domingo, marzo 13, 2016

RECIBIENDO AL DÉBIL EN LA FE.



 

PALABRAS DE GRACIA
XVIII PARTE
Pastor Iván Tapia Contardo

 
Lectura bíblica: “1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.” (Romanos 14:1)

Idea central: Prudencia con el débil en la fe. 

Objetivos: a) Comprender quién es el débil en la fe y cómo tratarlo para su desarrollo cristiano; b) No contender sobre opiniones con el débil en la fe; c) No menospreciarlo; d) No juzgar al hermano; y e) No ponerle tropiezo u ocasión de caer.   

Resumen: La prudencia en el trato hacia nuestros hermanos débiles en la fe, ha de ser una conducta de cristianos maduros que viven la libertad de Cristo. La lección basada en la enseñanza paulina nos entrega cuatro consejos para relacionarnos con ellos.
 

D
ébil en la fe es aquel cristiano al que no le basta creer en Jesucristo para sentirse salvo, sino que tiene que agregar mandamientos o costumbres para ello. En otras palabras es un creyente con falta de madurez para admitir que la fe en Cristo y su unión con Él, le da cierta libertad de hacer cosas que son moralmente neutrales, pero las evita por motivos de conciencia. 

Pablo predica la sola fe para la salvación “8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; / 9 no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8,9) Pocos cristianos viven sólo por fe y siguen mandatos y prácticas que les ordena su iglesia o doctrina, como abstenerse de bebidas y comidas, celebrar ciertos días, no hacer algunas cosas, dejar de visitar lugares, etc. 

¿Cómo debe ser nuestra relación con los débiles en la fe? 

1. No contender sobre opiniones con el hermano.
“1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. / 2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres.” (Romanos 14:1,2) 

El Espíritu Santo no nos dice que critiquemos aquello, tampoco que nos burlemos o prediquemos contra los que viven así su fe. Por el contrario, nos amonesta “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.” La Biblia llama a esas enseñanzas sobre comidas, bebidas, días, etc. “opiniones”. Opinión es una idea, juicio o concepto que una persona tiene o se forma acerca de algo o alguien, pero es sólo una idea de alguien, no es la idea de Dios. Una opinión no es la Verdad.  

Algunos creemos que se puede comer de todo, incluso carne. Pero quizás no comemos prietas porque los apóstoles ordenaron a los gentiles no comer sangre. En cambio otros cristianos lo hacen sin problema de conciencia. Los que comemos carne nos apoyamos en un texto y los que sólo comen verduras y legumbres lo hacen apoyados en otro texto de la Biblia. ¿Cuál de los dos tiene razón? Ponernos a discutir este asunto sólo nos llevará a disensión y separación, hasta podría provocar odios y hacernos pecar. El sabio consejo del Apóstol es no contender sobre opiniones.

Hoy en día hay vegetarianos, naturistas, veganos, distintas doctrinas sobre lo que se debe y no debe ingerir. Muchos de ellos están en la Iglesia y lo hacen por motivos de salud y también algunos, de conciencia. Hacerlo o no hacerlo no nos salva, tampoco nos hace mejores ni peores cristianos.  

La idea es que no exista discusión que lleve a la enemistad. Recordemos que “4 El amor es... benigno;... el amor no es jactancioso, no se envanece; 5...no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor” (1 Corintios 13:4,5) Siempre ha de ser el amor lo que prevalezca en nuestras relaciones como cristianos. 

Para tener una buena relación con los débiles en la fe y, en general, entre hermanos, no debemos contender sobre opiniones. 

2. No menospreciar al hermano.
 “3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. / 4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.”  (Romanos 14:3,4 

Muchas costumbres cristianas, aunque nos parezcan sin fundamento y hasta ridículas a algunos, quienes las practican lo hacen con gran amor hacia el Señor, están llenos de fe en Él y sólo quieren serle gratos. ¿Por qué habremos de menospreciarles? Seguramente Pablo vio muchas actitudes y usos entre los cristianos que visitaba, que a él le parecían innecesarias, pero las respetó porque eran signos de fe en quienes las practicaban. Recordemos como hizo que su discípulo Timoteo fuera circuncidado, por causa de los judíos, y cómo él mismo se rapó en Cencrea:  

“1 Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; 2 y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. 3 Quiso Pablo que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego.” (Hechos 16:1-3) 

“18 Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto.” (Hechos 18:18) 

Tales cosas hizo, no menospreciando a sus hermanos judíos, sino con el propósito de serles confiable y llegar a ellos con la Palabra del Evangelio: “20 Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley” (1 Corintios 9:20) 

En la Iglesia encontramos diversas “costumbres”. Costumbre es la manera habitual de obrar una persona, animal o colectividad, establecida por un largo uso o adquirida por la repetición de actos de la misma especie. Algunos cristianos no beben vino o bebidas alcohólicas, considerándolo pecaminoso; las damas no se cortan el cabello pues lo ven como el velo que Dios les dio para santificarlo; otros no ven televisión por considerar este artefacto transmisor de maldad; las formas de vestir también expresan sentimientos de respeto, adoración, compromiso con Dios. Visto desde el Nuevo Pacto, todo ello es “costumbre” y no mandato de Dios. Cada agrupación cristiana tiene sus propias costumbres y tradiciones, las que con el paso de los años van cambiando.

Los cristianos debemos ser respetuosos de las costumbres de otros cristianos como también de los no creyentes, siempre que no atenten a la moral e integridad física. Es la lógica que aplican las misiones en pueblos de otras culturas. 

Nadie tiene derecho a juzgar al criado ajeno. Somos criados o esclavos del Señor. Para su propio señor está en pie el criado. Nosotros también, para Jesucristo estamos como estamos; y el Señor es Todopoderoso para hacernos estar firmes, cualquiera sea nuestra tradición, costumbre u opinión. 

