domingo, diciembre 10, 2017

EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO.

NEUMATOLOGÍA
LECCIÓN 14 

© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “15 Si me amáis, guardad mis mandamientos. / 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: / 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. / 18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. / 19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. / 20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.” (San Juan 14:15-20) 

Idea central: Requisitos y signos para el bautismo en el Espíritu Santo. 

Objetivos: a) Comprender el concepto de bautismo en el Espíritu Santo; b) Valorar el día de Pentecostés y su importancia para la Iglesia; c) Conocer y practicar los requisitos para la recepción del Espíritu Santo; d) Conocer los signos visibles del bautismo en el Espíritu Santo en Pentecostés. 

Resumen: El bautismo del Espíritu Santo fue anunciado por el Bautista y Jesús, aparte de haber sido profetizado en el antiguo Testamento. El día de Pentecostés los apóstoles recibieron el Espíritu, como resultado de su perseverancia, unanimidad, oración y unidad. Hubo signos sobrenaturales del hecho, como viento, fuego, llenura y lenguas. Pentecostés es un modelo para que una iglesia reciba el bautismo en el Espíritu.
 

J
esús prometió a Sus discípulos que rogaría al Padre que enviara un Consolador, cuando Él ya no estuviese con ellos, para que les acompañara para siempre. Este que Él llamó Consolador, porque les consolaría en Su ausencia, es el Espíritu de verdad, el cual el mundo no puede recibir porque es invisible y desconocido para los incrédulos. Jesús les prometió que no los dejaría huérfanos y vendría a ellos en la forma del Consolador. He aquí una razón bíblica para decir que el Espíritu Santo es Dios junto con el Hijo y el Padre. 

Las palabras proféticas “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis” significa que pasaría un tiempo y Jesús moriría y desaparecería del escenario del mundo, sin embargo ellos le verían resucitado. Ya que Él viviría, Sus discípulos también tendrían la “vida”. Cuando eso sucediera, ellos se darían cuenta que Dios vive en Jesús, ellos en Él y Jesús en ellos. 

En otro Texto el Maestro ratifica esta promesa, diciendo que es conveniente para ellos que Él muera, pues así podrá venir a sus vidas el Consolador: “7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.” (San Juan 16:7)

Juan el Bautista había también profetizado acerca de Jesús: “... Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.” (San Lucas 3:16) Tal promesa de un “bautismo en el Espíritu Santo” es decir de ser sumergidos en Él, se cumplió en Jerusalén, en la fiesta de Shavuot, el día de Pentecostés, aproximadamente el año 30 DC. Esta fiesta la celebraba Israel durante el mes de Siván (Mayo/Junio) y estaba ordenada en la Torá: 15 Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. / 16 Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová.” (Levítico 23:15,16) 

En el Pentecostés cristiano se puede ver que el bautismo del Espíritu Santo es una experiencia concreta claramente identificable: 1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. / 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; / 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. / 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” (Hechos 2:1-4)  

Pentecostés es una fiesta judía que se celebra cincuenta días después de la Pascua. Como Jesucristo murió en la Pascua, resucitando al tercer día, cincuenta días después vino el Espíritu Santo sobre los apóstoles y sus familias. Cuenta San Lucas: “1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, / 2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; / 3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.” (Hechos 1:1-3) Es decir que Jesús Resucitado estuvo cuarenta días con Sus discípulos. Durante diez días ellos estuvieron esperando la venida del Consolador: “12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. / 13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. / 14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.” (Hechos 1:12-14) Todos los apóstoles, las mujeres que acompañaron a Jesús, Su madre y Sus hermanos permanecieron en oración en el aposento alto. 

Dice la Palabra que ellos “estaban todos unánimes juntos”, cuando vino el Espíritu Santo. He aquí cuatro aspectos necesarios para que seamos bautizados por el Espíritu Santo. 

¿Qué requiere una iglesia para ser bautizada en el Espíritu Santo? 

