domingo, septiembre 10, 2017

PARADOJAS DEL EVANGELIO.


"Aire y agua" Paradoja visual de Escher

© Pastor Iván Tapia Contardo

Lectura bíblica: “1 En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? / 2 Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, / 3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. / 4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. / 5 Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.” (San Mateo 18:1-5) 

Idea central: Las paradojas del Evangelio. 

Objetivos: a) Comprender el uso que dio Jesús a la paradoja; b) Meditar las paradojas de Jesús y abrirse a Su Verdad; c) Comprender que debemos tener más de Dios para recibir más; 2) Comprender y experimentar la paradoja evangélica de morir para vivir; y 3) Comprender, asimilar y vivir la paradoja de aborrecer para ser aceptado, poniendo en primerísimo lugar a Jesucristo. 

Resumen: La vida cristiana está llena de paradojas como lo está la Biblia y el Evangelio. El Maestro se empeñó en presentar Su Verdad en forma paradojal, aparentemente absurda y contradictoria, para hacernos reflexionar sobre la vida eterna, la salvación y el amor verdadero. Pongamos atención a las paradojas del Evangelio y encontraremos su verdadero sentido. 

 
Todos hemos escuchado frases como estas: “Si quieres paz prepárate para la guerra”; “Sólo sé que nada sé”; “Seamos realistas, pidamos lo imposible”; “Prohibido prohibir”; “Es de mala suerte ser supersticioso”; “Todos somos iguales, pero unos más iguales que otros”. Son frases que utilizan ideas contradictorias pero encierran una verdad. Es lo que se llama “paradoja”.  

La palabra “paradoja” deriva del latín “paradoxa” que significa “lo contrario a la opinión común”. Es una idea extraña opuesta a lo considerado por todos como verdadero. En la retórica o arte de hablar y persuadir, cosa que nuestro Maestro dominaba, la paradoja es una figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que implican contradicción, como cuando asegura: “todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (San Lucas 9:23). Las paradojas estimulan la reflexión y sirven para revelar lo complejo que es la vida. 

En la paradoja se niega lo mismo que se afirma: “el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.” (San Lucas 9:48). Es una idea extraña opuesta a lo que se considera verdadero, es una proposición que implica una contradicción lógica pero que pretende transmitir una verdad superior. 

Las verdades reveladas por Dios son tan prolíficas en paradojas que la Biblia parece llena de contradicciones. Por un lado se nos dice que Jesucristo lo hizo todo por nosotros: “18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3:18). Y por otro lado se nos insta a ocuparnos en nuestra salvación: “12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, / 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:12,13) 

Una de las paradojas más llamativas es la de fe y obras: “8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; / 9 no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8,9) y “23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. / 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.” (Santiago 2:23,24) 

Con frecuencia es necesario presentar la Verdad a la mente humana mediante declaraciones que aparentan estar en contradicción, es decir mediante paradojas. Es lo que hizo Jesucristo para conmover, remecer, penetrar y cambiar la mente de sus oyentes. En la enseñanza de Jesús es frecuente el uso de la paradoja. Algunos ejemplos: “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”; “Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos”; “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?”; “¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!”; “Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.” 

¿Cuáles son las paradojas más relevantes del Evangelio?
 

1. Tener para recibir más.

“12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.” (San Mateo 13:12) 

El Señor dijo estas palabras cuando hablaba sobre el propósito de las parábolas. Nada más contradictorio que esto: 10 Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.  / 11 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas;  / 12 para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.” (San Marcos 4:10-12) 

Cualquier persona con sentido común pensaría que todo maestro desea que sus oyentes y discípulos le entiendan, sin embargo este Maestro afirma lo contrario: “9 Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola? / 10 Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.” (San Lucas 8:9,10) 

También señaló: “13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.  / 14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: (San Mateo 13:13-15 

Estos tres textos se originan en una pregunta que hacen los discípulos a Jesús, después que Él les contara la parábola del sembrador: ¿Qué significa esta parábola? La respuesta del Maestro contiene varias afirmaciones:

a)      A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas. La revelación de la Verdad es sólo para discípulos. Los demás son privados de esa Verdad.

b)      Para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Las parábolas serán entendidas sólo por los escogidos.

c)      Que se cumple en ellos la profecía de Isaías. La falta de entendimiento de los no escogidos es el cumplimiento de la profecía.

d)     Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos. No se da a conocer la Verdad a los de duro corazón, que tienen oídos y ojos espirituales cerrados. 

