domingo, marzo 04, 2018

LA HUMILDAD DE JESÚS.

AMIGOS DE JESÚS
Enseñanza 21

 
© Maestra Elena Montaner 

“... el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece” 
1 Corintios 13:4 

La envidia es el sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee. Es el pecado consistente en la tristeza por el bien ajeno en cuanto que rebaja nuestra gloria y excelencia. De la envidia proceden el odio, la murmuración, la difamación, el gozo en las adversidades del prójimo y la tristeza en su prosperidad.  

A la envidia se opone la humildad, virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. El término proviene del vocablo latino humilitas. 

Humildad es sumisión, rendimiento. Si soy humilde me rindo a Dios, acato su Palabra, creo a lo que Él me dice y obedezco. La palabra "humildad" viene de humus, humi, que significa "tierra". La persona humilde es la que clava los ojos en el suelo, demostrando docilidad y abnegación.  

Lo contrario de la humildad es el orgullo, estar hinchados de amor propio y vanidad. Orgullo deriva de orgao, que significa estar hinchado. Los orgullosos son unos inflatos, decía Agustín de Hipona. "El orgullo es uno de los muchos harapos con que cubren sus llagas la soberbia y el egoísmo" (Roque Barcia). 

Ser humilde es también tener una justa apreciación de sí mismo, no tener un mayor concepto de lo que se es; es tener el sentir que tuvo Jesús.

“Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo.” (Juan 13:15 

“Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová (Proverbios 22:4) 

Dicho lo anterior, podemos exponer algunos aspectos de la Humildad del Señor Jesús: 

  1. Su encarnación:
Dice la Escritura en  Juan 1: 1, 14: "En el principio de todas las cosas era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios…(verso 14)Aquella Palabra se hizo hombre, y como hombre vivió entre nosotros con plenitud de gracia y de verdad. Y fuimos testigos de su gloria, la gloria que pertenece al Hijo único de Dios Padre." 

La Humildad llevada a un nivel sublime  por parte de Dios al hacerse hombre. Podemos ver a ese niño siendo Dios y Rey de todo el Universo naciendo no en cuna de oro sino en un establo, sin ninguna comodidad, en medio de corderos, vacas y asnos. Solo Dios en su inmenso Amor por el ser humano podía hacer este milagro, Amor en condición extrema de Humildad. 

Y Pese a ser perfecto, pasaría la primera etapa de su vida sujeto a padres humanos imperfectos ¡Qué humildad! 

2.     Obediente hasta morir:

Filipenses 2:6-8: “quien, siendo por naturaleza Dios, no trató de aferrarse al hecho de ser igual a Dios, /sino que se vació de sí mismo y se redujo a la condición de un esclavo haciéndose igual a los hombres. /Y en su calidad humana se humilló todavía más, pues se hizo obediente hasta la muerte, la ignominiosa muerte en la cruz.”

¿Quién de nosotros sería capaz de humillarse de esa manera? Se requiere una Humildad a toda prueba, una Humildad real, verdadera, no fingida. A veces decimos que debemos ser humildes y nos disponemos a hacerlo creyendo que es real en nosotros ¿cómo puede convivir la Humildad con el Orgullo al mismo tiempo, o con la soberbia?

Algunos piensan que los dones espirituales exaltan a la persona que los posee y por eso buscan desarrollarlos, pero lo cierto es que el que recibe dones espirituales tiene que humillarse más, crucificar más la carne y entregarse más a Dios. Dios no da dones espirituales para promover nuestras propias metas y aspiraciones, dice la palabra de Dios en 1 Pedro 5:6: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.” 