“14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.” (Hechos 1:14 

1. Perseverancia.
Los apóstoles “perseveraban unánimes”. Permanecer insistentemente ante el Señor, hasta lograr el propósito. Dios premia nuestra insistencia: “5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, / 6 porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; / 7 y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? / 8 Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. / 9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” (San Lucas 11:5-9) 

2. Unanimidad.
Los apóstoles “perseveraban unánimes”. Significa ser todos de un mismo sentir, deseo o expectativa. Una característica de la comunidad cristiana de esa época era su unanimidad frente al Señor: “32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.” (Hechos 4:32) 

3. Oración.
Estaban “en oración y ruego”. El Señor desea que le pidamos, no es malo hacerlo ya que expresa nuestra dependencia y necesidad de Él. Los padres terrenales deben desear que sus hijos se independicen y sean autovalentes. En cambio el Padre Celestial quiere que siempre dependamos de Él: “11 ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? / 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? / 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (San Lucas 11:11-13 

4. Unidad.
Los apóstoles “estaban todos unánimes juntos”. Las personas pueden estar juntas pero no unidas; un matrimonio puede permanecer viviendo juntos, mas estar desunidos. Aquí la Palabra quiere expresar que el pueblo de Dios estaba reunido y unido por una causa, esperar la venida del Espíritu Santo prometido por Jesús. Ellos no sabían de qué se trataba, jamás habían tenido la experiencia sobrenatural de la llenura del Espíritu Santo, así es que esperaban expectantes.  

De pronto se produjo el fenómeno que llamamos “bautismo del Espíritu Santo”. Los signos sensibles de este bautismo fueron los siguientes. 

¿Cuáles son los signos del bautismo en el Espíritu Santo? 

1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. / 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; / 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. / 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” (Hechos 2:1-4)  

1. Viento.
“Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados” Sintieron una especie de viento muy fuerte que venía de arriba. Ese “viento recio” llenó todo el aposento alto y la casa donde estaban orando. Tal viento se inició con un estruendo, siendo un fenómeno impactante y sobrenatural. 

2. Fuego.
“y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.” De pronto aparecieron sobre cada una de las personas que estaban en el aposento alto, una especie de lenguas de fuego que se asentaron en ellos. 

3. Llenura.
“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo” Esa Persona que es el Espíritu Santo y que llegó con ruido, viento y fuego, es decir sensible por el oído, el tacto y la vista, entró en cada uno y los llenó. Cuando recibimos el Espíritu nos es dado sin medida y somos llenos de Él: “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.” (San Juan 3:34 

4. Lenguas.
“y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” El fenómeno de hablar en lenguas consiste en hablar idiomas desconocidos para el hablante, sean estos idiomas humanos o angélicos: “1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.” (1 Corintios 13:1) Basados en este y otros pasajes, algunos piensan que el hablar en lenguas es la evidencia de recibir el Espíritu Santo, pero en verdad es un don que reciben sólo algunos: “¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?” (1 Corintios 12:30) El propósito de hablar en lenguas el día de Pentecostés fue para que los judíos que acudieron a Jerusalén a adorar, escucharan el Evangelio en su propio idioma: “5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. / 6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. / 7 Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? / 8 ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? / 9 Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, / 10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, / 11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.” (Hechos 2:5-11) 

CONCLUSIÓN.
Tanto Juan el Bautista como el propio Jesucristo anunciaron el “bautismo en el Espíritu Santo”. Éste se inició el día de Pentecostés en Jerusalén y es un modelo para la recepción del Espíritu por la Iglesia. De acuerdo a la Escritura, una iglesia para ser bautizada en el Espíritu Santo, requiere: 1) Perseverancia, 2) Unanimidad, 3) Oración, y 4) Unidad. Los signos visibles del bautismo en el Espíritu Santo, son: 1) Viento, 2) Fuego, 3) Llenura, y 4) Lenguas.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Es usted bautizado/a en el Espíritu Santo?

2)      ¿Cuál fue en la Historia el primer bautismo en el Espíritu Santo?

3)      ¿Por qué Pentecostés puede ser considerado un modelo para la recepción del Espíritu por la Iglesia?

