo cristiano tiene un testimonio que proclamar, lo cual lo transforma en un testigo de Jesucristo. Para que ese testimonio sea adecuado, los discípulos necesitamos capacitarnos como:
· Testigos confiables
· Testigos históricos
· Testigos motivados
· Testigos informados

1. TESTIGOS CONFIABLES.
Un testigo es una persona que da testimonio de algo, o lo atestigua, en una investigación policial o periodística, o ante el juez. Es la persona que presencia o adquiere directo y verdadero conocimiento de algo. No puede llamarse testigo a quien dice haber presenciado o escuchado algo, sin haber estado allí; en tal caso sería un testigo falso. A veces en nuestras cortes se usan testigos falsos para obtener juicios favorables.

En el texto que motiva nuestra enseñanza de hoy, Dios nos dice a los cristianos: “Vosotros sois mis testigos”. Esto es muy real, ya que como hijos suyos hemos experimentado grandes y preciosas promesas cumplidas. Podemos testificar que Él es real porque ha respondido numerosas veces a nuestras súplicas; que Él salva puesto que ha perdonado nuestros pecados y salvado nuestra alma, dándonos la vida eterna; que Él sana ya que muchas veces oramos por salud física y Él concedió esas peticiones, y así tantos hermosos testimonios.

Dice Su Palabra que Él nos escogió para que le conociéramos y creyéramos. Sólo de ese modo pudimos llegar a ser Sus testigos. ¿No es un rol de gran importancia? Él es el Único Dios verdadero y nos ha llamado para dar testimonio de ello. Los incrédulos, los ateos y agnósticos, los que se burlan de la fe, no pueden ser Sus testigos. Sólo nosotros, los que le recibieron, los que creen en Su nombre, aquellos a quienes dio potestad de ser hechos hijos de Dios (San Juan 1:12).

2. TESTIGOS HISTÓRICOS.
Jesucristo ha tenido diversos testigos a través de la Historia. Las mismas Sagradas Escrituras dan testimonio de Él: “39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” (San Juan 5:38,39). Los profetas del Antiguo Testamento las escudriñaron y estudiaron para descubrir cuáles serían las señales y tiempos del Mesías: “10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.” (1 Pedro 1:10,11). Las gentes que vivieron en el tiempo de Jesús y los apóstoles también son testigos confiables de Su realidad y enseñanzas: “27 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.” (San Juan 15:27)

Pero no sólo ha tenido testigos humanos, sino también divinos: “17 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.” (San Juan 8:17,18) El Padre y el Espíritu Santo dan testimonio de Jesús: “26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. 27 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.” (San Juan 15:26,27)

3. TESTIGOS MOTIVADOS.
Los cristianos hemos creído al testimonio del Espíritu Santo y al de apóstoles y profetas en las Sagradas Escrituras. Para nosotros la Biblia es la Palabra de Dios y damos testimonio de su veracidad. Además hemos experimentado la verdad de sus enseñanzas en nuestra vida, por tanto hemos llegado a ser también testigos confiables. Otro epíteto para los cristianos es el de “testigos”.

La labor del testigo es “testificar” o “dar testimonio”. Si los cristianos somos testigos de Jesucristo, entonces estamos llamados a dar testimonio de nuestra fe en Él. Testificar es afirmar o probar algo, con referencia a testigos o documentos auténticos; es declarar, explicar y denotar con seguridad y verdad algo, en lo físico y en lo moral. En este caso declarar que Jesucristo murió por la humanidad y resucitó de la muerte, explicar la importancia que ello tiene para la salvación eterna y denotar con seguridad y verdad la importancia que esto tiene para todo ser humano. El testimonio de Cristo va entrelazado con las obras que Él ha hecho en la vida del cristiano. No es sólo testificar o repetir lo que dicen las Escrituras, sino el efecto que estas tienen en la vida del ser humano ahora.