3.     Jesús aceptó la Misión.

Imaginemos que nos llaman para cumplir una Misión que implica sacrificios diversos, dolores, sufrimiento, tristeza, etc. sin recibir nada a cambio sino solo dolor y martirio ¿estaríamos dispuestos? Y sobre todo ¿dispuestos a obedecer las instrucciones y mandatos que implica tal misión? Jesús lo hizo. Y como Dios y al mismo tiempo como Hijo unigénito de Dios aceptó la misión. ¿Por qué? Porque era humilde. Sabía que iba a ser torturado hasta morir en la cruz siendo inocente, pero lo que hizo fue asumir la culpa de todos  nosotros y recibir el castigo de muerte. Dice Jesús en Juan 6:38: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.”

De su palabra se desprende obviamente que para que obedezcamos la santa voluntad de Dios tenemos que pedir se nos otorgue Humildad. Ser humilde bajando la  cabeza, inclinándonos frente a Él y aceptando obedientemente su voluntad en nuestras vidas. Curiosamente esto no nos hace sufrir, sino que podemos aprender a obedecer con gozo, paciencia y mansedumbre. 

4.     Todo el reconocimiento era hacia su Padre.

Marcos 10:17,18.: “Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? /Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. 

Juan 7:15,16 “Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?  /Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.  

Durante toda su vida como hombre  Jesús demostró su total humildad. Él demostró esta virtud al dar siempre la alabanza y gloria a su Padre. Aunque a veces lo elogiaban por la sabiduría de sus palabras, el poder de sus milagros e incluso por la bondad de su carácter, Jesús se negó en todo momento a aceptar esa gloria y la dirigió a su Padre. 

5.     Tuvo un trato humilde con las personas:

Mateo 20:28 “…como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” 

Jesús manifestó humildad en el trato con otras personas. De hecho, dejó muy claro que no había venido a la Tierra para que le sirvieran, sino para servir Su trato amoroso y razonable demostraba lo humilde que era. Cuando sus discípulos le fallaron, no los regañó, sino que siguió esforzándose por llegarles al corazón El día que las multitudes le impidieron retirarse a descansar, no las despidió, sino que sacrificó su descanso y les enseñó “muchas cosas” como dice en Marcos 6:34 “Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.” 

6.     El lavado de pies en el Aposento Alto.

Juan 13:3-5 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, /se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. /Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.”

No es difícil imaginar la escena, la que ha sido reproducida en películas o en pinturas, vemos a Jesús inclinarse o arrodillarse frente a cada uno de sus discípulos para lavarles los pies. También imaginemos que llegamos de visita a un lugar y que el dueño de casa se inclina frente a nosotros y nos lava los pies...de seguro nos costaría  mucho aceptar, y menos hacerlo nosotros  a otros.

Jesús en esta acto no solamente les está enseñando a sus discípulos sino también a nosotros. No es que literalmente les lavemos los pies a las personas, sino es el acto de servicio al prójimo renunciando a nuestras propias comodidades. Les dijo lo siguiente: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. /Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. /De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 
(Juan 13:12-16) 

  1. Un poco menor que los ángeles
Hebreos 2:9 dice que Jesús fue hecho un poco menor que los ángeles. Al momento de la encarnación de Dios, se encontró en una posición de sumisión/obediencia/sometimiento. Sabemos que los ángeles cuentan con más poder y habilidades mentales que los seres humanos, de ahí que Dios, al hacerse hombre, fue hecho un poco menor que ellos; esto es, no se encontraba ejerciendo Su Señorío sobre toda la creación en unión con el Padre y el Espíritu Santo. O sea, Dios, en la Persona de Jesús, estaba operando, caminando, hablando, viviendo y actuando como un simple hombre sujeto a la Ley.  

Son innumerables los actos de humildad de Jesús, que podemos verlos en la Biblia. La entrada a Jerusalén en un asno siendo Rey, el trato humilde para enseñar a sus discípulos, el trato humilde a todo tipo de personas, como aceptar comer con prostitutas, pescadores y cobradores de impuestos, etc. Es la perfecta Humildad, virtud que Dios quiere que tengamos. 

Conclusiones: 

1.      El mayor acto de humildad de Jesús al cumplir su misión como hombre despojándose de casi toda su deidad. Permitiendo ser torturado y colgado en una cruz hasta morir con dolor y sufrimiento en el alma. Una prueba de la perfecta Humildad de Dios, personificada en Jesús.

