domingo, julio 08, 2012

EL SEPULCRO VACÍO.



Pastor Iván Tapia Contardo
Tema expuesto al Consejo de Pastores de Valparaíso
Sábado 7 de julio de 2012.

TEXTO:
“1 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. / 2 Y hallaron removida la piedra del sepulcro; / 3 y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. / 4 Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; / 5 y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? / 6 No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, / 7 diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. / 8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras, / 9 y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. / 10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. / 11 Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. / 12 Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzossolos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.” (San Lucas 24:1-12)

INTRODUCCIÓN:

San Lucas es un hombre culto de su época. Ha decidido dejar un registro serio y acucioso de los hechos de Jesucristo y de los apóstoles. Viene a ser un historiador o periodista de la Iglesia apostólica. A la usanza de la época, dirige sus escritos a un hombre ilustre llamado Teófilo. El Evangelio según San Lucas es el primer tratado, una biografía de Jesús, el Maestro y Salvador. El segundo tomo lo constituye el Libro de los Hechos o Actos de los Apóstoles, llamado por algunos Hechos del Espíritu Santo, porque es la Tercera Persona de la Trinidad la que se manifiesta en todas las acciones de la Iglesia y sus líderes.

El primer tratado narra “todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar” hasta su resurrección de entre los muertos. Él previamente dio “mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido”. Muchas son las órdenes de Jesús para con los apóstoles y por ende para todos los cristianos de todas las épocas, instrucciones que son nuestro deber cumplir. Alguien ha contabilizado hasta 90 directivas prácticas dadas por Jesús a Sus discípulos.

Cuenta al inicio del segundo tratado, el Libro de los Hechos, lo siguiente:

“1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, / 2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; / 3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.” (Hechos 1:1-3)

Luego de padecer en la cruz el juicio de Dios a la Humanidad, en Su propio cuerpo y alma, Jesucristo descendió al lugar de los muertos donde anunció Su victoria sobre el mal y, resucitado por el poder de Dios, “se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.”(Hechos 1:1-3) Afirma el médico Lucas que Jesús, el Cristo (griego) o Mesías (hebreo), “se presentó vivo” a los apóstoles, sus mujeres y otros seguidores. Esto significa que había vuelto a la vida desde la sepultura, cosa que ningún ser humano ha logrado jamás hacer. No es el mismo caso de Lázaro, resucitado por Jesús, quien recuperó el mismo cuerpo que tenía antes de fallecer, sino una resurrección para vida eterna con un cuerpo celestial o glorificado.

Asegura San Lucas que estas apariciones de Jesús resucitado cuentan “con muchas pruebas indubitables”, es decir que no puede dudarse de ellas. ¿Cuáles son esas pruebas a las que atribuye Lucas absoluta certeza de la resurrección de Jesús, que fue el Maestro el que apareció a los apóstoles y no un impostor, y que tampoco fue producto de su imaginación o dolor por la pérdida? Agrega, además, algo extraordinario: este Jesús se les apareció no sólo una o tres veces, sino “durante cuarenta días” En aquel mes y medio les volvió a hablar acerca del reino de Dios, continuando Su discipulado con ellos. Si consideramos la experiencia que vivió el apóstol Pedro más adelante, cuando orando en éxtasis, el Señor le muestra un paño con animales puros e impuros para comer, nos damos cuenta que el discipulado de Jesús jamás termina. Él seguirá enseñando a Sus apóstoles. Lo hizo en Su ministerio terrenal, lo hizo como Cristo Resucitado y continuó haciéndolo como el Cristo Ascendido. El ser humano no es perfecto sino perfectible, pecador factible de aprender santidad. El propósito de Dios es llevarnos a Su perfección, por tanto jamás dejaremos de ser enseñados por el Señor. Ya que Él es infinitamente Sabio, necesitaremos una eternidad para aprender Su Sabiduría.

¿Cuáles son esas “muchas pruebas indubitables” que tuvieron los apóstoles para asegurar la resurrección de su Maestro?