4)      ¿Cuál de estas actitudes considera más importante para la recepción del Espíritu Santo: perseverancia, unanimidad, oración o unidad?

5)      ¿Cómo interpreta usted los signos visibles que se dieron en Pentecostés, como el viento, el fuego y las lenguas?

6)      ¿En qué circunstancias ha experimentado al Espíritu como Consolador?

7)      ¿Por qué el mundo no puede recibir el Espíritu Santo?

8)      ¿Puede toda una iglesia ser bautizada en el Espíritu Santo y cómo puede lograrlo?

9)      ¿Cuál ha sido su vivencia de la perseverancia?

10)  ¿Cómo puede una congregación lograr la unanimidad?

11)  ¿Es agradable a Dios que le presentemos muchas peticiones o sólo quiere nuestras acciones de gracias?

12)  ¿Por qué a la recepción del Espíritu Santo se le llama “bautismo”?

13)  ¿Ha sentido alguna vez, al ministrar al Señor, una especie de brisa o viento?

14)  ¿Qué sensaciones corporales ha tenido durante la oración o adoración?

15)  ¿Ora, habla o canta usted en lenguas; cuándo lo hace y en qué le beneficia esta práctica?

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         Apuntes de clases de Neumatología del profesor Rvdo. David King, Seminario Teológico De La Gracia, Chile, noviembre de 2008.

 

sábado, noviembre 04, 2017

EL AMOR DE JESÚS ES PACIENTE


AMIGOS DE JESÚS
Enseñanza 17
4-11-17 

© Maestra Elena Montaner

 

“1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, / 2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.”
(Efesios 4:1,2) 

“4 El amor es sufrido...”
(1 Corintios 13:4)

“Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. 
(1Corintios 13:7)

 

 

  1. ¿Qué es la paciencia?
a)      La paciencia se define comúnmente como: “La capacidad de aceptar o tolerar demoras, problemas, o sufrir sin enojarse o molestarse” Históricamente viene de la palabra Latina “patientia”, que significa sufrimiento de la cual viene la palabra “paciente”, refiriéndose a alguien que está sufriendo de estar enfermo o lesionado.

Según el filósofo Aristóteles, la paciencia nos permite sobreponernos a las emociones fuertes que nos pueda tener preparadas la vida. Se puede decir que la paciencia está ligada a la madurez mental, con una actitud respetuosa y educada hacia los demás. 

b)      Según la Biblia paciencia es parte de los frutos del Espíritu.

Gálatas 5: 22,23
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”  

Nos interesa saber cómo hacemos para saber enfrentar todo tipo de situaciones con paciencia, como lo hace Jesús la mayor parte del tiempo.  El Señor  es tardo  para la ira sin embargo podemos ver que Jesús experimentó gran emoción e  ira en algunas situaciones complicadas. 

Juan 2:13-22

“Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén,
y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.
Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas;
y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado.”

Ese enojo de Jesús era santo y puro porque no perdió paciencia porque alguien lo rechazara u ofendiera sino porque sintió celo por el templo como casa de su Padre.

Eso podemos comprobarlo en Juan 2:17
“Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.”

Podemos decir que el  celo se define como “interés ardiente y activo por una causa o persona”.

A veces podemos perder la paciencia momentáneamente enojándonos por el celo que sentimos por la causa de Cristo. Es un enojo que proviene del sufrimiento que sentimos no por nosotros mismos como cristianos sino por Cristo, si vemos que es ofendido, ignorado o mal interpretado.

Sin embargo, debemos auto controlarnos. Esto lo podemos ver en:

Efesios 4:26
“Airaos, pero no pequéis. No se ponga el sol sobre vuestro enojo.” 

2.      Aprendamos a  ser pacientes desde el amor. 

Efesios 4:2
“Sean humildes, amables y pacientes, y con amor dense apoyo los unos a los otros.” 

El amor es la clave. Podemos aprender a ser más pacientes observando cómo el Señor nos ama y es tan paciente con nosotros.

La Biblia relata que Dios es Amor. 