Para tener una buena relación con los débiles en la fe y con nuestros hermanos no debemos menospreciarnos sino amarnos y respetarnos. 

3. No juzgar al hermano.
“10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. / 11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. / 12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. / 13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.”  (Romanos 14:10-13) 

No debemos menospreciar ni juzgar al hermano. No es nuestra función ni derecho juzgar; tal cosa pertenece sólo a Dios. El tribunal de Cristo es el único lugar y tiempo en que los cristianos seremos juzgados por el Señor, no es ahora ni somos nosotros los “jueces”. Está escrito que ante Él se someterá todo ser humano y deberá confesar a Jesucristo. 

Un día, en el Tribunal de Cristo, tendremos que dar cuenta a Dios de nuestra vida: “10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” (2 Corintios 5:10) Seremos reconocidos por las acciones realizadas y reprendidos por las no realizadas, aquello que debimos hacer y no lo hicimos. 

En ese tribunal, además, será sometida a juicio la obra de cada uno durante su vida cristiana: “13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.” (1 Corintios 3:13) 

Ya que nos espera el juicio del Señor, no es procedente que nos juzguemos unos a otros:
“16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo” (Colosenses 2:16)  

Para tener una buena relación con los hermanos, debemos dejar todo juicio al Señor, en el Tribunal de Cristo. 

4. No poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. 
“15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. / 16 No sea, pues, vituperado vuestro bien”  (Romanos 14:15) 

Pensemos en un cristiano que es respetado por sus hermanos porque es un hombre muy ético, misericordioso y sabio en la Palabra de Dios; pero un día esos hermanos descubren que acostumbra comer carne de cerdo y beber vino. Para él y su familia esto es algo normal ya que todo lo que hay en la mesa es para comerlo, pero para sus hermanos el cerdo es un animal inmundo y beber vino trae disolución. Por tan sólo esa conducta, juzgarán al hombre como mal cristiano y pecador. Otros querrán imitarle pero no lo harán por fe y ellos sí caerán en pecado. Esta es la razón por la cual muchos hermanos ponen en duda la conversión de aquellos que no siguen sus costumbres. 

“8 Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. / 9 Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. / 10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? / 11 Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. / 12 De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. / 13 Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.” (I Corintios 8.8-13 

La comida no nos hace más santos ante Dios. Las costumbres alimenticias pueden conservar nuestra salud o malograrla, pero ello no nos dará ni quitará la salvación. Los nacidos de nuevo por fe en Jesucristo, somos libres de comer y beber lo que queramos, con prudencia. Sin embargo, esta libertad debe ser practicada con amor hacia el prójimo. Nuestros actos tienen consecuencias en los demás, especialmente en los “débiles en la fe”.  

Solemos pensar “yo soy yo mismo”, “hay que ser auténtico”, “no vivo por el qué dirán”, “no soy hipócrita”. Todos estos pensamientos son egocéntricos. Al actuar ante otros, debemos preocuparnos de la conciencia del prójimo. Es importante que nuestra libertad no sea una piedra de tropiezo para el cristiano con otra opinión, otras costumbres u otras tradiciones, más basados en asuntos externos que en la pura fe en Jesús. 

Si un cristiano débil nos ve comiendo en un lugar inadecuado, ese hermano de mente débil puede querer imitarnos y en ese lugar no saber controlarse y caer en pecado. Por el conocimiento y la imprudencia nuestra, un hermano puede alejarse de Cristo, su Salvador. A veces es mejor que alguien esté en la Ley sin perderse, a que conozca la Gracia y se desbande hasta apostatar de la fe. 

Si mi actuación libre hace caer de la fe a un hermano, es preferible no abusar de mi libertad. 

Para tener una buena relación con nuestros hermanos en Cristo, debemos cuidarnos de ponerles tropiezo u ocasión de caer en pecado.   

CONCLUSIÓN.
El débil en la fe es un creyente con falta de madurez para vivir la libertad de Cristo y prefiere ceñirse a normas. Para tener una buena relación con los hermanos débiles en la fe debemos considerar: 1) No contender sobre opiniones con él; 2) No menospreciarlo; 3) No juzgar al hermano; y 4) No ponerle tropiezo u ocasión de caer. 
 
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿Qué es para usted un “débil en la fe”?
2)      ¿Qué costumbres son primordiales en la vida cristiana?
3)      ¿Qué costumbres de la Iglesia le desagradan y por qué?
4)       ¿Cree que se deba prohibir ciertas bebidas y alimentos?
5)      ¿Cómo procede usted con personas débiles en la fe?
6)      ¿Pueden en una misma congregación convivir hermanos de diversas opiniones?
7)      ¿Qué opinión tiene usted sobre comer carne?
8)      ¿Sobre qué virtud deben basarse todas las relaciones en la Iglesia?
9)      ¿Se ha sentido alguna vez menospreciado en un grupo?
10)  ¿Qué hace cuando siente menosprecio por alguien?
11)  ¿Qué motivación tenía el apóstol Pablo cuando se adaptaba a las costumbres religiosas judías?
12)  ¿Qué cambios en las costumbres de la sociedad y la Iglesia se han visto estas últimas décadas?
13)  ¿Cuál debiera ser el límite para nuestra libertad cristiana?
14)  ¿Por qué no debemos juzgar al hermano?
15)  ¿En qué aspectos de su persona le agradaría a usted ser respetado(a) y aceptado(a)?
16)  ¿En qué le gustaría ser imitado por otros?
17)  ¿Qué actos negativos suyos han tenido consecuencias en otras personas?
18)  Explique esta frase: “Es mejor que alguien esté en la Ley sin perderse, a que conozca la Gracia y se desbande hasta apostatar de la fe.”