Hoy deseo invitarles a examinar una de las pruebas más contundentes de la resurrección del Señor Jesucristo: el sepulcro hallado vacío.

Pero antes recapitulemos los hechos en una breve CRONOLOGÍA DE LA MUERTE DE JESÚS.

1. Jesús muere a las 3 de la tarde
Hubo tinieblas desde las 3 de la tarde hasta las 6
El sol se oscureció
El velo del templo se rasgó por la mitad.
Jesús clama: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Muere
El centurión da gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo
La multitud, viendo lo que había acontecido, regresan golpeándose el pecho
Sus conocidos y las mujeres de Galilea, permanecen lejos mirando estas cosas
 
2. El cuerpo muerto de Jesús fue quitado de la cruz
José, de Arimatea, miembro del concilio, varón justo, va a Pilato y pide el cuerpo
Lo bajan de la cruz
Lo envuelve en lienzos con especias aromáticas y una sábana
Nicodemo vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como 50 kilos
 
3. El cuerpo de Jesús fue colocado en una tumba.
Le llevan a un huerto cercano al lugar donde le crucificaron
Le pone en un sepulcro abierto en una peña del huerto, que no había sido usado
Era día de la preparación, anterior al día de reposo.
 
4. Las mujeres preparan la unción del cuerpo.
Las mujeres le siguieron, vieron el sepulcro y cómo fue puesto su cuerpo.
Vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos
Descansaron el día de reposo
 
5. Fue puesta una guardia romana ante la tumba
Se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato
Le dicen: Señor, aquel engañador dijo que resucitaría después de 3 días.
Manda que se asegure el sepulcro 3 días, no sea que lo hurten y digan que resucitó
Pilato les facilitó una guardia para asegurar y sellar la piedra del sepulcro
 
6. Las mujeres encuentran la tumba vacía.
El domingo muy temprano, las mujeres vienen al sepulcro
Traen las especias aromáticas que habían preparado para ungir el cuerpo de Jesús
Encuentran removida la piedra del sepulcro
Entran y no hallan el cuerpo del Señor
Quedan perplejas
Dos ángeles con vestiduras resplandecientes se paran junto a ellas
Les da miedo y bajan el rostro a tierra
Un ángel les pregunta: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, sino que ha resucitado.
Les recuerda la promesa de Jesús, que resucitaría al tercer día de muerto
Ellas se acordaron de sus palabras
Regresan y lo cuentan a los discípulos y los demás
A ellos les pareció que estaban locas
Pedro corrió al sepulcro y cuando miró dentro, vio los lienzos solos
Volvió a casa maravillándose de lo que había sucedido
 
¿Qué nos enseña la tumba vacía de Jesús?
 
1. UNA PIEDRA REMOVIDA.
“1 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. / 2 Y hallaron removida la piedra del sepulcro; / 3 y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. / 4 Aconteció que estando ellas perplejas por esto,” (versos 1-4)

La tumba había sido cavada en la roca y aparentemente contenía una sola caverna. Una piedra enorme fue rodada en una huella ligeramente deprimida a la entrada. El peso de la piedra era de entre 1,5 tonelada, es decir 1.500 kilos.

El apóstol Juan lo relata así: “1 El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.” (San Juan 20:1) El primer día de la semana es el domingo. Ya ha pasado el día de reposo y viene la Magdalena a ungir el cuerpo de Jesús. Aún está oscuro. Se sorprende cuando ve quitada la piedra que hacía de puerta de la tumba.

Quien va al cementerio a visitar un deudo, espera encontrar todo en orden. Lleva flores, en señal de recuerdo, dispuesto a elevar una oración de gratitud a Dios por lo que fue esa vida para él o ella, y quizás a recordar con alegría, pena o nostalgia, aquellos tiempos disfrutados en el pasado. Un pobre consuelo para algunos, una esperanza para nosotros pues un día volveremos a encontrarnos con aquellos que partieron con el Señor.