1 Juan 4:8
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” 

Dios entonces nos ama y es paciente con nosotros, aunque también nos corrige, pero esto no es porque Él no tenga paciencia, la tiene, pero un Padre que ama sabe corregir o castigar a sus hijos cuando corresponda. 

El que no ama no es paciente. No logra soportar o tolerar o sufrir a los otros. Esto se puede  observar mejor en  la convivencia diaria.

¿Cómo hacemos para sufrir a alguien, o soportar a alguien sin perder la paciencia? 

Jesús puede sufrir a los otros y no perder la paciencia, pero si enojarse y amonestar. Su paciencia era sostenida en la fe en Dios su Padre y  esperanza y confianza en sus discípulos, sabía que ellos un día demostrarían al mundo quienes eran. 

Lucas 9:38-42
“Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo;  y sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta de él.  Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.  Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá a tu hijo. Y mientras se acercaba el muchacho, el demonio le derribó y le sacudió con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre.”

Jesús pudo continuar soportando a sus discípulos mientras estos aprendían con Él.  

El amor se apoya en dos pilares que lo definen a la perfección. Esos pilares son la paciencia y la bondad. Solo el amor nos inspirará a transformarnos en personas pacientes.
 

3.      La paciencia está asociada a la espera. 

La paciencia es una virtud que nos ayuda a soportar situaciones desagradables sin estallar. Es una virtud que nos indica qué debemos esperar, tolerar y aguantar. Aquella persona con paciencia es una persona paciente. 

Si bien Jesús se enojó pero nunca perdió la paciencia. Fue paciente porque soportó.

Si un discípulo no obedece a su tutor, este debe tener paciencia con él y saber esperar sus cambios, sin embargo si puede reprenderlo y corregirlo, si Jesús lo hizo el tutor también puede hacerlo para que el discípulo pueda llegar a ser como él. 

La paciencia no es una virtud fácil de desarrollar hoy en día porque, por empezar, las tareas y obligaciones de los individuos han cambiado y se han vuelto estresantes y difíciles. 

También se afirma que la paciencia debe existir cuando las cosas salen mal, son lentas y tardan en ejecutarse, por lo tanto, la paciencia y la perseverancia van de la mano. Uno debe ser paciente y perseverante para poder lograr sus objetivos. 

Cuando no somos pacientes, es decir, somos impacientes porque no somos capaces de soportar algo en el tiempo y nos frustramos. Esto puede producir estrés y depresión. A veces pensamos que hemos encontrado lo que buscamos, pero si vemos que las cosas no son como lo habíamos pensado, abandonamos y lo hacemos  frustrados. 

A veces el Señor se demora en contestar nuestras oraciones, pero nosotros lo amamos y entonces esperamos con paciencia confiando en que Él un día nos concederá lo que le pedimos.
 

4.      La paciencia es una virtud probada. 

Si decimos que tenemos paciencia debemos demostrarlo, probarlo como lo hizo Jesús.

 Jesús demuestra su paciencia con Marta. Marta estaba muy atareada en la cocina preparando la comida, la mesa, lavando los platos... Marta tenía mucho trabajo en la cocina y su hermana María no venía a ayudarla.  

Lucas 10:40,41

Marta se enfada y va a Jesús y le dice: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude” 

 ¿Y qué le dice Jesús? ¿Qué espera Jesús de Marta? Jesús espera que Marta esté sentada a sus pies, como su hermana María, escuchando al Maestro. Pero Marta está en la cocina, en lugar de estar con Jesús. Jesús no le “echa una bronca” sino que le responde con paciencia diciéndole: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada”. 

En 1ª Pedro 1:6

Dice a quienes se encuentran en una situación de sufrimiento: “Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas”

Es decir, la esperanza en la gracia del Señor, aceptando la Verdad de Cristo es asegurarse una vida paciente, plena del amor del Señor sabiendo esperar las soluciones que Él quiera brindarnos según su voluntad.

 

CONCLUSIONES: 

1.      La  paciencia es una virtud que debemos desarrollar con la ayuda del amor de Dios. 

2.      Si amamos tendremos paciencia con el otro, pero si este no quiere aprender, entonces podemos corregirlo, pero seguiremos teniendo paciencia para esperar su cambio. 