Dar testimonio es un imperativo cristiano, que nace más allá de la orden de Jesucristo de anunciar Su Reino, en el gran gozo que se experimenta por haber conocido al Salvador y en la carga de amor por las almas inconversas: “19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” (Hechos 4:19,20)

4. TESTIGOS INFORMADOS.
Cuando Juan el Bautista envió a sus discípulos a preguntar a Jesús si era Él el Mesías, Éste les respondió de manera directa: “4 … Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. 5 Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; 6 y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.” (San Mateo 11:4-6) Todas las acciones de Jesucristo daban testimonio de qué El era el Mesías prometido y quienes le viesen u oyesen serían Sus testigos.

Las maravillosas obras del Señor en la vida de los cristianos es parte del contenido de sus testimonios. “Las cosas que oís y veis” es el tema del testimonio.

El Apóstol Pedro, en su primera prédica evangelizadora, lleno del Espíritu Santo, convirtió a 3.000 almas. Testificó que Jesús era el Salvador por la demostración contundente de maravillas, prodigios y milagros: “22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;” (Hechos 2:22) El testimonio de San Pedro se puede resumir en tres puntos:
· Ustedes le prendieron y mataron. (Hechos 2:23)
· Jesús resucitó, de lo cual nosotros somos testigos. (Hechos 2:32)
· Lo que ustedes ven es el cumplimiento de la promesa del Espíritu Santo, lo cual prueba que Jesucristo ha sido exaltado. (Hechos 2:33)
Al término de su discurso les pidió que se arrepintieran y bautizaran para recibir el Espíritu Santo.

Nuestro testimonio se basa en el mismo testimonio de Pedro y el resto de los apóstoles. ¿Qué aspectos debe contener obligadamente todo testimonio de Jesucristo? Dejemos que Él mismo nos lo enseñe:

“44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; 46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” (San Lucas 24:44-49)

En su ministerio a los apóstoles, en resurrección, Jesús les recuerda que ellos ahora son testigos de Él. Por medio de ello nos dice también a nosotros que seamos testigos de estas cosas:
1. Todos los hechos de la vida de Jesús habían sido anunciados en las Escrituras.
2. La pasión y muerte de Jesucristo.
3. Resucitó al tercer día.
4. Predicar en Su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones.

Otro aspecto del cual la Biblia nos pide testificar, es la esperanza de gloria a la que es llamado todo cristiano y el lugar que ocupa Jesucristo en nuestra vida: “15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;” (1 Pedro 3:15); “5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús” (2 Corintios 4:5)

PARA REFLEXIONAR:
1) ¿Se considera usted, un testigo confiable, histórico, motivado e informado?
2) ¿Qué testigos celestiales ha tenido Jesucristo?
3) Nombre los testigos humanos y divinos que hubo en el bautismo de Jesucristo.
4) Analice el testimonio de Pedro en su prédica de Hechos 2:22-40.
5) ¿De qué aspectos, resultados de la vida y resurrección de Jesucristo, ha sido testigo usted?

BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
2) Pastora Ida Kim, “Discipulado”, Seminario Teológico de la Gracia Para América Latina, 2009.

martes, febrero 10, 2009

ENCUENTRO DE TUTOR Y DISCÍPULO.


SOSTENIENDO VIDAS
V PARTE

Lectura Bíblica: 1 Reyes 19:1-21

Propósitos de la Charla: a) Aprender y aplicar algunas claves básicas de Hermenéutica; b) Descubrir las conductas necesarias para un buen Discipulado, tanto en el tutor como en el discípulo; c) Acercarnos al perfil de Elías y Eliseo, como tutor y discípulo.

“Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. / Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? / Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.” (1 Reyes 19:19-21)

El tema que tratamos hasta ahora intenta motivarnos, prepararnos y capacitarnos para sostener otras vidas en el Discipulado. Hemos analizado las principales funciones del discipulador, las convicciones necesarias para iniciar el oficio, una gran cantidad de consejos prácticos para hacer un buen Discipulado y cuáles son los rasgos o virtudes que caracterizan el Perfil del Discípulo.