Pero, imagínese usted, cómo reaccionaría si un día encontrase esa tumba vacía y sin el cadáver. Más aún, el ataúd abierto y ordenadamente las ropas del muerto adentro. Como aquellas mujeres, perplejo. Lo primero que haría sería ir a reclamar a las oficinas del cementerio. Pensaría que robaron al difunto o que lo lanzaron a la fosa común por no pago.

Frente a situaciones extraordinarias, fuera de lo común o inesperadas, no sabemos qué hacer, quedamos confundidos porque no nos podemos explicar la razón, dudamos de lo que se debe hacer. Es decir nos quedamos perplejos. Así es la reacción de cualquier ser humano frente a la resurrección. ¡Es algo increíble! No se puede creer que alguien vuelva de la muerte. ¡Es inverosímil! No puede ser verdadero. Es tan evidente que la muerte es definitiva, que nadie vuelve para contarlo, que humanamente nuestra carne se resiste a creerlo. Así es nuestra reacción frente a lo extraordinario y enigmático, aún teniendo fe ¡Cuánto más será para los incrédulos!

Esa piedra removida representa nuestra incapacidad para creer en lo sobrenatural, lo anclados que estamos a esta realidad terrena de vida y muerte, que sólo vemos una tumba vacía. Para ver a Jesucristo Resucitado necesitamos de algo más que argumentos, los ojos de la fe.

2. EL CADÁVER DEL SEÑOR AUSENTE.
“entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús” (verso 3)

Vamos a detenernos aquí para revisar el punto de vista de los incrédulos, respecto de este asunto. Ateos y agnósticos han levantado algunas FALSAS TEORÍAS ACERCA DE LA RESURRECCIÓN.

a. Los amigos de Cristo robaron el cuerpo.
Algunos dicen que los amigos de Cristo robaron el cuerpo. Esto significa que una de las mujeres entretuvo a los guardias mientras las otras dos movían la piedra y se llevaban el cuerpo en puntas de pie, o que sujetos como Pedro (recuerden lo valiente que era) y Tomás (recuerden lo fácil de convencer que era) se apoderaron de los guardias, robaron el cuerpo y fabricaron un mito.

Contra teoría: Esta teoría difícilmente parece plausible. La guardia era demasiado poderosa, la piedra era demasiado pesada y los discípulos, sin haber experimentado todavía el poder del Espíritu Santo, eran demasiado cobardes como para intentar semejante proeza. Por otra parte, es imposible que creyentes judíos y, además, seguidores de Jesucristo no cumplieran los mandamientos de no robar y no mentir: “15 No hurtarás. / 16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.” (Éxodo 20:15,16)

b. Los enemigos de Cristo robaron el cuerpo.
Si no lo hicieron los amigos, entonces lo habrán hecho sus enemigos. Ellos robaron el cuerpo.

Contra teoría: ¿Por qué motivo habrían de hacerlo? Tal vez para evitar que los discípulos lo robasen. Ellos consideraron que bastaba con poner soldados a cuidar el cuerpo: “62 Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, / 63 diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. / 64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. / 65 Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. / 66 Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.” (San Mateo 27:62-66)

Si los romanos o los judíos hubieran robado el cuerpo, lo habrían expuesto públicamente, y el cristianismo hubiera muerto. No lo hicieron, y el cristianismo no murió.

c. Cristo no murió sino que sólo estuvo inconsciente.
Es la "teoría del desmayo" o del “estado cataléptico”, que en realidad Je4sús no murió sino que sólo estuvo inconsciente. Los romanos expertos en ejecuciones simplemente habrían creído que estaba muerto. Después de unos días en la tumba este hombre, sin comida o medicina, el aire frío lo revivió. Luego, de acuerdo con esta teoría, se libró de su envoltura de 50 kilos de ropa mortuoria, hizo rodar la piedra hacia afuera con sus manos horadadas por los clavos, espantó a los soldados romanos, caminó varios kilómetros con sus pies heridos, y convenció a Sus discípulos que había resucitado de la muerte.