3.      Tener paciencia es saber esperar o no perder la esperanza del cumplimiento de las cosas que esperamos. 

4.      Tener paciencia significa que tenemos una  alta tolerancia a la frustración, cuando no logramos lo que queremos. Esto es, perseveraremos en lo que queremos con paciencia sabiendo que si seguimos lo conseguiremos porque tenemos confianza en Dios que nos fortalece.

 

 

domingo, octubre 29, 2017

MÁS QUE INDULGENCIAS.


LA FE REFORMADA.
TEMA V
 
© Pastor Iván Tapia 

Lectura bíblica: “17 Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. / 18 Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. / 19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. / 20 Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. / 21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? / 22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? / 23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? / 24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. / 25 Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios. / 26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas.” (San Lucas 5:17-26 

Idea central: Modo de recibir el perdón Divino. 

Objetivos: a) Comprender y valorar el perdón como la experiencia espiritual más grande que recibimos de Dios; b) Comprender los mecanismos que obran para que recibamos el perdón de Dios; c) Confesar nuestros pecados a Dios; d) Creer en Jesús para recibir Su perdón; e) Tener un genuino arrepentimiento; y f) Perdonar a los que nos han ofendido y pedir perdón a los que hemos dañado. 

Resumen: Las indulgencias fue hace siglos un negocio de la Iglesia, escándalo que provocó una grave división en ella. El tema del perdón de Dios es una doctrina que la Reforma fundamenta sólo en el acto redentor de Jesucristo. El perdón de los pecados por medio de la sangre que Jesús, el Salvador, derramó en la cruz es la doctrina de la justificación. Recibimos el perdón de Dios confesando nuestros pecados, creyendo en Jesús, arrepintiéndonos y ejerciendo el perdón el resto de la vida.
 

E
l 31 de octubre de 1517, Martín Lutero colgó en la puerta de la catedral de Wittenberg, en Alemania, un cartel que exponía para la discusión teológica del pueblo, sus “95 tesis sobre el poder y la eficacia de las indulgencias”. Se llamaba “indulgencia” al perdón de los pecados concedido por la Iglesia de ese entonces. Con esta acción, que trajo repercusiones inimaginables al cristianismo y toda la sociedad, se inició el movimiento de Reforma que se extendió por toda Europa para denunciar la corrupción y ambición de la élite religiosa, encabezada por el Papa León X, que utilizaba un sistema comercial de limosnas a cambio de indulgencias y una supuesta libre entrada al Paraíso. 

Siempre ha habido en el ser humano un anhelo de indulgencia o perdón. El deseo o necesidad de ser perdonados surge del sentimiento de culpa en la conciencia. Sentimos culpa porque conocemos la Ley de Dios, Su voluntad, y cuando pecamos nuestra conciencia nos acusa de pecado. Mayormente si tenemos el Espíritu Santo: 1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo” (Romanos 9:1). El Espíritu Santo muchas veces acusa de pecado: “7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. / 8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” (San Juan 16:7,8). 

Toca al ser humano reconocer su pecado y arrepentirse: “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.” (San Marcos 1:4). Juan el Bautista tuvo esa misión: Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados” (San Lucas 1:77).  

Nuestro primer deber es arrepentirnos ante Dios y pedirle perdón, pero también debemos pedir perdón y perdonar a nuestro prójimo, como lo expresamos en la oración: Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” (San Mateo 6:12) 

Hasta aquí, cualquier religión humana puede ser fuente de un perdón consolador y de buena convivencia, lo que no asegura la completa eliminación de la culpa del alma del pecador. Una persona puede comportarse en forma socialmente aceptable pero ese conjunto de buenas obras no aseguran su perdón eterno y auto engañarse. Otra puede comportarse mal y no tener conciencia de ello. No podemos basar el perdón en sentimientos o sensaciones personales; no podemos basar el perdón en la persona humana.  