A continuación veremos ejemplificado todo esto en dos hombres extraordinarios del Antiguo Testamento: el Profeta Elías y su discípulo, también profeta, Eliseo.

CLAVES HERMENÉUTICAS.
Pero lo haremos utilizando una técnica de interpretación bíblica muy sencilla y que les servirá a todos para entrenarse en esto de la interpretación del texto bíblico. He aquí algunas claves para extraer mejor enseñanza de lo que leemos en la Biblia y para que nos sea de mayor provecho espiritual su lectura:
1. Leer completo el texto y el contexto, los versículos que nos interesan –dos o tres- y el capítulo completo en el cual se encuentra inserto.
2. Desmenuzar los versículos que nos interesan, en sus más pequeñas unidades o ítems. Ejemplo: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (San Mateo 4:4); se descompone en las siguientes partes: a) “No sólo de pan vive el hombre”; b) “sino de toda palabra”; c) “toda palabra que sale de la boca”; d) “toda palabra que sale de la boca de Dios”.
3. Interrogar al texto: ¿Qué quiere decir este versículo?
4. Extraer siempre una enseñanza personal del pasaje, preguntándonos: ¿Qué nos enseña esto?

EL TUTOR ENVIADO POR DIOS.
“Partiendo él” (v.19)
¿Quién partió? Elías fue el que partió en busca de Eliseo, para ungirlo, según la orden del Señor.
¿Qué nos enseña esto? Que debemos orar para que el Señor ponga en nuestra mente y en nuestro camino a los que serán mis discípulos.
¿Quién era Elías? Un gran profeta cuya misión fue tratar de convencer a los israelitas de que sólo hay un Dios y que ese Dios es Jehová, el Creador de los cielos y la tierra. Toda la vida de Elías es un ejemplo para nosotros. Es el prototipo del tutor en el Antiguo Testamento.

“Partiendo él de allí” (v.19)
¿De dónde partió Elías? De una cueva en Horeb, el monte de Dios.
¿Por qué estaba Elías en esa cueva? Porque huía asustado de sus enemigos.
Cuando la reina Jezabel supo que Elías había acabado con los sacerdotes Baal, dio orden de matar al profeta y éste tuvo que salir huyendo por el desierto para salvar la vida. Entonces tuvo una gran depresión de ánimo y deseó morirse. Pero Dios le envió un ángel que le trajo un pan y una jarra de agua, y con este alimento tuvo fuerzas para andar 40 días por el desierto hasta llegar al Monte Horeb o Sinaí y esconderse allí. (1 Reyes 19:1-8)

¿Por qué partió Elías de Horeb?
Porque Jehová le habló y lo envió. Estando en el Monte Santo, sintió que Dios se le iba a aparecer. Y llegó un violento huracán, pero allí no iba Dios. Y sucedió un espantoso terremoto, pero ahí no estaba Dios. Y vino un fuego devorador, y allí tampoco llegaba Dios. En seguida sintió una suave brisa, y ahí sí venía Dios. El Señor mandó a Elías que volviera otra vez a Israel y que consagrara a Eliseo como su sucesor, y a Jehú como nuevo rey. (1 Reyes 19:9,15-18)
¿Qué nos enseña esto? Que debemos esperar en oración –nuestra cueva en el monte santo- para que el Señor nos indique lo que debemos hacer, y no actuar por cuenta propia, aunque pensemos que es muy bueno lo que hacemos.

EL DISCÍPULO LLAMADO POR DIOS.
“halló a Eliseo hijo de Safat,” (v.19)
¿Quién era Eliseo? Un campesino, el que Dios había escogido para que fuese discípulo de Elías y que sería también profeta de Israel. ¿Cómo se comprueba que Eliseo era un campesino? En el mismo versículo dice “que araba con doce yuntas delante de sí”
¿Qué nos enseña esto? Que Dios en Su llamado no discrimina entre ricos y pobres, sabios o ignorantes, sino que Él mira el corazón.