La paradoja es que el conocimiento se dará al que tiene más, y al que tiene menos le será quitado. Sólo aquellos que aman la Verdad, merecen tenerla. Por eso el Maestro enseña en parábolas. El de corazón humilde podrá recibirla, el soberbio no la comprenderá y la rechazará. Es contradictorio que un maestro no desee que todos aprendan y esconda la Verdad a algunos, pero esa es la realidad de la espiritualidad. Hasta parece injusto que al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado, pero finalmente es muy justo y razonable. Meditemos en ello.
 

2. Morir para vivir.

24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. / 25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. / 26 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (San Mateo 16:24-26)    

Estas palabras Jesús las dijo luego del incidente en que Pedro le reconviene porque Él le anunció “a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.” El Señor le reprende: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” Como cualquier ser humano normal, Pedro considera que lo primero es salvar la propia vida: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca”.  

Es entonces que Jesús planta este principio tan contradictorio: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.” (San Marcos 8:35). Para salvar la vida (se refiere a la vida eterna) hay que perder la vida (la vida terrenal). En el fondo la paradoja no es tal, pues se refiere a dos tipos de vida diferentes.  

Este morir puede implicar la muerte física, el martirio por causa de la fe en Jesucristo; pero en realidad este morir se inicia en el momento en que entregamos la vida al Señor. Desde aquel instante Jesús se apropia de nosotros, instala Su Espíritu Santo en el interior del cristiano y comienza a gobernarlo. Una ratificación de esto es el bautismo, sacramento que instituyó Jesús cuando dijo: “19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (San Mateo 28:19). En el bautismo muere el viejo hombre para nacer Cristo en nosotros. De allí en adelante, la vida cristiana será un continuo morir al pecado, a los deseos de la carne, al mundo, a los legalismos, al diablo, para obedecer sólo a Jesús:  

“1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.  / 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. / 5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:1-5) 

Una paradoja de la vida cristiana es que morimos al yo para vivir eternamente en Otro que es Cristo. No es fácil entender y aceptar esta verdad, ya que todos deseamos ser nosotros mismos y disfrutar de la vida. Hoy el disfrute es vivir la vida de Cristo y para eso tengo que morir; la cruz no es solamente para Jesucristo, también es para el cristiano: “20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20). Otra paradoja es que viéndonos vivos (en la carne), en verdad estamos muertos (al viejo hombre); y que pareciendo muertos (por nuestro modo de vivir y pensar), en verdad estamos vivos (en Cristo y para eternidad). 

San Juan lo expresa de otra forma, pero con igual significado: “25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” (San Juan 12:25). Si me apego a la vida en este mundo, a mis deseos temporales, perderé la vida eterna; sin embargo si renuncio a la vida en este mundo, ganaré la vida eterna, que es la vida con Cristo. Es mejor perder aquí para ganar en la eternidad, que ganar aquí para perder eternamente.
 

3. Aborrecer para ser aceptado.

“26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” (San Lucas 14:26) 

De inmediato llama la atención la palabra “aborrecer” que significa odiar, detestar, rechazar, lo cual contradice totalmente el mensaje de amor de Jesús. Él mismo dijo: “19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (San Mateo 19:19) y en la cruz se preocupó por Su madre, encomendándosela a Juan. Por tanto no está enseñando el desprecio por la familia.  

Algunos comentaristas aluden al significado griego de la palabra original “miseo”, que efectivamente significa odio, pero que para ellos es “odiar menos”, como en el caso de Jacob: “30 Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.” (Génesis 29:30). Pero Jesús usó esa palabra tan dura, “aborrecer”, efectivamente, pero no para indicar que debemos odiar a la familia sino que es un modo de decir en su tiempo y cultura, un “hebraísmo”. Si tomamos la frase en forma literal, encontramos en ella una completa contradicción. 