El ser humano es pecador, está contaminado y manchado por el pecado. Tal suciedad debe ser borrada de él. Hay sólo una forma de borrar el pecado. La Reforma del siglo XVI rescató el mensaje puro del Evangelio, el cual estaba cautivo de una religiosidad basada en obras, sacramentos, ídolos y todo tipo de tradiciones humanas, para mostrarnos nuevamente el camino que Dios había revelado originalmente en Cristo. Se basó en cuatro simples principios: 1) Sólo Cristo, 2) Sólo Escritura, 3) Sólo fe, y 4) Sólo Gracia. 

De la lectura bíblica que encabeza esta lección podemos obtener varias conclusiones: 

1)      Jesucristo tiene el poder del Señor: “y el poder del Señor estaba con él para sanar” (verso 17
2)      Jesucristo es movido a misericordia con la fe sencilla del pueblo: “Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados” (verso 20)
3)      Jesucristo puede perdonar pecados: “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (verso 24)
4)      Jesucristo puede sanar: “Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios” (verso 25)
5)      Jesucristo nos hace caminar correctamente: “¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?” (verso 23)
6)      Jesucristo convierte las vidas: “se fue a su casa, glorificando a Dios” (verso 25)
7)      Jesucristo hace maravillas: “decían: Hoy hemos visto maravillas” (verso 26) 

Cuando Jesucristo llamó al Apóstol le expresó el plan que tenía para él, como también cuál es Su propósito para con todos los que escuchemos Su Evangelio: “15 Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. / 16 Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, / 17 librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, / 18 para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.” (Hechos 26:15-18) 

El propósito de Jesucristo es que los evangelizados reciban:
a)      Por la fe en Él
b)      Perdón de pecados
c)      Herencia entre los santificados 

El perdón es crucial en el mensaje del Evangelio. 

¿Cómo recibimos el perdón de Dios? 

1. Confesando nuestros pecados.

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9 

Es imprescindible para acercarnos a un Dios pleno en santidad, limpiarnos de todo pecado y para tal cosa hay que reconocerse pecador. Confesarnos pecadores, reconocer que hay en nosotros pensamientos, sentimientos y acciones reñidas con la voluntad de Dios, es el primer paso para alcanzar el perdón, que no es otra cosa que la limpieza de la conciencia. 

Dios es fiel, Él no nos abandonará a menos que nada queramos con Él. La fidelidad de Dios, creador del ser humano, está basada en Su gran amor. Jamás dejará de amar Dios a Sus criaturas. Por eso también actuará con justicia y si acudimos a Su Gracia Divina, aplicará Su justicia, la cual está en Cristo. 

Si confesamos nuestros pecados, el Señor nos limpiará y ayudará con Su Espíritu Santo a no seguir cometiéndolos. 

Recibimos el perdón de Dios confesando nuestros pecados.  

2. Creyendo en Jesús.

Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre.” (1 Juan 2:12)

Con gran amor de pastor, el apóstol Juan, amado del Señor, nos recuerda que nos han sido perdonados todos los pecados en el nombre de Jesús. Al adquirir la ciudadanía del Reino de Dios, que es un reino de amor, podemos disfrutar de completo perdón. Esto significa que Dios olvida cada falta cometida, sólo ve a Cristo en el corazón del creyente, ve a Su Hijo Amado y eso le llena de gozo. ¿Acaso no fuimos trasladados del reino de tinieblas al Reino de Su amado Hijo? (Colosenses 1:13) 

Los profetas del Antiguo Testamento anunciaron de muchas maneras al Mesías, las circunstancias de su venida, Sus hechos y obra en los que creerían en Él; como serían perdonados de sus pecados en Su nombre: De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” (Hechos 10:43) Así Isaías profetizó: “12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.” (Isaías 53:12 

El Padre exaltó a Jesucristo como Señor y Salvador de la Humanidad. Un nuevo pueblo se uniría al Israel escogido por Dios, los gentiles arrepentidos y convertidos a Jesús: A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.” (Hechos 5:31). 