Contra teoría: Esta es aún más difícil de creer que la resurrección misma. Cuando los soldados “remataron” a los dos ladrones que le acompañaban en su crucifixión, quebrándoles las piernas, Jesús ya había fallecido. Para acelerar la muerte, los soldados quebraban las piernas de los crucificados, utilizando para ello una lanza romana para despedazar los huesos de la parte inferior de las piernas. Eso evitaba que la persona empujara hacia arriba con las piernas para poder respirar, así que la muerte les seguía en cuestión de minutos.

El Evangelista Juan nos dice: “31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. / 32 Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. / 33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. / 34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. / 35 Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. / 36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. / 37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.” (San Juan 19:31-37)

En el Nuevo Testamento se nos dice que los huesos de Jesús no fueron quebrados como ocurrió con los otros crucificados. Esto fue así porque los soldados habían confirmado que Jesús había muerto; así se cumplió la profecía del Antiguo Testamento acerca del Mesías donde se dice que ninguno de sus huesos sería quebrado. Pero el soldado romano para confirmar la muerte de Jesús le clavó la lanza en su costado derecho. La lanza atravesó el pulmón derecho y penetró el corazón. Por lo tanto, cuando se sacó la lanza, salió fluido claro, como el agua, seguido de un gran volumen de sangre, tal como lo describe Juan, uno de los testigos oculares, en su Evangelio.

El fenómeno de la sangre y el agua puede ser considerado como un milagro pero también se puede explicar biológicamente por la perforación del seno pericardial. Este una especie de bolsa o saco que cubre completamente al corazón y se prolonga hasta las raíces de los grandes vasos, constituido por dos capas de membranas que cubren el corazón y lo separan de las estructuras vecinas.

Por lo tanto, es imposible que Jesús estuviera vivo después de la crucifixión, y si hubiera sido así los soldados romanos se habrían dado cuenta.

En otras palabras, si Jesús fue muerto, ¿Quién tiene el cuerpo? Todo lo que tenemos es un sepulcro vacío.

“3 Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. / 4 Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. / 5 Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. / 6 Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, / 7 y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. / 8 Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. / 9 Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos. / 10 Y volvieron los discípulos a los suyos.” (San Juan 20:3-10)

La ausencia del cadáver de Jesús representa la curiosidad humana y la necesidad de una explicación plausible al gran misterio de la muerte y de la vida.

3. PRESENCIA DE ÁNGELES Y EVIDENCIA DE SU RESURRECCIÓN.
“4 Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; / 5 y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” (versos 4,5)

Sólo la intervención Divina puede hacernos ver la realidad de lo que experimentamos. Las mujeres, al ver estos varones iluminados, de inmediato comprendieron que eran seres sobrenaturales. Su reacción fue agacharse reverentemente ante ellos. ¿Qué haríamos nosotros si se nos apareciera un ángel? ¿Cuál sería nuestra reacción? Creo que la misma, un temor reverente, pues estaríamos frente a seres muy cercanos a Dios, santos, puros y con cierto grado de poder, mayor al nuestro.

Las mujeres requerían, como los apóstoles, esta intervención angélica, para comprender por qué la tumba estaba vacía. Igualmente todo ser humano necesita de una intervención del Señor para entender sus sufrimientos, pérdidas, dolores. He aquí el mayor sentido de nuestro pastorado: dar una explicación Divina al que sufre. El hombre y la mujer están solos, como ovejas sin Pastor. Necesitan de alguien que les haga comprender las realidades espirituales, para que levanten su mirada por sobre su miseria. Y de nosotros, los ministros de Dios, sólo Él pide misericordia, o sea un corazón para la miseria humana. No estamos para criticar, para herir o enojarnos con el pecador, sino para amarle y ayudarlo a conocer el camino que puede conducirlo a la salvación.
 
La pregunta que hicieron los ángeles a ellas es “como un aguijón, como un clavo hincado”: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” Ellas buscaban en la tumba vacía del cementerio al que estaba vivo. ¡Cuánto tiempo buscamos entre los que están muertos en tinieblas de pecado, la vida! Allí, en el vicio, en el juego, en la droga, en la juerga, en el sexo desordenado, en el dinero, en la fama, en el poder, en la ciencia humana… no está la vida eterna. Tampoco en los ídolos religiosos, en los iconos mudos, al que muchos éramos arrastrados por el diablo.