Los judíos usaban las palabras “amar” y “aborrecer” u “odiar”, para expresar una preferencia entre dos cosas. Por ejemplo: “13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.” (Romanos 9:13). Debemos comprender: “Preferí a Jacob”. El texto queda más claro en el Evangelio de Mateo: “37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (San Mateo 10:37). Dios quiere el privilegio del amor mayor por sobre el amor filial, conyugal y de cualquier tipo de amor humano. Jesucristo, como Hijo de Dios, nos exige la misma devoción.  

Un día Pedro quiso aclararle al Maestro su devoción: 28 Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. / 29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, / 30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.(San Marcos 10:28-30) El discípulo renuncia a todo y recibe mucho más; recibe una nueva familia, la familia de Dios y la vida eterna con Cristo. 

Volvamos al texto inicial y consideremos el verso siguiente: 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. / 27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” (San Lucas 14:26,27). Siempre la cruz fue y será, como la horca, la guillotina o la silla eléctrica, un instrumento de muerte, dolor y vergüenza. Por tanto escoger entre Jesucristo y la familia es algo grave. En los tiempos de los apóstoles primeros era algo tan incomprensible para la familia del cristiano que éste escogiera el camino de la muerte, el dolor y la vergüenza, como hoy lo sigue siendo para muchas familias de cristianos que no pueden comprender nuestra opción. Cada vez en que, por causa de Cristo, dejamos de participar con la familia, somos probados. Es muy claro: “37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (San Mateo 10:37) 

Las palabras de la esposa de Job no son muy anacrónicas para muchos cristianos que hoy viven la incomprensión y rechazo de sus familias, por causa de su fe en Cristo: “9 Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.” (Job 2:9) 

La paradoja de “aborrecer” a la familia para amar a Dios significa poner en primer lugar al Señor y en segundo lugar a la familia en nuestro corazón. De lo contrario la familia se convierte en un ídolo, lo que a Dios no agrada. Amaremos a nuestra familia con el amor misericordioso y comprensivo de Jesús, pero no permitiremos que ella se interponga entre nosotros y el Señor de Señores, nuestro Salvador.


CONCLUSIÓN.
La paradoja es una figura retórica y literaria consistente en una afirmación aparentemente absurda (para=contra, doxa=opinión), pero que al meditarla encierra una verdad. El Maestro Jesús la utilizó en innumerables ocasiones. Destacan tres de ellas: 1) Tener para recibir más, “a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más”; 2) Morir para vivir, todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.”; y 3) Aborrecer para ser aceptado, “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre... no puede ser mi discípulo.”
 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué diferencia hay entre una parábola y una paradoja?
2)      Invente una frase paradojal con las ideas de luz y oscuridad.
3)      ¿Cómo entiende la paradoja que dice “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.”?
4)      ¿Qué doctrinas cristianas son paradojales?
5)     ¿Qué paradojas debemos entender si queremos crecer como cristianos y ayudar a otros a crecer?
6)      ¿Por qué se dice que si queremos vivir, debemos morir?
7)      ¿Qué nos aconseja el mundo para bien vivir y qué nos aconseja la Iglesia?
8)      ¿Cómo podemos luchar contra el pecado y al mismo tiempo descansar en Dios?
9)      ¿Cuál es a su juicio la mayor paradoja de la vida cristiana?
10)  ¿Debo trabajar cada día hasta quedar exhausto o sentarme y esperar a que Jesús me levante?
11)  ¿Por qué es bueno meditar acerca de la tumba vacía de Jesucristo?
12)  ¿Para qué nos ha dado Dios el Espíritu Santo?
13)  ¿Cómo podemos “vivir muriendo”?
14)  ¿Cómo podemos “descansar luchando”? 
 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

  • Reina, Casiodoro de (1960). “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
  • MacArthur, John. (2011). “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
  • (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
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  • “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
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  • Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
  • Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
  • (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
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  • http://www.liferesearchinternational.org/esp/artigos/2-1.html
  • http://elpregonerolatino.com/iniciar/tenemos-que-aborrecer-a-nuestra-familia-por-cristo
  • Lund, Dr. E. (1970) “Hermenéutica, Reglas de Interpretación de las Sagradas Escrituras” Miami, Florida: Editorial Vida