2.      La demostración constante de humildad destinada a enseñarla a sus discípulos y también a nosotros, que somos los privilegiados porque nos reemplazó en el castigo que deberíamos recibir nosotros y en  cambio fuimos perdonados y lavados de todo pecado del pasado, presente y futuro, por su acto de amor en muerte de cruz.

3.      La humildad presente de Jesús que está siempre dispuesto a aceptarnos tal como somos. Dios ama a toda criatura y no hace acepción de personas. Es una virtud propia de su Amor y Misericordia eternos.

UNA FAMILIA ALEGRE.


LA CASA DEL PAN
REFLEXIÓN Nº7 

© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.” (Salmos 43:4) 

Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.” (Salmos 66:1) 

Idea central: Los cristianos somos personas alegres. 

Objetivos: a) Comprender y valorar la alegría como una de las principales características de la familia cristiana; b) Comprender que el origen de la alegría verdadera está en Dios; c) Entender y valorar a Dios como un Dios alegre; d) Comprender y valorar la salvación como una razón de nuestra alegría; e) Comprender que el Señor desea un culto alegre y gozoso; f) Aprender a alegrarse con la creación de Dios. 

Resumen: La familia cristiana está constituida por una mayoría de miembros convertidos, caracterizada entre otras cosas por su alegría. Este gozo se origina en Dios y en la salvación recibida de Cristo, se expresa en el culto Divino y en la armonía con la creación.
 

L
as familias deben regocijarse juntas delante de Dios. Ordena el Antiguo Testamento: “y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia.” (Deuteronomio 14:26).  

Los primeros cristianos perseveraban unánimes cada día en el templo, y partían el pan en las casas, comiendo juntos con alegría y sencillez de corazón. Dios siempre ha satisfecho a los creyentes con el sustento y la alegría en sus corazones. Cuando hay aflicción, oramos; cuando estamos alegres cantamos alabanzas. Un día, cuando seamos llevados a la presencia de Dios, en las bodas del Cordero, como en toda boda, nos gozaremos, le daremos gloria y nos alegraremos pues seremos Su novia: Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.” (Apocalipsis 19:7) 

El salterio o himnario judío-cristiano es principalmente el libro de Salmos que contiene la Biblia. Los salmos invitan a alegrarse en Dios. De los 150 salmos, 82 hablan de la alegría, lo que equivale al 55 por ciento. La mitad del libro de los Salmos se refiere en forma positiva a la alegría. Las familias cristianas deberían tener en cuenta estos textos que estimulan la alegría en la alabanza y la adoración. 

¿Por qué la familia cristiana es alegre? 

1.      Dios es alegre.

Dios alegra el corazón de sus hijos: Tú diste alegría a mi corazón Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.” (Salmos 4:7). La alegría nace en el corazón de Dios. Él no es triste ni melancólico, Dios es una Persona alegre, feliz de ser Creador, Salvador y Vivificador. 

Por tanto los que amamos a Dios tenemos el mismo sentir que nuestro Padre Celestial y nos regocijamos con Él: “Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; En ti se regocijen los que aman tu nombre.” (Salmos 5:11) 

En el salmo de David que es una oración por la paz de Jerusalén, se canta: “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.” (Salmo 122:1). Dirigirse al templo físico erigido a Dios, acudir a la ciudad santa de Jerusalén o entrar espiritualmente en la presencia del Señor, son experiencias místicas que nos llenan de alegría espiritual, la cual preferimos llamar “gozo”. 

La fuente de la alegría es el amor, saberse amado por Dios. La expresión genuina de la alegría es la sonrisa, no la carcajada histérica. “Un santo triste es un triste santo” decía Teresa de Jesús; Francisco de Asís hablaba de la “perfecta alegría”, decía en el siglo XIII: “Guárdense de aparecer tristes, ceñudos o hipócritas, antes muéstrense contentos en el Señor, alegres y religiosamente graciosos. Como San Pablo que ordena: 4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! / 5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. / 6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. / 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:4-7) 

El Dios alegre nos invita a vivir contentos. 