Nosotros también podemos caer en ello y buscar entre los muertos al que vive. Líbrenos el Señor de desviar nuestro camino del Evangelio hacia otros senderos, el lugar de los muertos, el cementerio espiritual. Cada uno sabe dónde está el peligro para su vida. El Espíritu Santo nos guíe a hacer la senda que nos corresponde, a cumplir con nuestra tarea, que es: a) orar por todos; b) visitar a los que sufren; c) enseñar la Palabra y evangelizar; d) reunir a Su pueblo; y e) dar amor a todo el mundo. Nuestra única búsqueda y tarea primordial ha de ser la salvación de las almas.

En la tumba vacía del dolor, podemos encontrarnos con la Divinidad, por medio de la fe. La presencia de ángeles representa la necesidad del ser humano de la explicación Divina.

4. EL CUMPLIMIENTO DE SUS PALABRAS.
“6 No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, / 7 diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. / 8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras, / 9 y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás.” (versos 6-9)

El Evangelista San Marcos, registra tres veces que Jesús les habla a los discípulos acerca de su muerte y posterior resurrección.

a) Luego de la confesión de Pedro acerca de la Divinidad de Jesús, y antes de su reconvención, cuando el Maestro tuvo que reprenderle:

“31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.”(San Marcos 8:31)

b) En la transfiguración, al bajar del monte, les habló así:

“9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos. / 10 Y guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos.” (San Marcos 9:9,10)

c) Cuando subían a Jerusalén, en la última Pascua, antes de Su Pasión:

“32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer: / 33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; / 34 y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.” (San Marcos 10:32-34)

La tumba vacía es la comprobación de estas palabras de Jesús. El Señor ha resucitado, ha muerto por los pecadores como un Cordero en sacrificio. Él murió por todos, incluidos los que hemos sido llamados a ser pastores de Su Iglesia. Somos ovejas del Señor para servir humildemente a nuestros hermanos.

CONCLUSIÓN.
El sepulcro vacío, hasta el día de hoy en Jerusalén, nos enseña a todos los cristianos y particularmente a los pastores algunas cuestiones importantes:

1) UNA PIEDRA REMOVIDA, la incapacidad del ser humano para creer en lo sobrenatural;

2) EL CADÁVER DEL SEÑOR AUSENTE, la curiosidad humana y la necesidad de una explicación plausible al gran misterio de la muerte y de la vida;

3) PRESENCIA DE ÁNGELES Y EVIDENCIA DE SU RESURRECCIÓN, la necesidad del ser humano de la explicación Divina; y

4) EL CUMPLIMIENTO DE SUS PALABRAS. Jesucristo no mintió, Dios no miente y cumple lo que ha prometido.

Como ministros del Señor estamos llamados a remover la piedra de la incredulidad e ignorancia espiritual, como afirmar el gran amor de Dios por los perdidos. Debemos ayudar a la fe del ser humano para creer en lo sobrenatural. Todos tenemos una gran curiosidad y necesidad de creer y explicarnos la trascendencia, el sentido de la vida, qué propósito tiene todo esto, por sobre nuestras miserias. Como los ángeles mensajeros, hemos sido llamados, capacitados y enviados a nuestras familias, barrios, iglesias, ciudades, para entregar a los hombres la explicación de Dios, el Evangelio de la Gracia de Dios, el Evangelio del Reino de Dios, el Evangelio Eterno, el Evangelio de la Reconciliación. No debemos desmayar en este propósito, sino animarnos. Ese es el sentido de este discurso y de estas reuniones pastorales. No para otra cosa que para estimularnos a cumplir la Gran Comisión. la tumba vacía nos anuncia que queda poco tiempo. Él no está allí, ha resucitado y regresará a buscarnos. En tanto, hagamos la tarea, para que cuando vuelva nos encuentre haciendo así. Oremos.