“que araba” (v.19)
¿Qué significa que arara el campo? Sabía lo que es preparar la tierra para antes de sembrarla. Era un hombre que conocía los procesos naturales y sabía enfrentar las inclemencias del tiempo, como agricultor.
¿Qué nos enseña esto? Que el Señor utiliza nuestros conocimientos y experiencias anteriores para hacernos caminar por la senda espiritual. Así utilizó los conocimientos de pesca de Pedro, los de construcción de tiendas de Pablo, la amplia cultura de Moisés, etc. No debemos desechar ligeramente la preparación secular que Dios nos ha permitido adquirir.

“con doce yuntas delante de sí” (v.19)
Doce es el número de las tribus de Israel; hubo doce patriarcas desde Set hasta Noé y su familia, y doce desde Sem hasta Jacob. Es un número perfecto, significando perfección de gobierno o perfección gubernamental. Se encuentra como múltiplo en todo lo que tiene que ver con gobierno. Significa que Eliseo –“Dios es mi salvación”- gobernaba perfectamente su campo, su vida natural; por tanto estaba preparado para ahora gobernar la vida espiritual.

¿Qué nos enseña esto? Que en la vida cristiana siempre es primero lo natural y luego lo sobrenatural, tenemos que superar los escollos de la vida natural para después poder enfrentar la vida espiritual. No pretenda usted gobernar la Iglesia, sin antes no ha aprendido a gobernar su casa: “que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)” (1 Timoteo 3:4). No quiera tener revelaciones del Señor si primero no ha practicado las revelaciones de Él para su vida diaria. En el Reino de Dios todo es gradual y va desde lo terrenal hacia lo espiritual. “Pero lo espiritual no es primero, sino lo natural; luego lo espiritual.” (1 Corintios 15:46) En conclusión, el discípulo procure vivir correctamente su vida diaria como padre, madre, hijo/a, esposo/a, trabajador, jefe, ciudadano, etc. y luego Dios premiará esa fidelidad: "Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." (San Mateo 25:21)

“y él tenía la última.” (v.19)
¿Qué quiere decirnos el Espíritu Santo con esto? Tenía en total 24 bueyes, pero él estaba con la última. Las otras yuntas las usaban sus compañeros. Él iba a la retaguardia, último; era un hombre humilde de corazón.
¿Qué nos enseña esto? La importancia de la humildad. La humildad es base para la fe, sin mansedumbre no hay crecimiento de la fe. Todos los discípulos necesitamos practicar la humildad, el Discipulado en sí mismo es un ejercicio de humildad. ¿Hay mayor humildad que sujetarse a otro ser humano imperfecto, como al Señor, y obedecerle? Eliseo tenía la última yunta y era feliz en esa posición, cuando casi siempre queremos tener los lugares más destacados.

“Y pasando Elías por delante de él,” (v.19)
Elías ya había sido advertido por Dios que debía ungir a Eliseo como su discípulo profeta.
¿Qué nos enseña esto? Que ante nosotros pasará aquél o aquélla que será nuestro discípulo, por tanto debemos estar atentos a ese hecho. Para ello requerimos vivir despiertos con la mente puesta en las cosas del Reino más que en las del mundo y en lo personal. Urge que tengamos corazón de tutores, corazón de padres.

“echó sobre él su manto.” (v.19)
El manto era considerado como parte de la persona, representando su rango, autoridad y gobierno. Cuando Elías echó su manto sobre Eliseo, le cubrió con su autoridad y su unción, por lo tanto lo cubrió con la autoridad del Espíritu Santo y con la unción del Espíritu Santo. Este acto fue equivalente al llamado y unción del maestro. En la Biblia encontramos diferentes tipos de mantos, el que echó Elías sobre Eliseo fue de:

a) Llamamiento al Ministerio. Elías echó sobre Eliseo su manto, como un acto simbólico de que el poder y la autoridad de Elías, el profeta a punto de retirarse, iban a descansar sobre Eliseo y su vida cambiaría inmediatamente y para siempre.

b) Transferencia de Gobierno y Autoridad. Como lo hizo Moisés con Josué: “Y dijo Jehová a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu manto sobre él; y lo pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de ellos. Pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.” (Números 27:18-20)

¿Qué nos enseña esto? Que nosotros llamaremos a otros y transferiremos la vida de Dios o vida zoé que hay en nosotros, a los discípulos.

“Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías” (v.20)
Su respuesta fue inmediata, como si lo hubiese estado esperando.
¿Qué nos enseña esto? Este es el tipo de hombres y mujeres que necesitamos: dispuestos a obedecer el llamado de Dios a través nuestro.

El llamado de Eliseo fue un llamamiento sorprendente, e inesperado. Elías lo halló en el campo trabajando. No leía, ni oraba, ni ofrecía sacrificios, sino que estaba arando. Este pasaje nos hace recordar de inmediato las palabras de Jesús: “el que pone la mano en el arado y mira para atrás, éste no es apto para el reino de Dios” (San Lucas 9:62). Aunque era hombre rico, dueño del terreno, de doce yuntas de bueyes y de muchos siervos, no desdeñaba poner las manos en el arado.
¿Qué nos enseña esto? Un oficio honrado en este mundo no nos desvía del llamamiento celestial.

“y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré.” (v.20)
Era un hombre soltero, con sentimientos nobles de gran aprecio a sus padres. ¿Es el mismo caso de algunos que quieran seguir a Jesús en el Nuevo Testamento y ponen excusas para no seguirle de inmediato?: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” (San Lucas 9.57-62) “Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.” (San Mateo 8.18-22) No es el mismo caso, él sólo pide que lo deje besar a sus padres y luego le seguirá.
¿Qué nos enseña esto? A poner en primer lugar las cosas del Reino, a renunciar al mundo y a negarnos a nosotros mismos.

“Y él le dijo: Ve, vuelve” (v.20)
Elías comprende perfectamente los sentimientos de su futuro discípulo y no le prohíbe volver a despedirse de sus amados padres.
¿Qué nos enseña esto? Un tutor es alguien que tiene a su haber muchas experiencias personales de dolores, alegrías, éxitos y caídas, por tanto puede y debe ponerse en el lugar del otro. No es bueno ser inflexible como tutor.

“Y él le dijo: Ve, vuelve ¿qué te he hecho yo?” (v.20)
La respuesta de Elías aparece un tanto enigmática para nosotros, pero no lo fue para Eliseo. El profeta le dice que haga lo que se proponía pero a la vez le aclara que si ha sentido un llamado, éste no procede de él, de Elías, sino de Otro, de Dios. Este ¿qué te he hecho yo? Significa ¿acaso te estoy obligando? Por más que el profeta Elías haya sido el medio utilizado por Dios, Eliseo debía tener la clara convicción de que el llamado no provenía del profeta sino de Dios mismo. Elías no presionó a Eliseo, sencillamente le llamó.
¿Qué nos enseña esto? Nunca presionar ni amenazar a las personas para acercarlas a Jesús, sino que conquistarlas por medio del amor. Y en el caso de los que ya son discípulos, siempre procurar atraerlos al Señor por medio del amor, la persuasión, el convencimiento a través de la enseñanza de la Palabra de Dios.

“Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen.” (v.21)
Tomó sus dos bueyes, aquellos con que trabajaba, sus compañeros de labor, y los sacrificó. Tomó el arado, instrumento también de trabajo para abrir surco en la tierra e hizo fuego con éste, y en esa hoguera coció la carne de los animales y la repartió al pueblo para que comiera. Recuerda el pasaje en que Jesús dice al joven rico: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.” (San Mateo 19:21) Eliseo procedió correctamente: renunció a su vida pasada, celebró ese cambio con una comida, dio de comer a su pueblo y besó a sus padres. Ahora podía ir en pos del profeta Elías con toda libertad, había quemado la vida pasada.
¿Qué nos enseña esto? Es imperativo que abandonemos ciertas costumbres, amores, hábitos, pensamientos, prácticas, lenguajes, que nos estorban en la tarea espiritual que tenemos por delante. Urge que matemos los bueyes y quememos el arado. ¿Cuáles son tus bueyes y tu arado que te estorba? Tú lo sabes, quítalo ya de tu vida.

“Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.” (v.21)
Era un verdadero siervo. Para Eliseo, su maestro Elías era “el Profeta de Dios”, no era cualquier hombre, era el representante de Jehová, la boca del Señor. Por eso le servía, no servía al hombre sino al Dios que representaba ese hombre. ¿Cuál es nuestra actitud hacia el tutor? ¿Cuál es su actitud hacia el pastor? ¿Cómo se comporta usted con los ministros del Señor? ¿Los critica, los desprecia, los rechaza, habla mal de ellos… o usted los respeta y sirve como lo hizo Eliseo?

¿QUÉ HAREMOS NOSOTROS?
La vida de Eliseo nos deja algunas enseñanzas, entre otras: 1) Que estemos dispuestos a dejarlo todo por seguir el llamado de Dios; 2) Que procuremos encarnar el doble espíritu: oración y servicio; 3) Que seamos fieles a nuestro Maestro; y 4) Que procuremos el bien de todos nuestros hermanos.

En el encuentro de Elías y Eliseo, asistimos al acercamiento admirable de dos hombres de Dios. Por un lado un enviado de Dios temeroso de Jehová, lleno de fe, alerta, comprensivo con el ser humano, poseedor de una autoridad Divina que administra con seguridad, prudente, delicado y seductor. Por otro lado el creyente llamado por Dios, trabajador, esforzado, generoso, amoroso con su familia y comunidad, dispuesto a obedecer la voz del Señor, Su llamado, sumiso a Dios y sujeto a Su Profeta. Ambos son un modelo de tutor y discípulo.

Todos los cristianos vivimos la doble dimensión de ser discípulos y tutores a la vez. He aquí una guía para que podamos vivir de una forma más efectiva estos roles.

Para los tutores:
1. Debemos buscar a gente idónea para ser discípulos nuestros.
2. Un discípulo debe aprender de nosotros, pero también debemos enseñarles a desarrollarse.
3. Déjeles pensar y sacar sus propias conclusiones.
4. La aspiración de todo buen tutor es que, en el futuro, sus discípulos cumplan la tarea que Dios le ha encomendado.

Para los discípulos:
1. Un discípulo debe abandonar cualquier obstáculo que le impida aprender de su tutor.
2. Debe aprender la forma de ser de su tutor, su carácter y conocimientos.
3. Aspirar a desarrollarse por si solo.
4. Esperar que cuando su maestro no esté, pueda desempeñar la tarea de su tutor.

PARA REFLEXIONAR:
1) Investigue las biografías de los dos personajes del texto estudiado.
2) Evalúe su comportamiento en relación a la guía para tutores y discípulos entregada al final de la charla.
3) ¿Cómo fue su llamado al Reino de Dios?
4) Aplique las claves hermenéuticas aprendidas, a algún texto bíblico que sea de su preferencia.
5) Analice 2 Reyes 2:2-14 a la luz de los siguientes conceptos: sujeción, demostración del tutor, transmisión de vida y delegación de autoridad.

BIBLIOGRAFÍA
1) “Los Santos Carmelitas”, P. Rafael María López-Melús
2) http://www.churchforum.org.mx/santoral/Junio/1606.htm
3) Josep Maria Rambla, Editorial Sal-Terrae, 1997.
4) “Sosteniendo Otras Vidas”, Retiro domingo 27 de Mayo de 2007, Avenida Francia 739, Valparaíso
5) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
6) Carlos Decaer, “Tú eres mi Pueblo”; Instituto Arquidiocesano de Catequesis; Santiago de Chile, 1973.
7) Roberto Jamieson & otros; “Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia”; Tomo I, El Antiguo Testamento; Casa Bautista de Publicaciones, 1958.
8) http://www.mesianicos.com/parasha/pinjas/h5765.htm