2.      Dios nos salvó.

El mayor motivo de alegría de un cristiano es sin duda la salvación eterna de su alma. Sus pecados han sido perdonados, su alma ha sido limpiada por la sangre de Jesús, el Padre le ha aceptado como hijo y trasladado al Reino de Dios. Por eso canta el salmista: “Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación.” (Salmos 13:5). ¿No nos regocijaremos también nosotros, los pecadores arrepentidos, al ser aceptados por el Señor? Entonces mi alma se alegrará en Jehová; Se regocijará en su salvación.” (Salmos 35:9) 

La familia cristiana es aquella en que la mayor parte de sus miembros son convertidos. Esto es una bendición y trae gran alegría al hogar. En la familia aprendemos a vivir con alegría, dejando fuera la ira, la indiferencia y la falta de respeto; se comparten las cosas buenas y malas; se ora en unidad y se alaba a Dios con alegría: “16 Estad siempre gozosos. / 17 Orad sin cesar. / 18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. / 19 No apaguéis al Espíritu.” (1 Tesalonicenses 5:16-19) 

La alegría nace en un corazón agradecido y se expresa en una sonrisa, un abrazo, un gesto. No necesariamente es ruidosa, se manifiesta en forma sencilla. Nos alegramos por el éxito de uno de nuestros familiares, por la noticia de la llegada de un bebé, por la mejoría de un enfermo, en fin por los testimonios de Dios en nuestra comunidad, en especial por los recién convertidos: Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, Y digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea enaltecido.” (Salmos 40:16) 

El mayor motivo de alegría cristiana es la salvación. 

3.      Dios desea un culto alegre.

La alegría por el amor de Dios y todas Sus bendiciones, se expresa en alabanza y adoración. Los cristianos nos reunimos semanalmente para rendir culto al Señor y lo hacemos con alegría. Rostros adustos, tristes, molestos, graves, no son propios de cristianos que han encontrado su felicidad en el Salvador. Notemos las diferentes expresiones físicas que toma la adoración divina en el libro de Salmos: 

a)       “Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.” (Salmos 30:11) Danzas para Dios. 

b)       “Alegraos en Jehová y gozaos, justos; Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.” (Salmos 32:11) Cantos llenos de júbilo o viva alegría para Dios. 

c)       “Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, Y digan siempre: Sea exaltado Jehová, Que ama la paz de su siervo.” (Salmos 35:27) Exaltación a Dios. 

d)       “Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío. Aclamar, gritar de alegría.” (Salmos 43:4) Música alegre para Dios. 

e)       “Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.” (Salmos 66:1) Aclamación o gritos de alegría para Dios. 

La integridad es la entereza moral. Dios desea que seamos íntegros, éticos, morales. De esa integridad ha de brotar alabanza muy alegre: Alegraos, oh justos, en Jehová; En los íntegros es hermosa la alabanza.” (Salmos 33:1) 

Se oponen a la alegría la falsa o necia alegría como los entretenimientos ilícitos, las risas exageradas, las obscenidades, las burlas al prójimo, y las bromas ridículas. Tales actuaciones no deben ser en el culto a Dios.

La oración, alabanza y adoración a Dios se desarrollan con alegría, porque así Dios lo pide en Su Palabra. 

4.      Dios se alegra en Su creación.

En la Biblia, la creación se alegra y goza en su Hacedor. La ciudad de Dios, en medio de ella, es alegrada por el canto de las aguas: “Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las moradas del Altísimo.” (Salmos 46:4). El salmista exhorta a la naturaleza a alegrarse con Dios: “Alégrense los cielos, y gócese la tierra; Brame el mar y su plenitud.” (Salmos 96:11). 