La “justificación” es el acto por el cual Dios perdona los pecados de los creyentes, declarándolos justos al imputar la obediencia y justicia de Cristo a ellos, por medio de la fe: “9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: / 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. / 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; / 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. / 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. / 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.”  (San Lucas 18:9-14)

Recibimos el perdón de Dios creyendo en Jesús como Salvador.  

3. Arrepintiéndonos de nuestro pecado.

Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón” (Hechos 8:22) 

Arrepentimiento no es sólo dolor por haber ofendido la santidad de Dios, sino también: a) Un cambio de actitud rebelde a la de obediencia; b) Sumisión a Cristo, expresada en sujeción a Su Cuerpo, la Iglesia; c) Un traslado del reino de tinieblas al Reino de Dios; y d) Comenzar a vivir una vida Cristocéntrica, dejando el egocentrismo. En otras palabras, arrepentimiento es una actitud del corazón, una voluntad de cambiar ante el Señor.  

El bautismo es una acción que se desprende de este cambio interno, sacramento enseñado por Jesús y los apóstoles como señal de conversión: Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38) Por el bautismo no son perdonados nuestros pecados, pero sí por nuestra actitud de arrepentimiento y fe. 

Recibimos el perdón de Dios arrepintiéndonos del pecado.  

4. Perdonando al prójimo.

 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.” (San Mateo 18:35) 

El perdón es una exigencia del Padre. Hay un aspecto que muchas veces se olvida en lo que se refiere al perdón concedido por Dios. Lo enfocamos nada más que como una relación de dos; el cristiano y Dios. Sin embargo Él está pendiente de la relación que tenemos con el prójimo, sean familia, amigos, compañeros de labor, vecinos, enemigos, oponentes, etc. Sobre estas relaciones Dios nos pide que gobierne el perdón. ¿Cómo pretenderemos Su perdón si no hemos perdonados a otras criaturas amadas por Él? Si no perdonamos las ofensas del prójimo, de los “semejantes” o de los hermanos, al Padre no le complacerá perdonarnos.  

Muchas veces queremos el perdón de Dios y no hemos perdonado a alguien por algo que tal vez no es tan grave, comparado con los pecados que llevamos a cuestas. 

Es necesario aprender a perdonar para ser perdonados: Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. / Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.” (San Marcos 11:25,26). Jesús nos dejó lección de ello cuando oró así al Padre: Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.” (San Lucas 23:34) 

Recibimos el perdón de Dios perdonando al prójimo que nos ha dañado y también pidiéndole perdón si les hemos ofendido.  

CONCLUSIÓN.

No hay experiencia espiritual más grande que recibir el perdón de la máxima autoridad del universo: “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.” (Romanos 4:7). Recibimos el perdón de Dios: 1) Confesando nuestros pecados; 2) Creyendo en Jesús; 3) Arrepintiéndonos de nuestro pecado; y 4) Perdonando al prójimo.

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué  tesis clavaría usted en las puertas de la Iglesia de hoy?
2)      ¿Qué repercusiones tiene la doctrina cristiana hoy día en la sociedad secular?
3)      ¿Puede un cristiano vivir con culpas?
4)      ¿Qué papel cumple la Ley en la vida cristiana?
5)      ¿Por qué a Dios le interesa que perdonemos al prójimo?
6)      ¿Debe un discípulo pedir perdón al prójimo?
7)      ¿Cuál fue la misión de Juan el Bautista?
8)      ¿Qué obras aseguran nuestro perdón eterno?
9)      ¿Cómo se borra ante Dios la mancha del pecado?
10)   ¿Cuáles fueron los cuatro principios de la Reforma?
11)  ¿Qué rol juega el perdón en el mensaje del Evangelio?
12)  ¿Hace usted periódicamente un examen de conciencia para pedir perdón a Dios?
13)  ¿Qué debemos a Jesús en el perdón que el Padre nos ha dado a los creyentes?
14)  ¿Cómo entiende usted el arrepentimiento?
15)  ¿Cuándo no debemos perdonar a nuestro prójimo?
16)  ¿Cuándo es necesario pedir perdón a los que hemos ofendido? 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.