La creación de Dios refleja la alegría del Creador: “Destilan sobre los pastizales del desierto, Y los collados se ciñen de alegría.” (Salmos 65:12). La Palabra de Dios nos invita a unirnos a ella y alegrarnos con ella, a cantar alegres levantando la voz y aplaudiendo: “Cantad alegres a Jehová, toda la tierra; Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.” (Salmos 98:4). Dios es el Rey de toda la creación y debe ser alabado como tal: “Jehová reina; regocíjese la tierra, alégrense las muchas costas.” (Salmos 97:1). 

Cuando venga a Reinar por mil años Jesucristo, “Se alegrará el monte de Sion; Se gozarán las hijas de Judá Por tus juicios.” (Salmos 48:11). Pensar en el milenio en que Jesús reinará es otro buen motivo para alegrarse: “Alégrense y gócense las naciones, Porque juzgarás los pueblos con equidad, Y pastorearás las naciones en la tierra. Selah” (Salmos 67:4). Aquel día Su pueblo volverá a cantar: “Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él.” (Salmos 118:24); “Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres.” (Salmos 126:3): “Alégrese Israel en su Hacedor; Los hijos de Sion se gocen en su Rey.” (Salmos 149:2). Cuando el Señor traiga juicio sobre esta Tierra, los creyentes serán testigos del cumplimiento de la profecía: “Se alegrará el justo cuando viere la venganza; Sus pies lavará en la sangre del impío.” (Salmos 58:10) 

El Creador se alegra en Su creación, la que está plena de alegría y alabanzas para Él. Como parte de esa creación, también nos alegraremos y adoraremos: En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán.” (Salmos 34:2); “Venid, aclamemos alegremente a Jehová; Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.” (Salmos 95:1); Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.” (Salmos 100:1) 

Muchas otras razones hay para la alegría de la familia cristiana, pero hay una razón que debe llenarnos de gozo y es que Dios nos ha acogido dentro de Su familia eterna, adoptándonos como Sus hijos. ¿No es un motivo de gran alegría? Gocémonos y alegrémonos y no volvamos a quejarnos de nuestra vida y de Dios. 

CONCLUSIÓN.

Una de las características de la familia cristiana es su alegría. El origen de esta alegría está en Dios, ya que Él es alegre. Otra razón para nuestra alegría es la salvación que nos dio el Señor. El Creador desea un culto alegre, que se le alabe y adore con gozo verdadero. Los cristianos nos alegramos en nuestro Hacedor y Dios se alegra en Su creación.

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Sólo los cristianos se alegrarán cuando venga a Reinar por mil años Jesucristo? Compruébelo en Salmos 48:11.

2)      ¿Cree usted que pensar en el milenio en que Jesús reinará es otro buen motivo para alegrarse? Compruébelo en Salmos 67:4.

3)      ¿Puede esta iglesia decir “Este es el día que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos en él”?

4)      ¿Qué grandes cosas ha hecho el Señor en su vida?

5)      ¿Cuáles deben ser nuestras actitudes hacia Dios, como súbditos de un Rey?

6)      ¿Cómo se sentirán los creyentes cuando el Señor traiga juicio sobre esta Tierra, según el Salmo 58:10?

7)      ¿Se alegra usted en la creación de Dios y cómo lo experimenta?

8)      ¿Debemos criticar a aquellas iglesias que expresan con gritos, saltos y júbilo, su alabanza a Dios?

9)      ¿A quiénes ordena “cantad alegres a Dios”, el Salmo 100?

10)  ¿Cuáles fueron sus emociones cuando Dios le llamó?

11)  ¿Se considera usted miembro de la familia eterna de Dios y cómo se siente al respecto?

12)  ¿Qué actividad espiritual le reporta a usted mayor gozo?

13)  ¿Cómo podemos enseñar a las personas a no quejarse de sus vidas y de Dios?

14)  ¿Qué cosas entristecen a Dios en la actualidad?

15)  ¿Cuál es el motivo de mayor alegría espiritual para usted?

16)  ¿Por qué el culto al Señor debe ser alegre?